“El tirador de San Bernardino es mi vecino. El idiota ha usado mi arma”
El interrogatorio a Enrique Márquez, detenido por colaborar con el yihadista de California, proporciona un relato aterrador de la radicalización de Syed Farook desde su adolescencia
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Primero, bombas para crear el caos. Después, ejecutar a tiros a las víctimas aterrorizadas. Syed Farook llevaba al menos cinco años planeando un atentado así. Tuvo en mente objetivos como los conductores de una autopista, o los estudiantes de su universidad. Finalmente, lo hizo contra sus compañeros de trabajo de los servicios de salud de San Bernardino, California, el pasado 2 de diciembre, durante una fiesta de Navidad. Mientras Estados Unidos buscaba respuestas, un hombre de 24 años llamado Enrique Márquez, que trabaja en un Walmart cercano, las tenía casi todas.
Al día siguiente, Márquez llamó al teléfono de emergencias 911. Dijo que se quería suicidar.
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué te quieres suicidar?
- No sé. Mi vecino. Es el tirador de San Bernardino.
- ¿Tu vecino estaba en el tiroteo de San Bernardino? ¿Murió o era el tirador?
- Era el tirador.
- ¿El tirador?
- El idiota ha utilizado mi arma.
La secuencia exacta de los hechos
El pliego de cargos contra Enrique Márquez revela también la secuencia exacta del atentado, según la información recopilada por los investigadores.
El pasado día 2 de diciembre, entre las 8:43 y las 8:47 de la mañana, una mujer buscaba material en las redes sociales sobre ISIS, el grupo terrorista que opera en Irak y Siria. La mujer fue identificada posteriormente como Tashfeen Malik, paquistaní de 29 años, residente en Redlands, en el área de San Bernardino, California.
A esa misma hora, su marido, Syed Farook, norteamericano de 28 años, llegaba al Inland Regional Center, un centro para discapacitados en una de cuyas salas sus compañeros en el departamento de sanidad del condado de San Bernardino iban a celebrar la fiesta de Navidad. Entró en el local a las 9.05, pasó una hora y media allí con sus víctimas y a las 10:37 salió del local, dejando tras de sí una bolsa. Horas después, los agentes descubrieron que dentro había tres bombas caseras unidas a un sistema de detonación que falló.
A las 10:58, un todoterreno negro aparcó frente a la entrada. Al menos un individuo con equipamiento militar se bajó entró en el local y disparó a sangre fría contra los presentes. Murieron 14 personas y 21 resultaron heridas. A las 11:14 de la mañana, alguien puso en Facebook un mensaje que decía: “Juramos lealtad al califa Abu Baker Al Bagdadi”, líder de ISIS y su califato islámico. La cuenta sería identificada después como un seudónimo de Malik.
Cuatro horas después, entre las 15:00 y las 16:00 el vehículo fue identificado cerca de la casa de los Farook. Tras una persecución por las calles de Redlands, sus ocupantes abrieron fuego contra la policía desde el asiento trasero y desde el asiento del conductor. Recibieron miles de disparos. Eran Syed Farook y Tashfeen Malik, armados con los rifles de asalto comprados por Enrique Márquez. Tenían una niña de seis meses.
Ese día, Márquez se bebió nueve botellas de cerveza y se presentó en un hospital, donde fue ingresado en el módulo de psiquiatría. Entre el 6 de diciembre y el pasado jueves, agentes del FBI fueron a interrogarlo a diario. El jueves fue detenido y puesto a disposición judicial. El resultado de todas esas conversaciones se recoge en el pliego de cargos presentado, y arroja el que seguramente es el relato más completo que haya hecho nadie fuera de Guantánamo sobre un intento de atentado islamista en Estados Unidos.
Márquez se mudó a Riverside, en los suburbios del Este de Los Ángeles, en 2004. Tenía 13 años y se hizo amigo de su vecino de 17, Syed Farook, estadounidense hijo de inmigrantes paquistaníes. Farook tenía una gran influencia sobre Márquez. En 2007, se convirtió al islam. Según su relato ante los investigadores, ambos escuchaban las enseñanzas de Anuar El Aulaki, líder de Al Qaeda en Yemen, en su discurso El más allá. Farook proporcionaba a Márquez todo tipo de material fundamentalista disponible en Internet, como la revista Inspire Magazine, la publicación oficial de Al Qaeda en la Península Arábiga, y vídeos de la milicia Al Shabab, asegura el relato de la fiscalía basado en los interrogatorios.
