El Consejo de Cooperación del Golfo califica a Hezbolá como “organización terrorista”
El organismo acusa a la milicia libanesa de cometer actos hostiles contra los países que lo integran
Ángeles Espinosa
Natalia Sancha
Dubái / Beirut, El País
Los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) han designado “organización terrorista” al grupo libanés Hezbolá este miércoles. La medida culmina el proceso de presión sobre ese movimiento chií aliado de Irán que Arabia Saudí encabeza desde hace tres años y que el resto de sus socios respaldaba en buena medida. Se trata sobre todo de un gesto simbólico, dado que Riad, Manama y Abu Dhabi ya lo consideraban terrorista, al igual que EE UU y la UE (que limita esa calificación para su brazo armado).
“Como la milicia continúa sus prácticas terroristas, los Estados del CCG han decidido designarla una organización terrorista y tomaran las medidas necesarias para poner en práctica su decisión, de acuerdo con las leyes antiterroristas que se aplican en el CCG y similares leyes internacionales”, ha declarado el secretario general del foro, Abdullatif al Zayani, en un comunicado difundido en su página web.
El CCG (que además de Arabia Saudí, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, incluye a Kuwait, Qatar y Omán) ha anunciado su acción colectiva al día siguiente de que el líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, arremetiera contra la monarquía saudí. En un discurso televisado, hacía directamente responsable a Riad de varios atentados con coche bomba en Líbano, Siria e Irak. Nasralá respondía así a la decisión de Riad de suspender un paquete de ayuda al Ejército libanés de 4.000 millones de dólares (unos 3.680 millones de euros), por considerar que Hezbolá mantiene rehén al Gobierno de Beirut. Arabia Saudí también desaconseja a sus ciudadanos que viajen a Líbano, medida secundada por sus socios, a excepción de Omán.
Nasralá respondía así a la decisión saudí de suspender un paquete de ayuda al Ejército libanés de 4.000 millones de dólares, por considerar que Hezbolá mantiene rehén al Gobierno de Beirut. Arabia Saudí también desaconseja a sus ciudadanos que viajen a Líbano, una media secundada por sus socios a excepción de Omán. El líder de Hezbolá dijo en su discurso: "¿Acaso Arabia Saudí tiene el derecho de castigar Líbano, su Estado y su Ejército porque un partido concreto levante la voz?"
Pero en realidad, las sanciones sobre ese grupo aliado de Irán se remontan a 2013 cuando Riad y sus aliados decidieron castigar su intervención en la guerra civil siria a favor del régimen de Bachar el Asad. En el trasfondo de esa presión se encuentra la rivalidad regional entre Arabia Saudí, erigido en adalid del islam suní, e Irán, campeón de la causa de la minoritaria rama chií. Ambos han explotado las diferencias internas en Líbano y el resto de Oriente Próximo para enfrentarse de forma indirecta a través de sus socios.
Zayani acusa a Hezbolá de cometer actos hostiles contra los países del CCG, entre ellos reclutar a jóvenes para lleva a cabo “atentados terroristas, contrabando de armas y explosivos, alentar la sedición e incitar al caos y la violencia”. Las petromonarquías responsabilizan a Hezbolá de intervenir en Bahréin, donde continúan las protestas de la comunidad chií iniciadas al hilo de la primavera árabe en 2011, así como de complicidad con los rebeldes Huthi de Yemen y las minorías chiíes en Arabia Saudí y Kuwait. En varias ocasiones durante los últimos años, Riad y Abu Dhabi han expulsado a ciudadanos libaneses por supuestas simpatías con Hezbolá.
En pleno impasse político en Líbano tras cerca de dos años sin presidente por falta de quórum, el enfrentamiento entre Riad y Teherán ahonda la fractura entre los dos principales bloques políticos del país, cada uno apoyado por una de las dos potencias.
Ante las nuevas medidas, los 75.000 chiíes del medio millón de libaneses expatriados en el Golfo temen ver revocados sus permisos de trabajo. Lo que pondría en peligro cerca de 4.500 millones de euros anuales en concepto de remesas. El ministro del Interior libanés, Nouhad al-Mashnouq, ha rechazado la decisión del CCG: "Fuera de Líbano, no puedo más que defender a todos los libaneses".
