China paraliza la actividad de sus Bolsas tras registrar fuertes caídas
Una nueva espiral de venta masiva en la primera jornada del año activa el freno aprobado tras la tormenta del año pasado, que suspende la sesión si las pérdidas superan el 7%
Xavier Fontdeglòria
Pekín, El País
China no tuvo que esperar ni una jornada bursátil para poner en práctica el nuevo mecanismo que pretende terminar con la fuerte volatilidad de sus mercados de renta variable. La sesión de este lunes, la primera de 2016, estuvo protagonizada por una nueva espiral de ventas masivas que llevó a los principales títulos que cotizan en los parqués del país, Shanghái y Shenzhen, a registrar caídas superiores al 7%. Rebasado este umbral, a una hora y media de la hora de cierre habitual, la compraventa de títulos quedó suspendida de forma automática.
Las pérdidas se acumularon desde la apertura de sesión, tras un fin de semana en que se conocieron nuevos datos poco alentadores sobre la actividad manufacturera del país y después de que este lunes el banco central chino situara la tasa de referencia de la moneda, el yuan, en mínimos de casi cinco años con respecto al dólar estadounidense. A estos factores se añade el próximo levantamiento de la prohibición de venta de títulos que pesa sobre los grandes accionistas, aquellos que tienen más del 5% de una compañía, que podrán empezar a deshacer posiciones desde este viernes.
A las 13.12 hora local, el índice CSI 300, que recoge la evolución de los títulos de 300 compañías de ambos parqués, registraba una caída de más del 5%, lo que, en virtud de las nuevas normas que regulan los mercados, supone una suspensión de cotización de un cuarto de hora.
Pero, lejos de tranquilizar a los inversores, esta pausa aceleró el ritmo de las ventas una vez se reemprendió la compraventa de títulos. En solamente siete minutos el índice se dejó un 2% adicional, forzando así la suspensión prematura y definitiva de la sesión por primera vez en la historia. Shanghái cerró con una caída del 6,85% y Shenzhen del 8,19%, el mayor declive diario desde que en verano estallara la burbuja bursátil.
Entonces, las dudas sobre si tales caídas repercutirían en la economía real del país y un inoportuno cambio en la tasa de referencia del yuan, que provocó su mayor devaluación en años pusieron patas arriba los mercados financieros de medio mundo. Las autoridades respondieron con una intervención de facto de las Bolsas, en ocasiones con más de la mitad de los títulos suspendidos, estrictas limitaciones a la compraventa de acciones y hasta una investigación de la policía para determinar y aplacar presuntas “prácticas ilegales” en el sector que se ha saldado con numerosas detenciones.
A pesar de las numerosas medidas, los parqués terminaron perdiendo más de un 40% de su valor en pocas semanas, volatilizando miles de millones de euros. Sin embargo, a finales de año los inversores recuperaron la confianza y, de hecho, tanto Shanghái como Shenzhen cerraron 2015 en verde.
El batacazo de este lunes revivió las turbulencias del pasado verano y contagió al resto de parqués de la región —Hong Kong cedió un 2,7% y Tokio un 3,1% ante el resurgimiento de las dudas sobre los fundamentos de la mayor economía asiática—. Dos índices que reflejan el estado del potente sector manufacturero chino indicaron que en diciembre la actividad de las fábricas se contrajo a un ritmo mayor que en noviembre, lo que aleja la posibilidad de un repunte de la economía del país a corto plazo. China creció hasta septiembre un 6,9%, su tasa más baja del último cuarto de siglo, inmersa en pleno cambio de modelo. Que el yuan tocara mínimos también desató el temor a una mayor fuga de capitales.
Pero más allá de las preocupaciones por el estado de la economía China, los inversores del gigante asiático, generalmente influenciados por rumores y dados a las estampidas, se dejaron llevar por la expectativa de que los precios seguirán cayendo.
Por un lado, este viernes expira el veto a los grandes accionistas (los que poseen más de un 5% del capital social de una cotizada) de vender sus títulos, impuesto en plena tormenta bursátil el pasado verano. Se espera que el levantamiento de esta restricción se traduzca, a partir de la semana que viene, en otra racha de ventas que los pequeños inversores estarían tratando de evitar. Por otro lado, esta semana empiezan a negociarse en los parqués chinos acciones valoradas en unos 13.400 millones de euros que hasta el momento estaban sujetas a un periodo de bloqueo, según datos de SouthWest Securities.
También podría influir en sus decisiones, aunque a más largo plazo, el cambio de la normativa que regula las Ofertas Públicas de Valores (OPV), anunciada a finales de 2015. La nueva ley agiliza los trámites para salir a Bolsa, lo que hace temer a los inversores que aumente el número de compañías que cotizan en ambos parqués y que esta mayor oferta repercuta en una caída de los precios. Varios analistas consideran que se estarían descontando todos estos factores, lo que, sumado a la impulsividad de los millones de pequeños inversores chinos, ha convertido otra vez a los mercados de renta variable en una montaña rusa.
