El frente de los rebeldes sirios en Alepo se desmorona
La ofensiva lanzada por las tropas de El Asad con apoyo ruso acorrala a los refugiados
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Andrés Mourenza
Paso de Öncüpinar (Turquía), El País
Las líneas rebeldes en el norte de Siria se desmoronan rápidamente ante la intensidad que ha tomado en los últimos días la ofensiva lanzada contra Alepo por las tropas leales al presidente Bachar el Asad, apoyadas por milicias chiíes y la aviación rusa. Ayer las filas del régimen se situaban en las cercanías de Tal Rifat, a tan sólo una veintena de kilómetros del paso de Öncüpinar-Bab al Salam entre Turquía y Siria, provocando gran ansiedad entre los desplazados que se aglomeran junto a la frontera.
“Nos atacan por todos lados, El Asad, el ISIS y los kurdos”, se quejaba Kazim Kenyo, un combatiente rebelde del Frente Levantino atendido en el hospital turco de Kilis tras ser herido en combate contra el Estado Islámico (ISIS). Efectivamente, la ya estrecha franja que controla el bando rebelde —que agrupa desde la oposición moderada a El Asad hasta grupos yihadistas— en el norte de Siria está siendo sometida a gran presión. El ISIS ataca el área de Marea desde hace meses; los kurdos del cantón de Afrin arrebataron tres aldeas rebeldes ayer y el régimen avanza desde el sur en una maniobra envolvente para cercar Alepo, tomando la carretera que conectaba con Turquía, principal método de aprovisionamiento del frente rebelde y la vía utilizada por decenas de miles de personas para huir de la ciudad. “La ruta norte está cortada por los combates”, confirmó a EL PAÍS Christine Nyirjesy, portavoz de la ONG Mercy Corps, con presencia sobre el terreno.
“La situación humanitaria es muy mala. Los civiles han entrado en pánico”, explicaba un activista sirio desde el interior de Alepo, donde muchos están haciendo acopio de alimentos para resistir un previsible asedio, lo que ha disparado los precios. La única vía de escape que queda para quienes huyen de los bombardeos rusos son carreteras secundarias y caminos al oeste de la urbe —la más poblada de Siria antes de la guerra— hacia la provincia de Idlib y la frontera de Reyhanli-Bab al Hawa. Hacia allá se dirigen unas 10.000 personas, según el vicepresidente de la Media Luna Roja turca, Kerem Kinik, que se suman a los 90.000 desplazados en el norte de la provincia de Alepo bajo control rebelde: “Es una de las mayores ofensivas que hemos visto desde el inicio de la guerra. La gente tiene miedo de que Alepo quede cercada y la gente muera de hambre”.
El frente de los rebeldes sirios en Alepo se desmorona
En una improvisada rueda de prensa sobre el paso fronterizo de Öncüpinar, tres ministros del Gobierno interino formado por la oposición siria denunciaron que Rusia comete “crímenes de guerra”, a la vez que se quejaban de la “pasividad internacional” y clamaban por que el Consejo de Seguridad de la ONU garantice la aplicación de la resolución 2254, que pide a las partes el fin inmediato de los ataques a objetivos civiles y los bombardeos indiscriminados. Los representantes de la oposición exigieron la creación de una “zona segura” para los desplazados.
En el campo de refugiados de Öncüpinar (Turquía), al sirio Hassan Salih, de 17 años, se lo llevaban los demonios de la impotencia ante las noticias del avance del régimen sobre su localidad natal, Tal Rifat. “Quiero tomar las armas y ayudar a los opositores. No soy sólo yo, somos decenas los que queremos regresar a Siria a combatir, pero Turquía no deja”. Fuera del campamento, junto al paso fronterizo, merodeaba un barbudo de unos 30 años, que se identificó como Abu Hazer Ansari y miembro de Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda: “Debo unirme a mis hermanos en la yihad contra El Asad”. Herido hace meses, Abu Hazer afirmaba haberse recuperado para volver a combatir, pero se quejaba de que las autoridades turcas no le permiten el paso de vuelta: “Estoy muy agradecido porque Turquía me haya curado, pero tienen que dejarme volver. Nuestros chicos son los más valerosos, uno de nosotros vale como diez soldados de los demás grupos”.
Una de las razones del desmoronamiento rebelde son las rencillas entre facciones. Los intentos de unificar el mando han sido infructuosos, lo cual está provocando una radicalización de quienes se oponen a El Asad. Un portavoz del grupo salafista Ahrar al Sham explicaba recientemente a este periodista que “si la revolución [es decir, el bando rebelde] fracasa, muchos se pasarán al ISIS”.
