¿Por qué se suicidan tanto los desertores de Corea del Norte que llegan al sur?
Corea, BBC
Alrededor del mundo, millones de personas huyen de regímenes opresivos y países en conflicto, pero ¿qué tan a menudo esas personas encuentran una nueva y mejor vida en los lugares a los que llegan?
Las estadísticas indican que un importante número de desertores de Corea del Norte se están suicidando después de huir de su país. (En la actualidad, en Corea del Sur viven aproximadamente 25.000 personas que han huido de Corea del Norte).
Es posible que hayamos escuchado sobre estos desertores célebres: escriben libros que se venden por toneladas y aparecen recurrentemente en televisión.
Y por eso ganan miles de dólares: por hablar en una conferencia sobre los horrores que vivieron bajo el control del estrictísimo régimen norcoreano.
Pero algunas de estas historias tienen un lado muy oscuro.
En Corea del Sur, las estadísticas revelaron una verdad: el ministro de Unificación dijo que el 15% de los desertores del vecino país del norte que mueren al año son por suicidios.
El doble de la tasa de suicidios de una población que tiene, de por sí, uno de los índices más altos del planeta.
Por supuesto, hay varios factores involucrados. Uno de ellos es que el hogar que han dejado está cerca, pero es a la vez inalcanzable.
Otro aspecto es su nueva realidad económica, muy distinta a la que se presenta en las telenovelas edulcoradas que llegan de contrabando a Corea del Norte.
Por ejemplo, Kim Song-il acaba de empezar un nuevo empeño económico, el séptimo desde que huyó de Corea del Norte hace 14 años.
Fue conductor de buses, obrero de construcción y dirigió un restaurante.
En este momento se inicia en otro negocio: vender pollo en trozos. Compra el animal entero y con sus empleados lo despedazan y lo venden de forma separada en bolsas que van al congelador.
“Cuando mi primer emprendimiento fracasó, traté de matarme tres veces. Me tengo que recordar cada tanto todo lo que arriesgué para llegar a hasta acá“, dice.
Parte de esa dificultad es que en el Norte él era un militar que acostumbraba a dar órdenes. Recibir órdenes como empleado no ha sido fácil.
El año pasado se presentaron 1.400 casos de deserción. En una sola dirección: desde el Norte hacia el Sur.
O casi siempre en una sola dirección. Kim Ryen-hi dio una conmovedora rueda de prensa en las últimas semanas donde anunciaba que quería volver a casa.
Hace cuatro años ella huyó de Corea del Norte a través de China, pero ahora extraña terriblemente su país natal.
“La libertad y otras cosas que he obtenido acá no son tan importantes como mi familia y mi casa. Quiero volver a estar con mi familia, aún si muero de hambre”, dijo el hombre.
Lee Yung-hee desertó hace 14 años y ahora gerencia un restaurante bastante popular ubicado en una localidad a dos horas de Seúl llamado “Max Burrito”.
En el Norte, ella nunca había oído hablar sobre este popular plato tex-mex, pero cuando llegó a Corea del Sur se consiguió un trabajo en una venta de kebab –rollos de carne- y pensó que añadiéndole un poco de arroz podría tener un sabor más “coreano”.
El resultado fue algo parecido al burrito y Lee Yung-hee se metió de lleno en el negocio de la comida tex-mex, en el que ha tenido un enorme éxito.
“Cuando llegué a Corea del Sur todo parecía muy distinto. Para ser exitosa tuve que empezar desde cero”, afirmó.
A lo que el gobierno responde que los desertores no quieren pasar prolongados periodos de capacitación.
Algunos grupos cristianos proveen entrenamiento vocacional y afirman que funciona enseñar cosas simples como preparar café en una cafetería.
Pero es la falta de oportunidades, más allá de empleos humildes como ser mesero, la raíz del descontento.
De acuerdo a los números, el 50% de los desertores pertenecía a las clases “alta” y “media” en el Norte, pero solo un 26% de ellos siente que sigue viviendo en esa categoría en Corea del Sur.
La gran mayoría –el 73%- describió su nuevo estatus como “clase baja”.
Andrei Lankov, un historiador de la Universidad de Kookmin en Seúl –y que también ha estudiado en la capital de Corea del Norte, Pyonyang-, afirma que las habilidades aprendidas en el Norte son insuficientes para sobrevivir en la moderna vecina del sur.
Para él ese es uno de los principales problemas que tendría que enfrentar una reunificación, si algún día ocurriera.
“¿Podría un graduado de medicina en Corea del Norte tener una licencia en una Corea unificada cuando su conocimiento es tomado de una pobre traducción de los libros soviéticos con años de retraso?”, dijo Lankov al portal de noticias KNN.
Y añadió: “Otra pregunta podría ser si una empresa de alta tecnología contrataría a una persona que ha tenido como trabajo hacer funcionar viejos equipos de la era soviética”
.
