Cameron y la UE acercan posturas para evitar la salida de Reino Unido
Los dos líderes discuten sobre un freno de emergencia a la inmigración
Lucía Abellán
Bruselas / Londres, El País
Londres tensa la cuerda que le une a Bruselas para obtener una victoria en la negociación sobre el futuro de Reino Unido en la Unión Europea. El primer ministro británico, David Cameron, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, avanzaron ayer en la espinosa discusión sobre cómo permitir al Gobierno británico restringir derechos a los ciudadanos comunitarios afincados en su territorio sin violar las normas europeas. Al mismo tiempo, ambas partes alegaron dificultades para alcanzar un acuerdo, con la idea de trasladar que se dejan la piel en un pacto que evite el Brexit.
Los contactos para evitar el Brexit (la salida de Reino Unido del club comunitario) han entrado en la recta final. Para abordarla, Cameron almorzó ayer con Juncker en Bruselas y más tarde se reunió con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Los líderes discutieron sobre un plan concreto para acomodar la demanda británica de excluir de determinados beneficios sociales a los ciudadanos europeos que hayan cotizado menos de cuatro años. Se trata de un llamado freno de emergencia que permitiría negar esas ayudas si suponen una carga inaceptable para el Estado de bienestar británico y siempre que lo apruebe la mayoría de Estados miembros.
Tanto Cameron como Juncker decidieron ofrecer una imagen ambivalente de la reunión. “Ahora hay una propuesta sobre la mesa. No es lo suficientemente buena, necesita más trabajo, pero estamos progresando”, valoró Cameron antes de partir hacia Londres. Aunque no hubo declaraciones del Ejecutivo comunitario, una fuente aseguró a este diario que el encuentro fue “difícil pero constructivo”. Una visión similar a la que trasladó el presidente de la Eurocámara, que recibió a Cameron por la tarde. Pese a mostrar cercanía, Schulz sugirió al gobernante británico que sus demandas son mal recibidas en muchos lugares de Europa. “Hay mucha gente que piensa que debemos ser más sociales, más responsables y más orientados hacia el bienestar, esto también existe en la UE. Tenemos que ver si las dos caras [la británica y el resto] son compatibles. Mi sensación es que sí. Soy optimista sobre la idea de lograr un acuerdo a mediados de febrero”, confió el dirigente alemán.
Las discusiones se prolongarán durante el fin de semana y culminarán el domingo, con una visita del líder del Consejo Europeo, Donald Tusk, a la residencia de Cameron. Como representante de los Estados miembros, Tusk es el encargado de redactar un borrador de acuerdo y de ponerlo sobre la mesa a los 28 líderes europeos, algo que probablemente ocurrirá el lunes, según fuentes comunitarias.
Ese documento deberá incluir la idea que la prensa británica desveló ayer como clave para convencer a Cameron de que puede controlar su gasto social aun permaneciendo en la UE. El llamado freno de emergencia supone un intento de sortear la oposición frontal que suscita entre los otros socios la petición de Cameron, la cuarta de la lista que el primer ministro envió por carta a la Comisión en noviembre. Ese freno, una idea que se estudia desde hace semanas, estaría a disposición de todos los Estados miembros, no solo de Reino Unido, y su aplicación no sería competencia del Parlamento británico sino que debería aprobarla la mayoría de los socios europeos. Formalmente, requeriría reformas legales pero no abrir los tratados, una opción de la que todos recelan.
La meta de febrero
Con la discusión de ayer, los líderes tratan de superar los últimos obstáculos para que Cameron pueda salir de la cumbre del 18 y 19 de febrero con un acuerdo bajo el brazo. Las fuentes consultadas en Bruselas aseguran que existe voluntad por las dos partes, pero tratan de encontrar el encaje legal que permita acomodar todas las posturas. Y no descartan que finalmente la solución se postergue.
Sobre el freno de emergencia, más que en la esencia, la principal duda reside en la fórmula jurídica que se emplee para garantizarlo. Existe el riesgo de que el Tribunal Europeo de Justicia —incluso los tribunales británicos— amparen a ciudadanos que vean negadas sus prestaciones a cuenta de esta nueva cláusula. Los expertos comunitarios tratan de garantizar que lo pactado no colisione con las normas europeas.
Más allá de la solución legal, lo más probable es que se acabe alcanzando un acuerdo. Pese a los recelos del resto de Estados, nadie quiere ver cómo Reino Unido se marcha de la UE. Especialmente en un momento en que el proyecto está amenazado por crisis de largo alcance, como la de refugiados. Aun así, las posturas maximalistas durarán todavía unos días porque tanto Cameron como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tienen que garantizar a sus respectivas audiencias que luchan hasta al final para lograr el mejor acuerdo.
