La UE admite falta de coordinación en la lucha antiterrorista
Los indicios de fallos que emergen en la investigación sobre los atentados, que provocaron la dimisión no aceptada de dos ministros belgas, empañan cualquier compromiso político
Claudi Pérez
Lucía Abellán
Bruselas, El País
Europa entonó este jueves un tímido mea culpa por la falta de coordinación en la lucha antiterrorista. Dos días después del atentado que sacudió Bruselas, los ministros del Interior de la UE se reunieron en la capital belga para admitir que no han aplicado las medidas de seguridad acordadas tras los ataques de París y prometer que, esta vez sí, lo harán con celeridad. Pero los indicios de fallos que emergen en la investigación sobre los atentados, que provocaron la dimisión no aceptada de dos ministros belgas, empañan cualquier compromiso político. Bélgica decidió rebajar un escalón el nivel de alerta terrorista.
Las medidas acordadas por los titulares europeos de Interior son casi una réplica de compromisos anteriores. Especialmente los adoptados tras el 13-N francés. “No necesitamos nuevos planes, sino ejecutar los que ya hemos acordado”, admitió en conferencia de prensa el ministro holandés del ramo, Ronald Plasterk, cuyo país asume este semestre la presidencia rotatoria de la UE.
El mensaje se divulgó pocas horas después de que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, cargara contra los Estados por no haber aplicado a tiempo la estrategia de seguridad de Bruselas. Pero no hizo falta recordar las palabras de Juncker. Su comisario del Interior, Dimitris Avramopoulos, empleó un tono aún más duro en esa misma comparecencia, junto a los ministros holandés y belga. “Hay falta de voluntad política, de coordinación y, lo más importante, falta de confianza [entre Estados]”, espetó Avramopoulos.
El comisario lanzó un dardo envenenado a las autoridades belgas —a las que todos los ministros evitaron criticar— y también a las francesas. “Los que perpetraron los atentados en Bruselas eran bien conocidos por los servicios de inteligencia. Lo mismo ocurrió en París. Es el momento de cooperar”, zanjó.
Con más o menos énfasis, la mayoría de los ministros admitieron que medidas como el registro de pasajeros aéreos, el control sistemático de europeos cuando entran o salen de la zona Schengen y, principalmente, los intercambios de información sensible se retrasan más de lo deseado. “Hemos de pasar de las musas al teatro; tenemos perfectamente identificadas las medidas que hay que aplicar. No podemos ir a remolque de las acciones terroristas para implementarlas”, subrayó el español Jorge Fernández Díaz. Para explicar la falta de intercambio de inteligencia, el ministro añadió: “No es fácil porque nunca se sabe quién es el último destinatario de esa información”.
Los gobernantes son conscientes de que esa es la clave. “Hay que centrarse mucho más en el intercambio de información, particularmente la de los servicios de inteligencia”, abundó la irlandesa Frances Fitzgerald. “El terrorismo es veloz y Europa es lenta”, sintetizó el ministro italiano, Angelino Alfano.
Más allá de las palabras, los ministros pusieron fecha al registro de pasajeros aéreos, bloqueado por el Parlamento Europeo desde hace meses. La directiva debe estar lista en abril para aplicarla “de manera urgente”. También pactaron aumentar la cooperación con servidores de Internet, de manera que las fuerzas de seguridad puedan tener “acceso directo” a contenidos relevantes, un asunto espinoso.
Fallos reconocidos
La nebulosa informativa relacionada con los atentados cobró altura el jueves con un amago de crisis de Gobierno. Uno de los terroristas suicidas —Ibrahim el Bakraoui, belga de 31 años, uno de los responsables del atentado del aeropuerto— fue expulsado hasta dos veces por Turquía tras ser arrestado en la frontera con Siria, donde las autoridades turcas sospechan que participaba en actividades con el Estado Islámico.
Ibrahim tenía antecedentes penales y fue deportado a Holanda, pero quedó en libertad a pesar de las advertencias de Ankara. Tras negarlo inicialmente, el ministro del Interior belga, Jan Jambon, admitió errores en ese caso y presentó su dimisión. Lo mismo hizo el titular de Justicia, Koen Geens. El primer ministro belga, Charles Michel, rechazó ambas renuncias. Pero el Gobierno queda muy tocado en un momento delicado, en plena gestión del mayor atentado sufrido por Bélgica en décadas, y en medio de duras críticas por la efectividad de sus fuerzas de seguridad y de los servicios de inteligencia. Varios gobiernos, europeos e internacionales, además de diversos analistas, han subrayado las deficiencias del operativo antiterrorista de Bélgica.
En las últimas horas, sin embargo, se abre camino otra tesis bien distinta: la detención del terrorista más buscado de Europa, Salah Abdeslam, y una operación anterior en la que la policía detuvo a varios sospechosos pudo haber frustrado un atentado similar al de París, con más focos y potencialmente más mortífero. Si es así, el Ejecutivo no tiene nada que temer. Pero si se siguen detectando lagunas, el Gobierno de Michel puede volver a estar en la diana.