Ángeles Espinosa
Natalia Sancha
Dubái / Beirut, El País
Los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) han designado “organización terrorista” al grupo libanés Hezbolá este miércoles. La medida culmina el proceso de presión sobre ese movimiento chií aliado de Irán que Arabia Saudí encabeza desde hace tres años y que el resto de sus socios respaldaba en buena medida. Se trata sobre todo de un gesto simbólico, dado que Riad, Manama y Abu Dhabi ya lo consideraban terrorista, al igual que EE UU y la UE (que limita esa calificación para su brazo armado).
“Como la milicia continúa sus prácticas terroristas, los Estados del CCG han decidido designarla una organización terrorista y tomaran las medidas necesarias para poner en práctica su decisión, de acuerdo con las leyes antiterroristas que se aplican en el CCG y similares leyes internacionales”, ha declarado el secretario general del foro, Abdullatif al Zayani, en un comunicado difundido en su página web.
El CCG (que además de Arabia Saudí, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, incluye a Kuwait, Qatar y Omán) ha anunciado su acción colectiva al día siguiente de que el líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, arremetiera contra la monarquía saudí. En un discurso televisado, hacía directamente responsable a Riad de varios atentados con coche bomba en Líbano, Siria e Irak. Nasralá respondía así a la decisión de Riad de suspender un paquete de ayuda al Ejército libanés de 4.000 millones de dólares (unos 3.680 millones de euros), por considerar que Hezbolá mantiene rehén al Gobierno de Beirut. Arabia Saudí también desaconseja a sus ciudadanos que viajen a Líbano, medida secundada por sus socios, a excepción de Omán.
Nasralá respondía así a la decisión saudí de suspender un paquete de ayuda al Ejército libanés de 4.000 millones de dólares, por considerar que Hezbolá mantiene rehén al Gobierno de Beirut. Arabia Saudí también desaconseja a sus ciudadanos que viajen a Líbano, una media secundada por sus socios a excepción de Omán. El líder de Hezbolá dijo en su discurso: "¿Acaso Arabia Saudí tiene el derecho de castigar Líbano, su Estado y su Ejército porque un partido concreto levante la voz?"
Pero en realidad, las sanciones sobre ese grupo aliado de Irán se remontan a 2013 cuando Riad y sus aliados decidieron castigar su intervención en la guerra civil siria a favor del régimen de Bachar el Asad. En el trasfondo de esa presión se encuentra la rivalidad regional entre Arabia Saudí, erigido en adalid del islam suní, e Irán, campeón de la causa de la minoritaria rama chií. Ambos han explotado las diferencias internas en Líbano y el resto de Oriente Próximo para enfrentarse de forma indirecta a través de sus socios.
Zayani acusa a Hezbolá de cometer actos hostiles contra los países del CCG, entre ellos reclutar a jóvenes para lleva a cabo “atentados terroristas, contrabando de armas y explosivos, alentar la sedición e incitar al caos y la violencia”. Las petromonarquías responsabilizan a Hezbolá de intervenir en Bahréin, donde continúan las protestas de la comunidad chií iniciadas al hilo de la primavera árabe en 2011, así como de complicidad con los rebeldes Huthi de Yemen y las minorías chiíes en Arabia Saudí y Kuwait. En varias ocasiones durante los últimos años, Riad y Abu Dhabi han expulsado a ciudadanos libaneses por supuestas simpatías con Hezbolá.
En pleno impasse político en Líbano tras cerca de dos años sin presidente por falta de quórum, el enfrentamiento entre Riad y Teherán ahonda la fractura entre los dos principales bloques políticos del país, cada uno apoyado por una de las dos potencias.
Ante las nuevas medidas, los 75.000 chiíes del medio millón de libaneses expatriados en el Golfo temen ver revocados sus permisos de trabajo. Lo que pondría en peligro cerca de 4.500 millones de euros anuales en concepto de remesas. El ministro del Interior libanés, Nouhad al-Mashnouq, ha rechazado la decisión del CCG: "Fuera de Líbano, no puedo más que defender a todos los libaneses".