Urnas palestinas contra demoliciones

Cisjordania recauda miles de euros para reconstruir las viviendas de familias de terroristas

Lourdes Baeza
Ramala, El País
Euros, dólares, dinares, shekels…y hasta joyas se podían ver en el interior de la urna que durante toda esta semana ha estado situada en una concurrida zona comercial del centro de Ramala. “Cualquier moneda es bienvenida para levantar de nuevo las viviendas de los mártires”, asegura Morsi Abu Shueila, coordinador de la campaña en la ciudad palestina. Morsi recauda fondos para reconstruir las casas de las familias de los palestinos con delitos de sangre contra israelíes. El Ejército israelí derriba estas viviendas como parte de la tradicional política de disuasión frente a los crímenes contra su población.


Raro es el que pasa y no se rasca los bolsillos para colaborar en la campaña. También hay quien se acerca expresamente a dejar parte de sus ahorros para ayudar a la familia de Mohammad al Halabi, “que inició la intifada de Jerusalén”, según puede leerse en la pancarta colocada detrás de la urna por los organizadores de la colecta. “Hay que apoyar a las víctimas de la ocupación. Por muchas casas que destruyan no van a conseguir que dejemos de luchar por lo que es nuestro”, asegura Ahmed nada más introducir 200 shekels (unos 50 euros).

El pasado sábado, las excavadoras escoltadas por las fuerzas de seguridad israelíes irrumpieron en la localidad palestina de Surda, al norte de Ramala. Redujeron a escombros el edificio de tres plantas donde vivían los al Halabi. Menos de veinticuatro horas después, la colecta estaba en marcha. En la semana que ha durado, han superado los 100.000 euros en donaciones. “Estábamos preparados. Sabíamos que esto iba a suceder así que hace tiempo que nos llevamos nuestras cosas”, dice Shafik al Halabi, padre de Mohammad.

Shafik calla cuando se le pregunta si su hijo pertenecía a la Yihad Islámica, el grupo armado palestino que el pasado 3 de octubre asumió y jaleó el ataque en el que murieron dos israelíes en el barrio árabe de la ciudad vieja de Jerusalén. Las víctimas fueron Aharon Benita, un judío ultraortodoxo que se dirigía al Muro de las Lamentaciones con su mujer y su bebé de dos años, y el rabino Nehemia Lavi, militar israelí en la reserva que murió al tratar de ayudarles. La mujer logró escapar y pedir auxilio a una patrulla de la policía que abatió a Mohammad al Halabi a pocos metros de donde yacían sus víctimas.

Poco se sabe de lo que le llevó a cometer semejante ataque a este palestino de 19 años y estudiante de derecho en la Universidad al Quds. Desde ese día, en Israel es un terrorista y en Palestina un icono de la reciente oleada de violencia.

Los tribunales israelíes decretaron la orden de demolición de la casa de la familia al Halabi. Una medida denunciada por diferentes organizaciones de derechos humanos --por tratarse de un castigo colectivo contrario al Derecho Internacional Humanitario--, pero considerada por el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, “una de las herramientas más eficaces para luchar contra el terrorismo”.
Otras colectas

La iniciativa de Ramala sigue la estela de la primera campaña de este tipo puesta en marcha el mes pasado en la Plaza de los Mártires de Nablus. En aquella ocasión el objetivo era reconstruir las viviendas de tres miembros del Movimiento de Resistencia Islámico --Hamas-- detenidos por Israel por asesinar a tiros a los Henkin, una pareja de colonos judíos que se dirigía a casa en coche con sus cuatro hijos.

La colecta fue “un éxito rotundo”, en palabras de sus organizadores. Recaudaron unos 250.000 euros y como en el caso de Ramala, lograron que varios empresarios palestinos --cuya identidad prefieren mantener en el anonimato-- se comprometieran a donar materiales de construcción e incluso mano de obra.

A estas iniciativas se une la decisión de los afiliados al Sindicato de Trabajadores del Sector Público Palestino de donar un 1% de su salario de este mes. En total, un campaña que según estimaciones puede reunir casi cuatro millones de euros destinados a contrarrestar futuras demoliciones.

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