El corazón negro de Carolina del Sur decide las primarias demócratas

Viaje al pueblo con más población afroamericana del Estado. Ese grupo supera el 50% del voto

Joan Faus
Gadsden, El País
En Gadsden, no se ven carteles electorales. No hacen falta. Todo el mundo sabe que el sábado se celebran las primarias para elegir al candidato demócrata a la Casa Blanca. La favorita aquí es Hillary Clinton.


El 95% de los 2.200 habitantes de Gadsen son negros. Es el municipio con más población afroamericana de Carolina del Sur, un Estado en el que el voto de este grupo es decisivo.

Los negros suponen el 28% de la población de Carolina del Sur. En las primarias demócratas, representan más del 50% de los votantes. Su movilización fue clave para que Barack Obama ganara con holgura las primarias de 2008 ante Clinton. Esa victoria lo catapultó a la nominación demócrata y a convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos.

Ocho años después, Clinton aspira a que Carolina del Sur, el cuarto Estado en votar en el proceso de primarias y caucus (asambleas electivas), le permita enterrar los fantasmas del pasado y consolidar su ventaja frente al senador Bernie Sanders. La ex secretaria de Estado cuenta con un apoyo del 60% frente al 32% del socialista, según una encuesta del diario The Wall Street Journal y la cadena NBC. Entre los votantes negros, la distancia es mayor: 68% contra 21%.

Desde el fin oficial de la segregación racial en 1964, el sur de EE UU es un feudo del Partido Republicano como consecuencia del mayor apoyo demócrata a la lucha de los derechos civiles. El voto negro suele ser demócrata.

Gadsden siempre ha sido mayoritariamente negro. Es una consecuencia de la esclavitud, abolida en 1865. En los alrededores, había plantaciones en que trabajaban esclavos y que ahora se pueden visitar.

Más de un 70% de los terrenos del condado al que pertenece Gadsden son propiedad de negros. Es el porcentaje más alto cerca de ciudades en la Costa Este, según cuenta el congresista estatal Joe Neal. Es el distrito con mayor apoyo demócrata de Carolina del Sur. Un oasis en un Estado en el que gobierna el Partido Republicano y en el que, desde 1980, el candidato conservador se ha impuesto en las elecciones presidenciales.

El Gadsden Community Store es el centro del pueblo, rodeado de árboles y casas bajas, algunas abandonadas. En el local, que vende bocadillos y productos básicos, entran y salen vecinos sin parar. Los jubilados vienen a charlar. En el mostrador, hay ejemplares de un semanario local, con artículos sobre la comunidad negra y un anuncio de Clinton con Obama.

Todas las personas son negras excepto Cissy Staley, que trabaja en la caja del comercio. Staley, que nació en Gadsden hace 44 años, dice, entre risas, que puede contar con la mano el número de residentes blancos. “No hay ningún problema racial”, asegura. Rechaza explicar si el sábado votará.

Sí lo hará Samuel Grand, negro de 63 años y técnico retirado. Votará a Clinton. “Está mejor preparada. Ha estado con nosotros durante miles de años. No es extraña a esta zona”, esgrime. Es una opinión que secundan otros vecinos y que casa con el mensaje que trata de vender la campaña de la ex primera dama: ella, a diferencia de Sanders, conoce desde hace tiempo las preocupaciones de la comunidad afroamericana.

Grand dice que por “herencia” familiar siempre ha votado a demócratas, y porque percibe que ayudan más que los republicanos a que las comunidades negras tengan mejor educación, empleo y seguridad.

Hillary Clinton aspira a beneficiarse del apellido. Su marido, el expresidente Bill, ganó las primarias de 1992. Como sureño progresista, entabló buenas relaciones con líderes negros y cimentó su popularidad.

Pero Bill es, al mismo tiempo, un problema. En 2008, minimizó la victoria de Obama en Carolina del Sur al recordar que también había ganado el activista negro Jesse Jackson en los años ochenta. Era una manera de decir que la victoria en este Estado significaba poco, puesto que Jackson ganó pero no se hizo con la nominación. Como presidente, Clinton promovió leyes de mano dura contra el crimen que golpearon especialmente a los afroamericanos.

La estrategia de Sanders

Sanders trata de explotar estas debilidades. El senador de Vermont adapta al público negro su retórica contra el establishment y las desigualdades económicas. Confía en que su popularidad entre los jóvenes revierta la balanza. Apenas ha visitado Carolina del Sur esta semana.

Uno de los apoyos más importantes a Sanders en Carolina del Sur es el del congresista Neal, de 65 años y que desde 1993 representa el condado de Gadsden. “Los asuntos que afronta la comunidad afroamericana y la clase media son muy similares”, dice en el Templo de Fe, la principal iglesia del pueblo. Neal, que es negro, habla durante una visita al pastor Ted Myers, que fundó la iglesia en 1979.

Myers, negro de 71 años, no ha decidido a quién votará. Su iglesia promueve la participación. El pastor dice que, con su voto, la comunidad negra reclama ser tratada con igualdad y que la raza es un “asunto central”. Atribuye a un racismo implícito el hecho de que, a diferencia de un área cercana de mayoría blanca, Gadsden carezca de Internet de alta velocidad y mejores carreteras.

En Gadsden, abundan anuncios para mejorar la conexión a Internet y de casas en venta. El pueblo, dicen los vecinos, es seguro, pero hay pocos puestos de trabajo al margen de los de una planta de papel cercana. La media de ingresos supera la del Estado. La mayoría de gente es de mediana o avanzada edad. En la escuela primaria, hay un cartel de bienvenida que reza: Un lugar de grandes expectativas.

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