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Andrés Mourenza
Paso de Öncüpinar (Turquía), El País
Las líneas rebeldes en el norte de Siria se desmoronan rápidamente ante la intensidad que ha tomado en los últimos días la ofensiva lanzada contra Alepo por las tropas leales al presidente Bachar el Asad, apoyadas por milicias chiíes y la aviación rusa. Ayer las filas del régimen se situaban en las cercanías de Tal Rifat, a tan sólo una veintena de kilómetros del paso de Öncüpinar-Bab al Salam entre Turquía y Siria, provocando gran ansiedad entre los desplazados que se aglomeran junto a la frontera.
“Nos atacan por todos lados, El Asad, el ISIS y los kurdos”, se quejaba Kazim Kenyo, un combatiente rebelde del Frente Levantino atendido en el hospital turco de Kilis tras ser herido en combate contra el Estado Islámico (ISIS). Efectivamente, la ya estrecha franja que controla el bando rebelde —que agrupa desde la oposición moderada a El Asad hasta grupos yihadistas— en el norte de Siria está siendo sometida a gran presión. El ISIS ataca el área de Marea desde hace meses; los kurdos del cantón de Afrin arrebataron tres aldeas rebeldes ayer y el régimen avanza desde el sur en una maniobra envolvente para cercar Alepo, tomando la carretera que conectaba con Turquía, principal método de aprovisionamiento del frente rebelde y la vía utilizada por decenas de miles de personas para huir de la ciudad. “La ruta norte está cortada por los combates”, confirmó a EL PAÍS Christine Nyirjesy, portavoz de la ONG Mercy Corps, con presencia sobre el terreno.
“La situación humanitaria es muy mala. Los civiles han entrado en pánico”, explicaba un activista sirio desde el interior de Alepo, donde muchos están haciendo acopio de alimentos para resistir un previsible asedio, lo que ha disparado los precios. La única vía de escape que queda para quienes huyen de los bombardeos rusos son carreteras secundarias y caminos al oeste de la urbe —la más poblada de Siria antes de la guerra— hacia la provincia de Idlib y la frontera de Reyhanli-Bab al Hawa. Hacia allá se dirigen unas 10.000 personas, según el vicepresidente de la Media Luna Roja turca, Kerem Kinik, que se suman a los 90.000 desplazados en el norte de la provincia de Alepo bajo control rebelde: “Es una de las mayores ofensivas que hemos visto desde el inicio de la guerra. La gente tiene miedo de que Alepo quede cercada y la gente muera de hambre”.
El frente de los rebeldes sirios en Alepo se desmorona
En una improvisada rueda de prensa sobre el paso fronterizo de Öncüpinar, tres ministros del Gobierno interino formado por la oposición siria denunciaron que Rusia comete “crímenes de guerra”, a la vez que se quejaban de la “pasividad internacional” y clamaban por que el Consejo de Seguridad de la ONU garantice la aplicación de la resolución 2254, que pide a las partes el fin inmediato de los ataques a objetivos civiles y los bombardeos indiscriminados. Los representantes de la oposición exigieron la creación de una “zona segura” para los desplazados.
En el campo de refugiados de Öncüpinar (Turquía), al sirio Hassan Salih, de 17 años, se lo llevaban los demonios de la impotencia ante las noticias del avance del régimen sobre su localidad natal, Tal Rifat. “Quiero tomar las armas y ayudar a los opositores. No soy sólo yo, somos decenas los que queremos regresar a Siria a combatir, pero Turquía no deja”. Fuera del campamento, junto al paso fronterizo, merodeaba un barbudo de unos 30 años, que se identificó como Abu Hazer Ansari y miembro de Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda: “Debo unirme a mis hermanos en la yihad contra El Asad”. Herido hace meses, Abu Hazer afirmaba haberse recuperado para volver a combatir, pero se quejaba de que las autoridades turcas no le permiten el paso de vuelta: “Estoy muy agradecido porque Turquía me haya curado, pero tienen que dejarme volver. Nuestros chicos son los más valerosos, uno de nosotros vale como diez soldados de los demás grupos”.
Una de las razones del desmoronamiento rebelde son las rencillas entre facciones. Los intentos de unificar el mando han sido infructuosos, lo cual está provocando una radicalización de quienes se oponen a El Asad. Un portavoz del grupo salafista Ahrar al Sham explicaba recientemente a este periodista que “si la revolución [es decir, el bando rebelde] fracasa, muchos se pasarán al ISIS”.