Claudi Pérez
Lucía Abellán
Bruselas, El País
Europa entonó este jueves un tímido mea culpa por la falta de coordinación en la lucha antiterrorista. Dos días después del atentado que sacudió Bruselas, los ministros del Interior de la UE se reunieron en la capital belga para admitir que no han aplicado las medidas de seguridad acordadas tras los ataques de París y prometer que, esta vez sí, lo harán con celeridad. Pero los indicios de fallos que emergen en la investigación sobre los atentados, que provocaron la dimisión no aceptada de dos ministros belgas, empañan cualquier compromiso político. Bélgica decidió rebajar un escalón el nivel de alerta terrorista.
Las medidas acordadas por los titulares europeos de Interior son casi una réplica de compromisos anteriores. Especialmente los adoptados tras el 13-N francés. “No necesitamos nuevos planes, sino ejecutar los que ya hemos acordado”, admitió en conferencia de prensa el ministro holandés del ramo, Ronald Plasterk, cuyo país asume este semestre la presidencia rotatoria de la UE.
El mensaje se divulgó pocas horas después de que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, cargara contra los Estados por no haber aplicado a tiempo la estrategia de seguridad de Bruselas. Pero no hizo falta recordar las palabras de Juncker. Su comisario del Interior, Dimitris Avramopoulos, empleó un tono aún más duro en esa misma comparecencia, junto a los ministros holandés y belga. “Hay falta de voluntad política, de coordinación y, lo más importante, falta de confianza [entre Estados]”, espetó Avramopoulos.
El comisario lanzó un dardo envenenado a las autoridades belgas —a las que todos los ministros evitaron criticar— y también a las francesas. “Los que perpetraron los atentados en Bruselas eran bien conocidos por los servicios de inteligencia. Lo mismo ocurrió en París. Es el momento de cooperar”, zanjó.
Con más o menos énfasis, la mayoría de los ministros admitieron que medidas como el registro de pasajeros aéreos, el control sistemático de europeos cuando entran o salen de la zona Schengen y, principalmente, los intercambios de información sensible se retrasan más de lo deseado. “Hemos de pasar de las musas al teatro; tenemos perfectamente identificadas las medidas que hay que aplicar. No podemos ir a remolque de las acciones terroristas para implementarlas”, subrayó el español Jorge Fernández Díaz. Para explicar la falta de intercambio de inteligencia, el ministro añadió: “No es fácil porque nunca se sabe quién es el último destinatario de esa información”.
Los gobernantes son conscientes de que esa es la clave. “Hay que centrarse mucho más en el intercambio de información, particularmente la de los servicios de inteligencia”, abundó la irlandesa Frances Fitzgerald. “El terrorismo es veloz y Europa es lenta”, sintetizó el ministro italiano, Angelino Alfano.
Más allá de las palabras, los ministros pusieron fecha al registro de pasajeros aéreos, bloqueado por el Parlamento Europeo desde hace meses. La directiva debe estar lista en abril para aplicarla “de manera urgente”. También pactaron aumentar la cooperación con servidores de Internet, de manera que las fuerzas de seguridad puedan tener “acceso directo” a contenidos relevantes, un asunto espinoso.
Fallos reconocidos
La nebulosa informativa relacionada con los atentados cobró altura el jueves con un amago de crisis de Gobierno. Uno de los terroristas suicidas —Ibrahim el Bakraoui, belga de 31 años, uno de los responsables del atentado del aeropuerto— fue expulsado hasta dos veces por Turquía tras ser arrestado en la frontera con Siria, donde las autoridades turcas sospechan que participaba en actividades con el Estado Islámico.
Ibrahim tenía antecedentes penales y fue deportado a Holanda, pero quedó en libertad a pesar de las advertencias de Ankara. Tras negarlo inicialmente, el ministro del Interior belga, Jan Jambon, admitió errores en ese caso y presentó su dimisión. Lo mismo hizo el titular de Justicia, Koen Geens. El primer ministro belga, Charles Michel, rechazó ambas renuncias. Pero el Gobierno queda muy tocado en un momento delicado, en plena gestión del mayor atentado sufrido por Bélgica en décadas, y en medio de duras críticas por la efectividad de sus fuerzas de seguridad y de los servicios de inteligencia. Varios gobiernos, europeos e internacionales, además de diversos analistas, han subrayado las deficiencias del operativo antiterrorista de Bélgica.
En las últimas horas, sin embargo, se abre camino otra tesis bien distinta: la detención del terrorista más buscado de Europa, Salah Abdeslam, y una operación anterior en la que la policía detuvo a varios sospechosos pudo haber frustrado un atentado similar al de París, con más focos y potencialmente más mortífero. Si es así, el Ejecutivo no tiene nada que temer. Pero si se siguen detectando lagunas, el Gobierno de Michel puede volver a estar en la diana.