Los naufragios mortales y el frío no detienen el flujo de refugiados
Al menos 43 migrantes, 17 de ellos menores, mueren ahogados en dos naufragios en Grecia
M. A. SÁNCHEZ-VALLEJO / ANDRÉS MOURENZA
MADRID / ESTAMBUL
Días después de que se produjeran las primeras muertes por hipotermia entre los refugiados que tratan de alcanzar Europa por el Mediterráneo oriental, dos naufragios en aguas griegas, junto a un tercer siniestro frente a la costa turca, hicieron de la jornada de este viernes una de las más trágicas desde la eclosión de la crisis migratoria en la UE, en agosto. Al menos 43 personas (17 menores entre ellas) se ahogaron al hundirse dos embarcaciones en sendos islotes griegos. Pese a las adversas condiciones, el flujo de refugiados se ha incrementado con respecto a 2015.
Tras un par de jornadas de fuertes vientos que ralentizaron el ritmo de llegadas a comienzos de semana —y que agolparon en el litoral turco a miles de migrantes ansiosos por cruzar—, en los dos últimos días se reanudó el peligroso tráfico de embarcaciones, en adversas condiciones meteorológicas, con fuertes corrientes y olas de hasta tres metros de altura en salida. A diferencia del verano, con mejor mar y a bordo de lanchas neumáticas más estables, los migrantes se embarcan ahora en barcazas “más endebles y baratas, pese a que ellos [los migrantes] pagan más caro el pasaje, y que transportan un mayor número de pasajeros en cada viaje”, según varios activistas de Samos y Lesbos consultados telefónicamente.
En el naufragio de hoy frente a Kalolimnos, al parecer debido a fuertes vientos que hicieron volcar la barcaza, de madera, hubo 35 muertos y 26 supervivientes; en el de Farmakonisi, un enclave casi despoblado y militarizado, 40 supervivientes lograron alcanzar a nado la costa pero seis niños y dos mujeres murieron ahogados; también iban en un barco de madera. En más de medio año de crisis, sólo hay un precedente similar, un naufragio que a finales de octubre costó la vida a medio centenar de personas, según varias ONG.
Los naufragios mortales y el frío no detienen el flujo de refugiados
Desde que empezó la crisis migratoria, han muerto al menos 900 personas en esta ruta del Mediterráneo oriental, según la Organización Mundial de las Migraciones (IOM, en sus siglas inglesas), que calificó los siniestros de hoy de “récord mortal”.
El número de llegadas por mar a la UE en lo que va de enero —habitualmente, el mes de menor actividad del año— se eleva a 37.000, es decir, más de seis veces más que la suma de llegadas registradas en el mismo periodo en 2014 y 2015. Farmakonisi y Kalolimnos son dos pequeñas islas equidistantes de Samos y Kos —junto con Lesbos, los principales puntos de entrada a Grecia por mar— y una ruta menor y alternativa, transitable cuando se incrementa la vigilancia en las rutas mayores. “El control de las llegadas en el norte de Lesbos, por ejemplo, desvió los barcos hacia el sur de la isla, haciendo más peligroso el viaje”, explica Óscar Camps, director de la ONG catalana Proactiva Open Arms, que efectúa operaciones de rescate en el Egeo desde mediados de septiembre.
Testimonios de supervivientes recogidos por la misión naval de la ONG Médicos Sin Fronteras —que hace unas semanas puso fin a sus operaciones en el Mediterráneo central pero que sigue operando en el Oriental— trazaban este viernes un panorama horripilante: familias enteras engullidas por las aguas; un refugiado sirio que perdió a su madre, su esposa y sus cuatro hijos; otro que vio ahogarse a su esposa embarazada y dos vástagos. Según testigos citados por Reuters, los ahogados en Kalolimnos no llevaban chalecos; las mismas fuentes sostenían que había también un número sin precisar de desaparecidos.