En algún momento de 2011, la conversación entre los dos jóvenes dio un salto importante. Empezaron a planear atentados. Se les ocurrió, según ha relatado Márquez, atacar la biblioteca de la universidad local pública de Riverside, a la que habían acudido ambos. El plan era arrojar bombas caseras en el interior y después disparar contra la gente mientras salía por la puerta. Márquez ha contado con todo detalle que también querían atentar de forma similar en una autopista. Tirarían bombas a la calzada para bloquear el tráfico. Después, Farook caminaría entre los coches ejecutando a tiros a los conductores atrapados. La tarea de Márquez era disparar desde una colina cercana a los policías y las ambulancias que se acercaran. Márquez ha señalado a los investigadores en Google Maps el lugar exacto donde planeaban hacerlo, un tramo sin salidas de la autopista 91, para que no hubiera escapatoria. Tan seguros estaban de sus planes que Márquez compró los dos rifles de asalto que finalmente Farook utilizó el pasado día 2. Los compró él, ha confesado, porque es de raza blanca. Temían que el aspecto árabe de Farook le trajera problemas con el control de antecedentes. Le costaron 750 dólares cada uno.
En algún momento de 2012, dejaron de hablar de estas cosas y se distanciaron, asegura Márquez. Él se empezó a preocupar tras la detención de varias personas por aquella época en la misma zona por planificar un viaje para unirse a Al Qaeda y matar norteamericanos. Uno de ellos, Ralph Deleon, fue condenado el pasado febrero a 25 años de cárcel. A pesar de este distanciamiento, en 2014 Márquez accedió a casarse con una familiar del hermano de Farook para conseguir la residencia a cambio de 200 dólares al mes. No consta que tuvieran contacto posterior.
Además de arrojar luz sobre el misterio de Syed Farook, cuya familia y amigos dicen estar impactados de que pudiera hacer algo así, el relato de Márquez echa por tierra la impresión inicial de que fue Tashfeen Malik, una mujer paquistaní educada en Ryad con una visión muy conservadora del Islam, la que aceleró la radicalización de su esposo norteamericano. Farook buscaba un compañero para matar a sus vecinos desde hacía años, mucho antes de conocerla.
Durante los diez días de interrogatorios, Márquez ha tenido derecho a permanecer callado para no autoincriminarse. También ha tenido derecho a que hubiera un abogado presente en su declaración. Cada día, los agentes que iban a visitarlo le recordaban estos derechos y cada día renunció a ellos. Se le imputan cargos de conspiración para facilitar armas a terroristas, mentir en la compra de las armas y participar en un matrimonio de conveniencia. Las penas máximas sumarían 35 años. Tras comparecer ante un juez federal de Riverside fue enviado a prisión sin fianza.
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Primero, bombas para crear el caos. Después, ejecutar a tiros a las víctimas aterrorizadas. Syed Farook llevaba al menos cinco años planeando un atentado así. Tuvo en mente objetivos como los conductores de una autopista, o los estudiantes de su universidad. Finalmente, lo hizo contra sus compañeros de trabajo de los servicios de salud de San Bernardino, California, el pasado 2 de diciembre, durante una fiesta de Navidad. Mientras Estados Unidos buscaba respuestas, un hombre de 24 años llamado Enrique Márquez, que trabaja en un Walmart cercano, las tenía casi todas.
Al día siguiente, Márquez llamó al teléfono de emergencias 911. Dijo que se quería suicidar.
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué te quieres suicidar?
- No sé. Mi vecino. Es el tirador de San Bernardino.
- ¿Tu vecino estaba en el tiroteo de San Bernardino? ¿Murió o era el tirador?
- Era el tirador.
- ¿El tirador?
- El idiota ha utilizado mi arma.
La secuencia exacta de los hechos
El pliego de cargos contra Enrique Márquez revela también la secuencia exacta del atentado, según la información recopilada por los investigadores.
El pasado día 2 de diciembre, entre las 8:43 y las 8:47 de la mañana, una mujer buscaba material en las redes sociales sobre ISIS, el grupo terrorista que opera en Irak y Siria. La mujer fue identificada posteriormente como Tashfeen Malik, paquistaní de 29 años, residente en Redlands, en el área de San Bernardino, California.
A esa misma hora, su marido, Syed Farook, norteamericano de 28 años, llegaba al Inland Regional Center, un centro para discapacitados en una de cuyas salas sus compañeros en el departamento de sanidad del condado de San Bernardino iban a celebrar la fiesta de Navidad. Entró en el local a las 9.05, pasó una hora y media allí con sus víctimas y a las 10:37 salió del local, dejando tras de sí una bolsa. Horas después, los agentes descubrieron que dentro había tres bombas caseras unidas a un sistema de detonación que falló.
