Francia pide controlar los pasaportes europeos en las fronteras exteriores

Los ministros de la UE debatirán este viernes la propuesta, que requiere cambiar Schengen

Lucía Abellán
Bruselas, El País
Francia cree que ha llegado la hora de cambiar Schengen para hacer frente a la amenaza terrorista. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, presentará el próximo viernes en Bruselas una propuesta para que todos los europeos sean controlados en la frontera cada vez que regresen de un país tercero o partan hacia él. El sistema de libre circulación ya permite controles a los europeos en situaciones de riesgo, pero los chequeos sistemáticos están prohibidos. La petición francesa no afecta a las fronteras interiores de la UE, cuya desaparición es la esencia del espacio común.


El fenómeno de los llamados combatientes extranjeros, en su mayoría jóvenes con pasaporte europeo que viajan a Siria o Irak y en ocasiones retornan, supone un importante desafío para el espacio Schengen. Al contrario que los ciudadanos de terceros países, los europeos que acceden al espacio de libre tránsito, integrado por 26 países, no ven su pasaporte controlado por la policía. A raíz del auge de este fenómeno, los Estados empezaron a aplicar indicadores de riesgo que permiten controlar, por ejemplo, a todos los europeos procedentes de un vuelo de Turquía porque se considera una ruta sospechosa para el terrorismo.

El Gobierno francés aboga por convertir esas excepciones en norma. Se trata de “revisar […] las disposiciones del código de fronteras Schengen para instaurar por toda la Unión controles sistemáticos en las fronteras exteriores, incluidos los beneficiarios de la libre circulación”, según un documento al que ha tenido acceso EL PAÍS. París presentará estas medidas en la reunión extraordinaria que mantendrán mañana viernes los ministros.

Más que político, el desafío es técnico. La mayoría de países carecen de la tecnología que permite confrontar los datos del pasajero con bases policiales en un instante. Así que la aplicación de la medida iría asociada a las largas colas en los aeropuertos que desaparecieron para los ciudadanos europeos hace 20 años. El documento francés insta a “apoyarse en instrumentos tecnológicos modernos para aliviar los flujos”.

Más allá del terrorismo, el texto liga estas medidas al “influjo excepcional de migrantes” que vive Europa y exige “asegurar que las personas que llegan a Europa sean objeto, sistemáticamente, de estrictas verificaciones de seguridad”. Esos chequeos deben incluir, para Francia, cotejar el nombre de los pasajeros con la base de datos de Schengen (SIS, por sus siglas en inglés), un fichero alimentado con datos policiales. También con la base de documentos perdidos y robados de Interpol (SLTD), creada tras los atentados del 11-S para detectar a los viajeros con pasaporte robado.
Guardacostas comunes

El punto más vulnerable de acceso a Europa —no de terroristas, sino de demandantes de asilo y otros migrantes— es la frontera de Grecia con Turquía. Ahí París pide desplegar equipos de intervención rápida, una medida que Atenas ha rechazado hasta ahora porque considera que ya controla bien su frontera. Para homogeneizar la supervisión, París apoya vivamente la instauración de un cuerpo de guardacostas europeos que aplique criterios comunes. La Comisión Europea presentará una propuesta en esta línea antes de enero.

Presionado por el impacto de los atentados, el Gobierno francés lanza otro reto a sus socios al pedir que el registro de pasajeros aéreos que la UE pretende aprobar antes de que acabe el año se extienda también a los vuelos intracomunitarios. El Consejo Europeo —representa a los Estados miembros— batalla con el Parlamento para establecer esta herramienta, que permitirá almacenar datos clave de los pasajeros que se desplacen fuera de la UE y viceversa. Francia pide ahora que ese modelo se amplíe para recopilar también datos personales de cualquier ciudadano que vuele, por ejemplo, de Madrid a París.

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