Lucía Abellán
Bruselas / Londres, El País
Londres tensa la cuerda que le une a Bruselas para obtener una victoria en la negociación sobre el futuro de Reino Unido en la Unión Europea. El primer ministro británico, David Cameron, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, avanzaron ayer en la espinosa discusión sobre cómo permitir al Gobierno británico restringir derechos a los ciudadanos comunitarios afincados en su territorio sin violar las normas europeas. Al mismo tiempo, ambas partes alegaron dificultades para alcanzar un acuerdo, con la idea de trasladar que se dejan la piel en un pacto que evite el Brexit.
Los contactos para evitar el Brexit (la salida de Reino Unido del club comunitario) han entrado en la recta final. Para abordarla, Cameron almorzó ayer con Juncker en Bruselas y más tarde se reunió con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Los líderes discutieron sobre un plan concreto para acomodar la demanda británica de excluir de determinados beneficios sociales a los ciudadanos europeos que hayan cotizado menos de cuatro años. Se trata de un llamado freno de emergencia que permitiría negar esas ayudas si suponen una carga inaceptable para el Estado de bienestar británico y siempre que lo apruebe la mayoría de Estados miembros.
Tanto Cameron como Juncker decidieron ofrecer una imagen ambivalente de la reunión. “Ahora hay una propuesta sobre la mesa. No es lo suficientemente buena, necesita más trabajo, pero estamos progresando”, valoró Cameron antes de partir hacia Londres. Aunque no hubo declaraciones del Ejecutivo comunitario, una fuente aseguró a este diario que el encuentro fue “difícil pero constructivo”. Una visión similar a la que trasladó el presidente de la Eurocámara, que recibió a Cameron por la tarde. Pese a mostrar cercanía, Schulz sugirió al gobernante británico que sus demandas son mal recibidas en muchos lugares de Europa. “Hay mucha gente que piensa que debemos ser más sociales, más responsables y más orientados hacia el bienestar, esto también existe en la UE. Tenemos que ver si las dos caras [la británica y el resto] son compatibles. Mi sensación es que sí. Soy optimista sobre la idea de lograr un acuerdo a mediados de febrero”, confió el dirigente alemán.
Las discusiones se prolongarán durante el fin de semana y culminarán el domingo, con una visita del líder del Consejo Europeo, Donald Tusk, a la residencia de Cameron. Como representante de los Estados miembros, Tusk es el encargado de redactar un borrador de acuerdo y de ponerlo sobre la mesa a los 28 líderes europeos, algo que probablemente ocurrirá el lunes, según fuentes comunitarias.
Ese documento deberá incluir la idea que la prensa británica desveló ayer como clave para convencer a Cameron de que puede controlar su gasto social aun permaneciendo en la UE. El llamado freno de emergencia supone un intento de sortear la oposición frontal que suscita entre los otros socios la petición de Cameron, la cuarta de la lista que el primer ministro envió por carta a la Comisión en noviembre. Ese freno, una idea que se estudia desde hace semanas, estaría a disposición de todos los Estados miembros, no solo de Reino Unido, y su aplicación no sería competencia del Parlamento británico sino que debería aprobarla la mayoría de los socios europeos. Formalmente, requeriría reformas legales pero no abrir los tratados, una opción de la que todos recelan.
La meta de febrero
Con la discusión de ayer, los líderes tratan de superar los últimos obstáculos para que Cameron pueda salir de la cumbre del 18 y 19 de febrero con un acuerdo bajo el brazo. Las fuentes consultadas en Bruselas aseguran que existe voluntad por las dos partes, pero tratan de encontrar el encaje legal que permita acomodar todas las posturas. Y no descartan que finalmente la solución se postergue.
Sobre el freno de emergencia, más que en la esencia, la principal duda reside en la fórmula jurídica que se emplee para garantizarlo. Existe el riesgo de que el Tribunal Europeo de Justicia —incluso los tribunales británicos— amparen a ciudadanos que vean negadas sus prestaciones a cuenta de esta nueva cláusula. Los expertos comunitarios tratan de garantizar que lo pactado no colisione con las normas europeas.
Más allá de la solución legal, lo más probable es que se acabe alcanzando un acuerdo. Pese a los recelos del resto de Estados, nadie quiere ver cómo Reino Unido se marcha de la UE. Especialmente en un momento en que el proyecto está amenazado por crisis de largo alcance, como la de refugiados. Aun así, las posturas maximalistas durarán todavía unos días porque tanto Cameron como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tienen que garantizar a sus respectivas audiencias que luchan hasta al final para lograr el mejor acuerdo.