A las 10:58, un todoterreno negro aparcó frente a la entrada. Al menos un individuo con equipamiento militar se bajó entró en el local y disparó a sangre fría contra los presentes. Murieron 14 personas y 21 resultaron heridas. A las 11:14 de la mañana, alguien puso en Facebook un mensaje que decía: “Juramos lealtad al califa Abu Baker Al Bagdadi”, líder de ISIS y su califato islámico. La cuenta sería identificada después como un seudónimo de Malik.
Cuatro horas después, entre las 15:00 y las 16:00 el vehículo fue identificado cerca de la casa de los Farook. Tras una persecución por las calles de Redlands, sus ocupantes abrieron fuego contra la policía desde el asiento trasero y desde el asiento del conductor. Recibieron miles de disparos. Eran Syed Farook y Tashfeen Malik, armados con los rifles de asalto comprados por Enrique Márquez. Tenían una niña de seis meses.
Ese día, Márquez se bebió nueve botellas de cerveza y se presentó en un hospital, donde fue ingresado en el módulo de psiquiatría. Entre el 6 de diciembre y el pasado jueves, agentes del FBI fueron a interrogarlo a diario. El jueves fue detenido y puesto a disposición judicial. El resultado de todas esas conversaciones se recoge en el pliego de cargos presentado, y arroja el que seguramente es el relato más completo que haya hecho nadie fuera de Guantánamo sobre un intento de atentado islamista en Estados Unidos.
Márquez se mudó a Riverside, en los suburbios del Este de Los Ángeles, en 2004. Tenía 13 años y se hizo amigo de su vecino de 17, Syed Farook, estadounidense hijo de inmigrantes paquistaníes. Farook tenía una gran influencia sobre Márquez. En 2007, se convirtió al islam. Según su relato ante los investigadores, ambos escuchaban las enseñanzas de Anuar El Aulaki, líder de Al Qaeda en Yemen, en su discurso El más allá. Farook proporcionaba a Márquez todo tipo de material fundamentalista disponible en Internet, como la revista Inspire Magazine, la publicación oficial de Al Qaeda en la Península Arábiga, y vídeos de la milicia Al Shabab, asegura el relato de la fiscalía basado en los interrogatorios.
En algún momento de 2011, la conversación entre los dos jóvenes dio un salto importante. Empezaron a planear atentados. Se les ocurrió, según ha relatado Márquez, atacar la biblioteca de la universidad local pública de Riverside, a la que habían acudido ambos. El plan era arrojar bombas caseras en el interior y después disparar contra la gente mientras salía por la puerta. Márquez ha contado con todo detalle que también querían atentar de forma similar en una autopista. Tirarían bombas a la calzada para bloquear el tráfico. Después, Farook caminaría entre los coches ejecutando a tiros a los conductores atrapados. La tarea de Márquez era disparar desde una colina cercana a los policías y las ambulancias que se acercaran. Márquez ha señalado a los investigadores en Google Maps el lugar exacto donde planeaban hacerlo, un tramo sin salidas de la autopista 91, para que no hubiera escapatoria. Tan seguros estaban de sus planes que Márquez compró los dos rifles de asalto que finalmente Farook utilizó el pasado día 2. Los compró él, ha confesado, porque es de raza blanca. Temían que el aspecto árabe de Farook le trajera problemas con el control de antecedentes. Le costaron 750 dólares cada uno.
En algún momento de 2012, dejaron de hablar de estas cosas y se distanciaron, asegura Márquez. Él se empezó a preocupar tras la detención de varias personas por aquella época en la misma zona por planificar un viaje para unirse a Al Qaeda y matar norteamericanos. Uno de ellos, Ralph Deleon, fue condenado el pasado febrero a 25 años de cárcel. A pesar de este distanciamiento, en 2014 Márquez accedió a casarse con una familiar del hermano de Farook para conseguir la residencia a cambio de 200 dólares al mes. No consta que tuvieran contacto posterior.
Además de arrojar luz sobre el misterio de Syed Farook, cuya familia y amigos dicen estar impactados de que pudiera hacer algo así, el relato de Márquez echa por tierra la impresión inicial de que fue Tashfeen Malik, una mujer paquistaní educada en Ryad con una visión muy conservadora del Islam, la que aceleró la radicalización de su esposo norteamericano. Farook buscaba un compañero para matar a sus vecinos desde hacía años, mucho antes de conocerla.
Durante los diez días de interrogatorios, Márquez ha tenido derecho a permanecer callado para no autoincriminarse. También ha tenido derecho a que hubiera un abogado presente en su declaración. Cada día, los agentes que iban a visitarlo le recordaban estos derechos y cada día renunció a ellos. Se le imputan cargos de conspiración para facilitar armas a terroristas, mentir en la compra de las armas y participar en un matrimonio de conveniencia. Las penas máximas sumarían 35 años. Tras comparecer ante un juez federal de Riverside fue enviado a prisión sin fianza.