“Ya advertimos que esto iba a pasar, por las condiciones meteorológicas desfavorables y la necesidad ineludible que ellos [los refugiados] tienen de salvarse”, cuenta Camps. “La mayoría de los ahogados son mujeres y niños, y los recursos son los que son, aunque Frontex [la agencia europea de vigilancia de fronteras] y la guardia costera están trabajando mucho ahora”. Camps explica que los refugiados llegan ahora “en barcos grandes con daños estructurales que no pasarían una revisión, y que las mafias llenan con 150 o 200 personas. Son además embarcaciones con un calado que requiere un puerto para atracar, pero que embarrancan en las rocas a 150 o 200 metros de la costa”.
Pese a que las autoridades turcas hayan reiterado en ocasiones que están dispuestas a colaborar para frenar el flujo de refugiados, las aguas turcas siguen cobrándose vidas casi a diario. Según la agencia oficial Anadolu la guardia costera turca recuperó este viernes cuatro cadáveres, tres de ellos de niños, y rescató con vida a 43 personas, en su mayoría de nacionalidad siria, frente a la localidad de Didim.
En 2015 los rescates en aguas turcas rondaron los 80.000. Desde el acuerdo con la UE se ha incrementado la vigilancia y miles de refugiados y migrantes han sido detenidos desde entonces. Algunas ONG denuncian que a cientos de ellos se les ha enviado cientos de kilómetros tierra adentro, al interior de Turquía.
Farmakonisi, la tumba del Egeo
María Antonia Sánchez-Vallejo
Hace dos años, el 20 de enero de 2014, se produjo frente al islote de Farmakonisi el primer gran naufragio de refugiados en Grecia. Nueve mujeres y tres niños, todos afganos, murieron ahogados. Desde entonces ha habido otros más.
Varios supervivientes denunciaron entonces que los guardacostas griegos empujaron a gran velocidad la barca en que viajaban hacia aguas turcas, en un supuesto caso de pushback, o devolución en caliente.
Como ha denunciado el Consejo Europeo de Refugiados y Exiliados (ECRE, en sus siglas inglesas), el caso fue sobreseído en agosto de 2014 porque el fiscal halló “infundados” los testimonios de los supervivientes. Las ONG denunciaron que no se intentó siquiera rescatar al barco.
Condiciones adversas
M. A. SÁNCHEZ-VALLEJO / ANDRÉS MOURENZA
MADRID / ESTAMBUL
Días después de que se produjeran las primeras muertes por hipotermia entre los refugiados que tratan de alcanzar Europa por el Mediterráneo oriental, dos naufragios en aguas griegas, junto a un tercer siniestro frente a la costa turca, hicieron de la jornada de este viernes una de las más trágicas desde la eclosión de la crisis migratoria en la UE, en agosto. Al menos 43 personas (17 menores entre ellas) se ahogaron al hundirse dos embarcaciones en sendos islotes griegos. Pese a las adversas condiciones, el flujo de refugiados se ha incrementado con respecto a 2015.
Tras un par de jornadas de fuertes vientos que ralentizaron el ritmo de llegadas a comienzos de semana —y que agolparon en el litoral turco a miles de migrantes ansiosos por cruzar—, en los dos últimos días se reanudó el peligroso tráfico de embarcaciones, en adversas condiciones meteorológicas, con fuertes corrientes y olas de hasta tres metros de altura en salida. A diferencia del verano, con mejor mar y a bordo de lanchas neumáticas más estables, los migrantes se embarcan ahora en barcazas “más endebles y baratas, pese a que ellos [los migrantes] pagan más caro el pasaje, y que transportan un mayor número de pasajeros en cada viaje”, según varios activistas de Samos y Lesbos consultados telefónicamente.
En el naufragio de hoy frente a Kalolimnos, al parecer debido a fuertes vientos que hicieron volcar la barcaza, de madera, hubo 35 muertos y 26 supervivientes; en el de Farmakonisi, un enclave casi despoblado y militarizado, 40 supervivientes lograron alcanzar a nado la costa pero seis niños y dos mujeres murieron ahogados; también iban en un barco de madera. En más de medio año de crisis, sólo hay un precedente similar, un naufragio que a finales de octubre costó la vida a medio centenar de personas, según varias ONG.