Xavier Fontdeglòria
Pekín, El País
China no tuvo que esperar ni una jornada bursátil para poner en práctica el nuevo mecanismo que pretende terminar con la fuerte volatilidad de sus mercados de renta variable. La sesión de este lunes, la primera de 2016, estuvo protagonizada por una nueva espiral de ventas masivas que llevó a los principales títulos que cotizan en los parqués del país, Shanghái y Shenzhen, a registrar caídas superiores al 7%. Rebasado este umbral, a una hora y media de la hora de cierre habitual, la compraventa de títulos quedó suspendida de forma automática.
Las pérdidas se acumularon desde la apertura de sesión, tras un fin de semana en que se conocieron nuevos datos poco alentadores sobre la actividad manufacturera del país y después de que este lunes el banco central chino situara la tasa de referencia de la moneda, el yuan, en mínimos de casi cinco años con respecto al dólar estadounidense. A estos factores se añade el próximo levantamiento de la prohibición de venta de títulos que pesa sobre los grandes accionistas, aquellos que tienen más del 5% de una compañía, que podrán empezar a deshacer posiciones desde este viernes.
A las 13.12 hora local, el índice CSI 300, que recoge la evolución de los títulos de 300 compañías de ambos parqués, registraba una caída de más del 5%, lo que, en virtud de las nuevas normas que regulan los mercados, supone una suspensión de cotización de un cuarto de hora.
Pero, lejos de tranquilizar a los inversores, esta pausa aceleró el ritmo de las ventas una vez se reemprendió la compraventa de títulos. En solamente siete minutos el índice se dejó un 2% adicional, forzando así la suspensión prematura y definitiva de la sesión por primera vez en la historia. Shanghái cerró con una caída del 6,85% y Shenzhen del 8,19%, el mayor declive diario desde que en verano estallara la burbuja bursátil.
Entonces, las dudas sobre si tales caídas repercutirían en la economía real del país y un inoportuno cambio en la tasa de referencia del yuan, que provocó su mayor devaluación en años pusieron patas arriba los mercados financieros de medio mundo. Las autoridades respondieron con una intervención de facto de las Bolsas, en ocasiones con más de la mitad de los títulos suspendidos, estrictas limitaciones a la compraventa de acciones y hasta una investigación de la policía para determinar y aplacar presuntas “prácticas ilegales” en el sector que se ha saldado con numerosas detenciones.
A pesar de las numerosas medidas, los parqués terminaron perdiendo más de un 40% de su valor en pocas semanas, volatilizando miles de millones de euros. Sin embargo, a finales de año los inversores recuperaron la confianza y, de hecho, tanto Shanghái como Shenzhen cerraron 2015 en verde.
El batacazo de este lunes revivió las turbulencias del pasado verano y contagió al resto de parqués de la región —Hong Kong cedió un 2,7% y Tokio un 3,1% ante el resurgimiento de las dudas sobre los fundamentos de la mayor economía asiática—. Dos índices que reflejan el estado del potente sector manufacturero chino indicaron que en diciembre la actividad de las fábricas se contrajo a un ritmo mayor que en noviembre, lo que aleja la posibilidad de un repunte de la economía del país a corto plazo. China creció hasta septiembre un 6,9%, su tasa más baja del último cuarto de siglo, inmersa en pleno cambio de modelo. Que el yuan tocara mínimos también desató el temor a una mayor fuga de capitales.
Pero más allá de las preocupaciones por el estado de la economía China, los inversores del gigante asiático, generalmente influenciados por rumores y dados a las estampidas, se dejaron llevar por la expectativa de que los precios seguirán cayendo.
Por un lado, este viernes expira el veto a los grandes accionistas (los que poseen más de un 5% del capital social de una cotizada) de vender sus títulos, impuesto en plena tormenta bursátil el pasado verano. Se espera que el levantamiento de esta restricción se traduzca, a partir de la semana que viene, en otra racha de ventas que los pequeños inversores estarían tratando de evitar. Por otro lado, esta semana empiezan a negociarse en los parqués chinos acciones valoradas en unos 13.400 millones de euros que hasta el momento estaban sujetas a un periodo de bloqueo, según datos de SouthWest Securities.
También podría influir en sus decisiones, aunque a más largo plazo, el cambio de la normativa que regula las Ofertas Públicas de Valores (OPV), anunciada a finales de 2015. La nueva ley agiliza los trámites para salir a Bolsa, lo que hace temer a los inversores que aumente el número de compañías que cotizan en ambos parqués y que esta mayor oferta repercuta en una caída de los precios. Varios analistas consideran que se estarían descontando todos estos factores, lo que, sumado a la impulsividad de los millones de pequeños inversores chinos, ha convertido otra vez a los mercados de renta variable en una montaña rusa.