Pero eso es un dilema para el futuro.
En el presente el problema radica en los desertores que se sienten solos y abandonados en Corea del Sur, que viven al límite del abismo con la decisión de acabar con su vida.
Y que muchas veces simplemente deciden saltar.
Alrededor del mundo, millones de personas huyen de regímenes opresivos y países en conflicto, pero ¿qué tan a menudo esas personas encuentran una nueva y mejor vida en los lugares a los que llegan?
Las estadísticas indican que un importante número de desertores de Corea del Norte se están suicidando después de huir de su país. (En la actualidad, en Corea del Sur viven aproximadamente 25.000 personas que han huido de Corea del Norte).
Es posible que hayamos escuchado sobre estos desertores célebres: escriben libros que se venden por toneladas y aparecen recurrentemente en televisión.
Y por eso ganan miles de dólares: por hablar en una conferencia sobre los horrores que vivieron bajo el control del estrictísimo régimen norcoreano.
En Corea del Sur, las estadísticas revelaron una verdad: el ministro de Unificación dijo que el 15% de los desertores del vecino país del norte que mueren al año son por suicidios.
El doble de la tasa de suicidios de una población que tiene, de por sí, uno de los índices más altos del planeta.
Por supuesto, hay varios factores involucrados. Uno de ellos es que el hogar que han dejado está cerca, pero es a la vez inalcanzable.
Otro aspecto es su nueva realidad económica, muy distinta a la que se presenta en las telenovelas edulcoradas que llegan de contrabando a Corea del Norte.
De militar a empleado
Fue conductor de buses, obrero de construcción y dirigió un restaurante.
En este momento se inicia en otro negocio: vender pollo en trozos. Compra el animal entero y con sus empleados lo despedazan y lo venden de forma separada en bolsas que van al congelador.
“Cuando mi primer emprendimiento fracasó, traté de matarme tres veces. Me tengo que recordar cada tanto todo lo que arriesgué para llegar a hasta acá“, dice.
Parte de esa dificultad es que en el Norte él era un militar que acostumbraba a dar órdenes. Recibir órdenes como empleado no ha sido fácil.
El año pasado se presentaron 1.400 casos de deserción. En una sola dirección: desde el Norte hacia el Sur.
O casi siempre en una sola dirección. Kim Ryen-hi dio una conmovedora rueda de prensa en las últimas semanas donde anunciaba que quería volver a casa.
Hace cuatro años ella huyó de Corea del Norte a través de China, pero ahora extraña terriblemente su país natal.
Negocios en el sur
Pero el caso de Kim Ryen-hi es una excepción. Porque también existen los casos de éxito.Lee Yung-hee desertó hace 14 años y ahora gerencia un restaurante bastante popular ubicado en una localidad a dos horas de Seúl llamado “Max Burrito”.
En el Norte, ella nunca había oído hablar sobre este popular plato tex-mex, pero cuando llegó a Corea del Sur se consiguió un trabajo en una venta de kebab –rollos de carne- y pensó que añadiéndole un poco de arroz podría tener un sabor más “coreano”.
El resultado fue algo parecido al burrito y Lee Yung-hee se metió de lleno en el negocio de la comida tex-mex, en el que ha tenido un enorme éxito.
Entrenamiento
Los desertores tienen tres meses de entrenamientos cuando llegan, pero críticos del sistema dicen que no es suficiente para aprender nuevas habilidades que les permitan sobrevivir adecuadamente en un nuevo país.A lo que el gobierno responde que los desertores no quieren pasar prolongados periodos de capacitación.
Algunos grupos cristianos proveen entrenamiento vocacional y afirman que funciona enseñar cosas simples como preparar café en una cafetería.
Pero es la falta de oportunidades, más allá de empleos humildes como ser mesero, la raíz del descontento.
La gran mayoría –el 73%- describió su nuevo estatus como “clase baja”.
Capacitación obsoleta
Una de las razones de estas cifras podría estar relacionada con el balance sobre lo que se aprende a cada lado de la frontera.Andrei Lankov, un historiador de la Universidad de Kookmin en Seúl –y que también ha estudiado en la capital de Corea del Norte, Pyonyang-, afirma que las habilidades aprendidas en el Norte son insuficientes para sobrevivir en la moderna vecina del sur.
Para él ese es uno de los principales problemas que tendría que enfrentar una reunificación, si algún día ocurriera.
Y añadió: “Otra pregunta podría ser si una empresa de alta tecnología contrataría a una persona que ha tenido como trabajo hacer funcionar viejos equipos de la era soviética”
.
Pero eso es un dilema para el futuro.
En el presente el problema radica en los desertores que se sienten solos y abandonados en Corea del Sur, que viven al límite del abismo con la decisión de acabar con su vida.
Y que muchas veces simplemente deciden saltar.