A la Real Academia Española llega una nueva palabra: ‘fútbol’ (1916)

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Foot-ball. Así llamaban los ingleses al maravilloso juego que inventaron, y con ese nombre nos llegó. Foot, de pie, ball, de pelota, en principio aquellas vejigas inflables que se utilizaban en los bárbaros encuentros entre poblaciones vecinas que están en el origen de nuestro juego favorito. Ball procede de la raíz indoeuropea b’ol, que significa inflar, de donde se derivan las españolas fuelle o falo. O el ballon francés. La primera vez que en España apareció la palabra foot-ball, que entonces se escribía con guión, fue en la revista valenciana El Panorama, en un artículo titulado «Foot-Ball en Inglaterra». Y la primera vez que hay constancia de que se juegue a tal cosa en España es cuando aparece en el Eco Republicano de Compostela, el 10 de diciembre de 1873, una curiosa reseña en la que el autor de un artículo titulado «Puerto Villagarcía» se muestra sorprendido porque unos bárbaros ingleses se divirtieran «dando patadas a una pelota enorme, con comparación con la de la pelota vasca». En la noticia utiliza dos veces la palabra foot-ball. Y como tal llega a España. El 1 de agosto de 1908, el profesor Mariano de Cavia propone en un artículo publicado en El Imparcial el nombre de balompié para este deporte, en traducción calcada del término inglés. El artículo en sí se titula «El Balompié». Desata una cierta polémica. En el mismo periódico le rebate unos días más tarde Carlos Miranda, que apunta que «balón» es palabra francesa, por lo que el calco castellano de foot-ball no sería balompié, que continuaría, según él, siendo un barbarismo. A este le replica, en Blanco y Negro, Felipe Pérez, que señala que desde 1726 la palabra balón estaba aceptada en España. Hoy sabemos que el «balón» español procede de la palla o pallone italiana, que viene de la misma raíz indoeuropea, b’ol.


Así, hasta que el 3 de marzo de 1916 la Federación Centro, a propuesta del entonces presidente del Real Madrid, Pedro Parages, envía a la Real Academia Española una propuesta para la españolización de la grafía de las palabras de este deporte, respetando su sonido, que ya había hecho costumbre entre nosotros. La que «limpia, fija y da esplendor» se tomó el asunto con calma, como hace siempre, y fue solo en 1922 cuando, ante la insistencia de Gabriel Maura Gamazo, conde de la Mortera, que había sido presidente de la Federación española de 1916 a 1920, se acepta la palabra «futbol», en principio sin tilde, aunque su uso no se generaliza tan rápidamente como hubieran deseado sus padrinos. Los periódicos siguen escribiendo Foot-ball o Football, y así aparece aún en la base del trofeo donado por el presidente de la República en 1933 al campeón de España. La grafía inglesa morirá definitivamente solo con la ley del 20-12-1940, en la que se prohíben los nombres extranjeros, lo que obligó a los Athletic a ser Atlético e hizo desaparecer las palabras Racing y Sporting, hasta que el tiempo nos las devolvió. Pero la palabra fútbol quedó legitimada para siempre. El balompié de Mariano de Cavia solo tuvo un seguidor de tronío: el Betis, cuyo nombre completo es Real Betis Balompié. Y el Albacete y la Balompédica Linense, la popular «Balona».

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