Turquía busca apoyo para lanzar una incursión terrestre en Siria
Ankara quiere compensar el retroceso de los rebeldes ante los ataques rusos y de El Asad
Andrés Mourenza
Estambul, El País
El Gobierno turco busca apoyo internacional para lanzar una incursión terrestre en Siria. Su intención es compensar el rápido retroceso de los grupos armados rebeldes e islamistas a los que apoya en el norte de Alepo. Estos han perdido terreno por los bombardeos rusos, la ofensiva de las tropas de Bachar el Asad y el avance de las milicias kurdas. Sin embargo, resulta difícil que los aliados occidentales accedan a las demandas de Ankara y se unan a semejante operación.
“Sin una operación terrestre es imposible detener esta guerra”, afirmó un alto representante del Gobierno turco en un encuentro en Estambul con la prensa extranjera, en el que explicó que esta necesidad ha sido expuesta por Turquía en varias reuniones de los integrantes de la Coalición contra el Estado Islámico (ISIS) que lidera Estados Unidos. El funcionario turco explicó que su país no emprenderá una misión de este tipo de forma unilateral o de la mano de Arabia Saudí: “Turquía sólo participará si hay consenso dentro de la coalición”. En caso de producirse una intervención, el objetivo de Ankara sería “detener el baño de sangre” y “echar de Siria a las organizaciones terroristas, incluidas el ISIS y el PYD [Partido de Unidad Democrática]”, en referencia al partido kurdo del que dependen las Unidades de Protección Popular (YPG), la milicia kurdo-siria a cuyo avance en el norte de Alepo Ankara ha respondido con bombardeos.
Pero parece poco probable que Washington dé su brazo a torcer sobre una operación que implicaría el envío de numerosas tropas, dada la situación en la que se encuentra el norte de Siria. El presidente Barack Obama sólo ha autorizado el despliegue de un exiguo número de operativos de las fuerzas especiales, precisamente para asesorar en territorio dominado por las YPG, que controlan buena parte de la frontera entre Siria y Turquía.
Estas declaraciones llegan en medio de la creciente tensión entre Ankara y Moscú. Este martes Turquía acusó a los rusos de “crímenes de guerra” tras los bombardeos el lunes de varios hospitales y escuelas, en los que el Kremlin niega haber tomado parte, informa Rodrigo Fernández desde Moscú. Rusia, por su parte, volvió a incidir en que Turquía “abastece de armas, municiones y comida” al “Estado Islámico, el Frente al Nusra y otros grupos terroristas” y que esa es la razón por la que se ha mostrado tan beligerante con los rebeldes que mantienen el control del corredor de Azaz. Esta localidad, a seis kilómetros del paso fronterizo de Öncüpinar-Bab el Salam, es una de las pocas que quedan en manos de los rebeldes en el norte de la provincia de Alepo después de que las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una coalición de grupos liderada por las YPG kurdas, hayan avanzado desde el oeste y el régimen desde el sur, rompiendo las líneas de abastecimiento de las posiciones rebeldes en el interior de la ciudad de Alepo.
Contra los kurdos
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, cargó este martes contra los kurdos, a los que acusó de ser “soldados a sueldo de los planes regionales” de Moscú, con el único objetivo de “dañar a Turquía”.
Aparte de estas rabietas, los analistas locales creen que Turquía puede hacer poco más que observar. “Una operación terrestre es altamente improbable, porque las Fuerzas Armadas turcas se oponen a ella, a menos que haya una resolución internacional que lo permita”, opina el columnista Yavuz Baydar, entrevistado por este diario. Una opinión compartida por el exmilitar y analista Metin Gürcan: “Lo más que puede hacer ahora Turquía es intentar equilibrar fuerzas. Por eso ha llamado a Qatar y Arabia Saudí a que envíen sus aviones a Turquía, para crear una especie de poder aéreo suní bajo el paraguas de EE UU que equilibre el poderío ruso”.
Andrés Mourenza
Estambul, El País
El Gobierno turco busca apoyo internacional para lanzar una incursión terrestre en Siria. Su intención es compensar el rápido retroceso de los grupos armados rebeldes e islamistas a los que apoya en el norte de Alepo. Estos han perdido terreno por los bombardeos rusos, la ofensiva de las tropas de Bachar el Asad y el avance de las milicias kurdas. Sin embargo, resulta difícil que los aliados occidentales accedan a las demandas de Ankara y se unan a semejante operación.
“Sin una operación terrestre es imposible detener esta guerra”, afirmó un alto representante del Gobierno turco en un encuentro en Estambul con la prensa extranjera, en el que explicó que esta necesidad ha sido expuesta por Turquía en varias reuniones de los integrantes de la Coalición contra el Estado Islámico (ISIS) que lidera Estados Unidos. El funcionario turco explicó que su país no emprenderá una misión de este tipo de forma unilateral o de la mano de Arabia Saudí: “Turquía sólo participará si hay consenso dentro de la coalición”. En caso de producirse una intervención, el objetivo de Ankara sería “detener el baño de sangre” y “echar de Siria a las organizaciones terroristas, incluidas el ISIS y el PYD [Partido de Unidad Democrática]”, en referencia al partido kurdo del que dependen las Unidades de Protección Popular (YPG), la milicia kurdo-siria a cuyo avance en el norte de Alepo Ankara ha respondido con bombardeos.
Pero parece poco probable que Washington dé su brazo a torcer sobre una operación que implicaría el envío de numerosas tropas, dada la situación en la que se encuentra el norte de Siria. El presidente Barack Obama sólo ha autorizado el despliegue de un exiguo número de operativos de las fuerzas especiales, precisamente para asesorar en territorio dominado por las YPG, que controlan buena parte de la frontera entre Siria y Turquía.
Estas declaraciones llegan en medio de la creciente tensión entre Ankara y Moscú. Este martes Turquía acusó a los rusos de “crímenes de guerra” tras los bombardeos el lunes de varios hospitales y escuelas, en los que el Kremlin niega haber tomado parte, informa Rodrigo Fernández desde Moscú. Rusia, por su parte, volvió a incidir en que Turquía “abastece de armas, municiones y comida” al “Estado Islámico, el Frente al Nusra y otros grupos terroristas” y que esa es la razón por la que se ha mostrado tan beligerante con los rebeldes que mantienen el control del corredor de Azaz. Esta localidad, a seis kilómetros del paso fronterizo de Öncüpinar-Bab el Salam, es una de las pocas que quedan en manos de los rebeldes en el norte de la provincia de Alepo después de que las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una coalición de grupos liderada por las YPG kurdas, hayan avanzado desde el oeste y el régimen desde el sur, rompiendo las líneas de abastecimiento de las posiciones rebeldes en el interior de la ciudad de Alepo.
Contra los kurdos
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, cargó este martes contra los kurdos, a los que acusó de ser “soldados a sueldo de los planes regionales” de Moscú, con el único objetivo de “dañar a Turquía”.
Aparte de estas rabietas, los analistas locales creen que Turquía puede hacer poco más que observar. “Una operación terrestre es altamente improbable, porque las Fuerzas Armadas turcas se oponen a ella, a menos que haya una resolución internacional que lo permita”, opina el columnista Yavuz Baydar, entrevistado por este diario. Una opinión compartida por el exmilitar y analista Metin Gürcan: “Lo más que puede hacer ahora Turquía es intentar equilibrar fuerzas. Por eso ha llamado a Qatar y Arabia Saudí a que envíen sus aviones a Turquía, para crear una especie de poder aéreo suní bajo el paraguas de EE UU que equilibre el poderío ruso”.