Los naufragios mortales y el frío no detienen el flujo de refugiados
Desde que empezó la crisis migratoria, han muerto al menos 900 personas en esta ruta del Mediterráneo oriental, según la Organización Mundial de las Migraciones (IOM, en sus siglas inglesas), que calificó los siniestros de hoy de “récord mortal”.
El número de llegadas por mar a la UE en lo que va de enero —habitualmente, el mes de menor actividad del año— se eleva a 37.000, es decir, más de seis veces más que la suma de llegadas registradas en el mismo periodo en 2014 y 2015. Farmakonisi y Kalolimnos son dos pequeñas islas equidistantes de Samos y Kos —junto con Lesbos, los principales puntos de entrada a Grecia por mar— y una ruta menor y alternativa, transitable cuando se incrementa la vigilancia en las rutas mayores. “El control de las llegadas en el norte de Lesbos, por ejemplo, desvió los barcos hacia el sur de la isla, haciendo más peligroso el viaje”, explica Óscar Camps, director de la ONG catalana Proactiva Open Arms, que efectúa operaciones de rescate en el Egeo desde mediados de septiembre.
Testimonios de supervivientes recogidos por la misión naval de la ONG Médicos Sin Fronteras —que hace unas semanas puso fin a sus operaciones en el Mediterráneo central pero que sigue operando en el Oriental— trazaban este viernes un panorama horripilante: familias enteras engullidas por las aguas; un refugiado sirio que perdió a su madre, su esposa y sus cuatro hijos; otro que vio ahogarse a su esposa embarazada y dos vástagos. Según testigos citados por Reuters, los ahogados en Kalolimnos no llevaban chalecos; las mismas fuentes sostenían que había también un número sin precisar de desaparecidos.
“Ya advertimos que esto iba a pasar, por las condiciones meteorológicas desfavorables y la necesidad ineludible que ellos [los refugiados] tienen de salvarse”, cuenta Camps. “La mayoría de los ahogados son mujeres y niños, y los recursos son los que son, aunque Frontex [la agencia europea de vigilancia de fronteras] y la guardia costera están trabajando mucho ahora”. Camps explica que los refugiados llegan ahora “en barcos grandes con daños estructurales que no pasarían una revisión, y que las mafias llenan con 150 o 200 personas. Son además embarcaciones con un calado que requiere un puerto para atracar, pero que embarrancan en las rocas a 150 o 200 metros de la costa”.
Pese a que las autoridades turcas hayan reiterado en ocasiones que están dispuestas a colaborar para frenar el flujo de refugiados, las aguas turcas siguen cobrándose vidas casi a diario. Según la agencia oficial Anadolu la guardia costera turca recuperó este viernes cuatro cadáveres, tres de ellos de niños, y rescató con vida a 43 personas, en su mayoría de nacionalidad siria, frente a la localidad de Didim.
En 2015 los rescates en aguas turcas rondaron los 80.000. Desde el acuerdo con la UE se ha incrementado la vigilancia y miles de refugiados y migrantes han sido detenidos desde entonces. Algunas ONG denuncian que a cientos de ellos se les ha enviado cientos de kilómetros tierra adentro, al interior de Turquía.
Farmakonisi, la tumba del Egeo
María Antonia Sánchez-Vallejo
Hace dos años, el 20 de enero de 2014, se produjo frente al islote de Farmakonisi el primer gran naufragio de refugiados en Grecia. Nueve mujeres y tres niños, todos afganos, murieron ahogados. Desde entonces ha habido otros más.
Varios supervivientes denunciaron entonces que los guardacostas griegos empujaron a gran velocidad la barca en que viajaban hacia aguas turcas, en un supuesto caso de pushback, o devolución en caliente.
Como ha denunciado el Consejo Europeo de Refugiados y Exiliados (ECRE, en sus siglas inglesas), el caso fue sobreseído en agosto de 2014 porque el fiscal halló “infundados” los testimonios de los supervivientes. Las ONG denunciaron que no se intentó siquiera rescatar al barco.
Condiciones adversas