El vicepresidente de Brasil se aleja de Rousseff a través de una carta
Temer, en una carta a Rousseff, dice que se siente menospreciado y un "vice" de adorno
El momento es delicado para la presidenta, que se enfrenta a un proceso de destitución
Afonso Benites
Brasília, El País
El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, del centrista Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), abandonó el lunes una de sus principales características, la discreción, y expuso, a través de una carta, su disconformidad con el Gobierno de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT). Lo hizo en un momento particularmente delicado para la presidenta: cinco días después de que el presidente de la Cámara de los Diputados, el polémico Eduardo Cunha, también del PMDB, aceptara la apertura del proceso de destitución contra Rousseff, debilitándola aún más.
“Las palabras vuelan, los escritos permanecen”, arranca el texto, en el que demuestra su resentimiento con el Gobierno, del cual es vicepresidente desde hace cinco años. “Los cuatro primeros años de Gobierno fui un vice de adorno. Usted lo sabe. Perdí el protagonismo político que tuve en el pasado y que podría haber sido usado por el Gobierno. Solo me llamaban para solucionar las votaciones del PMDB y las crisis políticas”, prosigue.
Se supone que el documento era un duro desahogo secreto entre un jefe de Estado y su aliado. Pero la filtración intencionada a la prensa y el contenido de la carta exponen una clara rotura entre ambos líderes en un momento clave de la crisis política de Brasil, en el que el Ejecutivo de Rousseff se prepara para enfrentar en el Congreso Nacional una dura batalla contra la destitución.
La carta, de 901 palabras y con fecha de 7 de diciembre, aclara de una vez las dudas acerca de la posición del vicepresidente con relación al impeachment (destitución) y su relación con el Gobierno. Temer había dado varias señales a lo largo de los últimos meses de que se estaba alejando de Rousseff: había manifestado en un discurso que era necesario “unificar el país”; ministros cercanos a Temer dimitieron (el último fue Eliseu Padilha, de la Secretaría de Aviación Civil, este lunes); su ausencia en importantes discursos y reuniones del Gobierno; y la exposición pública de un conjunto de directrices del PMDB, titulado “un puente para el futuro”, en el que se criticaba la política económica de Rousseff al tiempo que se ignoraban los avances sociales.
“Estaba claro que, en algún momento, la ruptura se produciría. No hay quien aguante ser dado de lado todo el tiempo. Ni siquiera él, que es una persona tranquila”, afirmó a EL PAÍS un diputado cercano al vicepresidente.
Dos otros políticos cercanos a Temer aseguraron a EL PAÍS que la carta demuestra que el vicepresidente está ahora libre para seguir el camino que quiera, sea el de esperar la destitución para obtener el cargo de Rousseff o el de negociar con la oposición para lograrlo. La semana pasada, Temer se reunió con cinco senadores opositores y dijo que estaba abierto a conversaciones con todos los sectores de la sociedad, algo que admite en la carta. “Soy un demócrata y sí, señora Presidenta, converso con la oposición. Siempre lo hice en los 24 años en los que estuve en el Parlamento”.
Temer es también el presidente de su partido y, con la carta, puede influir en los votos de los que todavía están indecisos en su partido sobre el impeachment. Así, puede que finalmente pasen a respaldar la destitución. Además, se trata de un duro golpe al Gobierno después de que se haya pasado días movilizando a juristas, aliados políticos y a sus bases sociales en contra de la destitución. Mientras, el proceso de destitución sigue su curso: está previsto que en los próximos días se forme una comisión que evaluará —y votará— para pasar la primera fase. Paralelamente, el próximo domingo, día 13, están previstas masivas movilizaciones favorables a la destitución.
El momento es delicado para la presidenta, que se enfrenta a un proceso de destitución
Afonso Benites
Brasília, El País
El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, del centrista Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), abandonó el lunes una de sus principales características, la discreción, y expuso, a través de una carta, su disconformidad con el Gobierno de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT). Lo hizo en un momento particularmente delicado para la presidenta: cinco días después de que el presidente de la Cámara de los Diputados, el polémico Eduardo Cunha, también del PMDB, aceptara la apertura del proceso de destitución contra Rousseff, debilitándola aún más.
“Las palabras vuelan, los escritos permanecen”, arranca el texto, en el que demuestra su resentimiento con el Gobierno, del cual es vicepresidente desde hace cinco años. “Los cuatro primeros años de Gobierno fui un vice de adorno. Usted lo sabe. Perdí el protagonismo político que tuve en el pasado y que podría haber sido usado por el Gobierno. Solo me llamaban para solucionar las votaciones del PMDB y las crisis políticas”, prosigue.
Se supone que el documento era un duro desahogo secreto entre un jefe de Estado y su aliado. Pero la filtración intencionada a la prensa y el contenido de la carta exponen una clara rotura entre ambos líderes en un momento clave de la crisis política de Brasil, en el que el Ejecutivo de Rousseff se prepara para enfrentar en el Congreso Nacional una dura batalla contra la destitución.
La carta, de 901 palabras y con fecha de 7 de diciembre, aclara de una vez las dudas acerca de la posición del vicepresidente con relación al impeachment (destitución) y su relación con el Gobierno. Temer había dado varias señales a lo largo de los últimos meses de que se estaba alejando de Rousseff: había manifestado en un discurso que era necesario “unificar el país”; ministros cercanos a Temer dimitieron (el último fue Eliseu Padilha, de la Secretaría de Aviación Civil, este lunes); su ausencia en importantes discursos y reuniones del Gobierno; y la exposición pública de un conjunto de directrices del PMDB, titulado “un puente para el futuro”, en el que se criticaba la política económica de Rousseff al tiempo que se ignoraban los avances sociales.
“Estaba claro que, en algún momento, la ruptura se produciría. No hay quien aguante ser dado de lado todo el tiempo. Ni siquiera él, que es una persona tranquila”, afirmó a EL PAÍS un diputado cercano al vicepresidente.
Dos otros políticos cercanos a Temer aseguraron a EL PAÍS que la carta demuestra que el vicepresidente está ahora libre para seguir el camino que quiera, sea el de esperar la destitución para obtener el cargo de Rousseff o el de negociar con la oposición para lograrlo. La semana pasada, Temer se reunió con cinco senadores opositores y dijo que estaba abierto a conversaciones con todos los sectores de la sociedad, algo que admite en la carta. “Soy un demócrata y sí, señora Presidenta, converso con la oposición. Siempre lo hice en los 24 años en los que estuve en el Parlamento”.
Temer es también el presidente de su partido y, con la carta, puede influir en los votos de los que todavía están indecisos en su partido sobre el impeachment. Así, puede que finalmente pasen a respaldar la destitución. Además, se trata de un duro golpe al Gobierno después de que se haya pasado días movilizando a juristas, aliados políticos y a sus bases sociales en contra de la destitución. Mientras, el proceso de destitución sigue su curso: está previsto que en los próximos días se forme una comisión que evaluará —y votará— para pasar la primera fase. Paralelamente, el próximo domingo, día 13, están previstas masivas movilizaciones favorables a la destitución.