Yihadistas de familia: por qué en algunos atentados, como el de París, participan hermanos

La educación y otros factores provocan que la mayor parte de las veces los familiares participen o estén enterados de los ataques terroristas.

Javier Taeño | Gaceta trotamundos
Solo hay que examinar a los autores de algunos de los atentados que se han producido en los últimos años para darse cuenta que es una realidad que se sigue repitiendo de tal manera que permite crear una serie de patrones. En París hemos tenido el último ejemplo, pero a buen seguro que no será el único.


Dos de los terroristas implicados en los atentados, Ibrahim Abdeslam, que se inmoló frente al restaurante Comptoir Voltaire, y Salah Abdeslam, que está en búsqueda y captura ya que fue el responsable de alquilar el coche que trasladó a los atacantes, eran hermanos.

Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, que atentaron en la maratón de Boston en abril de 2013 compartían el mismo parentesco. También los hermanos Kouachi que atacaron la sede de Charlie Hebdo a principios de 2015 y provocaron una auténtica matanza en la sede de la satírica publicación francesa. ¿Pero por qué ocurre esto?

En primer lugar hay que pensar en la educación. Hermanos, padres o amigos cercanos reciben el mismo tipo de enseñanzas desde que son pequeños. Si por ejemplo una familia se ha radicalizado, será más habitual que los hijos reciban esas mismas ideas y que en contacto con conocidos se vayan generalizando y expandiendo.

Por eso, en algunas ocasiones se observa que en ataques tan planificados existe el componente familiar, ya sea porque están participando directamente en el ataque o porque conocen de antemano las intenciones de los que lo van a llevar a cabo. Esto incluso se aplica a los que actúan solos, conocidos popularmente como lobos solitarios, ya que un estudio de la Universidad Estatal de Pennsylvania concluyó que en un 64% de los casos la familia estaba al tanto de las intenciones del terrorista porque se lo había contado.

Otro de los factores es por las situaciones que les ha tocado vivir en la vida. Con países como Siria e Irak en conflicto permanente, circunstancias como la muerte de seres queridos, el dolor o la destrucción de su vida anterior puede provocar que se produzca una radicalización que les puede llegar a convertir en potenciales terroristas. También hay que tener en cuenta que el hecho de que ya haya un familiar en un grupo genera una mayor implicación del individuo.

Finalmente, hay que alertar del peligro de las generalizaciones. El hecho de que en ocasiones la familia esté enterada, no puede hacer que ante cualquier atentado los padres, madres o hermanos sean considerados sospechosos. El último ejemplo ha sido en París, cuando la policía arrestó a Mohammed, hermano de Ibrahim y Salah, pero era totalmente inocente y no tenía ni idea de las actividades de sus dos hermanos. De hecho, confesó que sus padres estaban totalmente destrozados por lo que había pasado.

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