El partido de los militares birmanos acepta su derrota
Los primeros resultados de las elecciones apuntan a un amplio triunfo de Aung San Suu Kyi
Macarena Vidal Liy
Yangon, El País
Los primeros resultados de las elecciones en Myanmar (antigua Birmania) apuntan este lunes a una clara victoria de la opositora Liga Nacional para la Democracia, de la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. A falta de conocer la magnitud de la derrota, el partido gobernante ligado a los militares reconoció su derrota. “Hemos perdido. Aceptamos estos resultados sin reservas”, declaraba su secretario general.
“Podemos ser pacientes. Ya hemos esperado 25 años”. Ko Thet, agente aéreo, aguarda frente a la sede de la Liga Nacional para la Democracia (NLD) el goteo de resultados electorales, que apuntan a la victoria de este partido. Como la mayoría de los simpatizantes de la Premio Nobel, Ko Thet quiere un cambio y el fin del mando de los militares. Aunque puede verse decepcionado. Pase lo que pase, La Dama y el Ejército birmano no podrán ignorarse mutuamente.
Los primeros resultados preliminares apuntan a una clara victoria de la NLD. En Yangón, el partido de Madre Suu ha ganado 25 de los 440 escaños en la Cámara baja y 23 diputados regionales, mientras que el gobernante USDP obtiene dos diputados nacionales y uno regional. El Partido Democrático Wa logra un asiento.
“Hemos perdido”, declaraba el secretario general del USDP, Htay Oo, a la agencia Reuters. “Debemos encontrar la razón por la que perdimos. Pero aceptamos estos resultados sin reservas”. Previamente, el presidente birmano, Thein Sein, había asegurado que el Gobierno aceptaría sin problemas cualquier victoria.
Para muchos birmanos, que recuerdan la anulación de las elecciones de 1990, esas promesas suenan huecas. Pero los analistas descartan que pueda repetirse esa situación. No solo por la inmensa popularidad de la premio Nobel de la Paz, que genera una intensa devoción entre sus millones de simpatizantes que años de represión no lograron sino aumentar. También los militares ya no tienen tanto que perder como hace 25 años. La hoja de ruta del proceso de transición iniciado en 2010 les garantiza aún un buen trozo de la tarta, incluso aunque la NLD lograra la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
Además del 25% de los escaños que se les reserva en el Parlamento, y que les garantiza el veto sobre cualquier reforma constitucional, les corresponden varios de los ministerios más poderosos del país, incluido Interior, Defensa y Policía. La Constitución les permite hacerse cargo de las funciones del gobierno, incluida la gestión de la economía, si lo consideran necesario. El Consejo Nacional para la Defensa y la Seguridad es una entidad con más poder que el Parlamento.
Y Aung San Suu Kyi, aunque ha calificado la Constitución de “tonta”, no puede ser presidenta del país, pues la Carta Magna veta el puesto a los padres de hijos extranjeros. Pero el Ejército birmano sí se encarga de nombrar a uno de los tres candidatos entre los que el Parlamento deberá escoger al jefe de Estado el próximo febrero.
El Ejército no solo mantiene un amplio poder político, sino también económico. Según recuerda la ONG BurmaCampaign, “los militares siguen controlando una enorme proporción de la economía birmana mediante compañías que controlan directamente y a través de una compleja red de asociaciones de varios individuos”.
El plazo entre el final del recuento —que aún puede durar días— y febrero puede ser vital para decidir el futuro de Myanmar y para sentar un entendimiento entre las dos grandes fuerzas del país, la sociedad civil representada por la NLD y el estamento militar.
“El periodo tras las elecciones aportará una gran oportunidad para crear relaciones positivas entre los militares y la NLD. El partido tendrá más poder a varios niveles del Gobierno, y los militares probablemente tendrán pocas opciones excepto tratar con otros partidos que no sean el USD, incluida la NLD, para tomar decisiones sobre los asuntos del país”, escribía el expreso político Aung Ding, asesor de la ONG Open Myanmar Initiative, en el blog Cogit del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).
En un país donde casi todo está por hacer tras medio siglo de régimen militar, las posibilidades de crecimiento son enormes. La inversión extranjera directa llega ya a los 8.000 millones de dólares, 20 veces más que antes de que los militares empezaran a ceder el poder. Y un informe de McKinsey de 2013 anticipa que la economía del país podría llegar a los 200.000 millones de dólares en 2030.
Macarena Vidal Liy
Yangon, El País
Los primeros resultados de las elecciones en Myanmar (antigua Birmania) apuntan este lunes a una clara victoria de la opositora Liga Nacional para la Democracia, de la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. A falta de conocer la magnitud de la derrota, el partido gobernante ligado a los militares reconoció su derrota. “Hemos perdido. Aceptamos estos resultados sin reservas”, declaraba su secretario general.
“Podemos ser pacientes. Ya hemos esperado 25 años”. Ko Thet, agente aéreo, aguarda frente a la sede de la Liga Nacional para la Democracia (NLD) el goteo de resultados electorales, que apuntan a la victoria de este partido. Como la mayoría de los simpatizantes de la Premio Nobel, Ko Thet quiere un cambio y el fin del mando de los militares. Aunque puede verse decepcionado. Pase lo que pase, La Dama y el Ejército birmano no podrán ignorarse mutuamente.
Los primeros resultados preliminares apuntan a una clara victoria de la NLD. En Yangón, el partido de Madre Suu ha ganado 25 de los 440 escaños en la Cámara baja y 23 diputados regionales, mientras que el gobernante USDP obtiene dos diputados nacionales y uno regional. El Partido Democrático Wa logra un asiento.
“Hemos perdido”, declaraba el secretario general del USDP, Htay Oo, a la agencia Reuters. “Debemos encontrar la razón por la que perdimos. Pero aceptamos estos resultados sin reservas”. Previamente, el presidente birmano, Thein Sein, había asegurado que el Gobierno aceptaría sin problemas cualquier victoria.
Para muchos birmanos, que recuerdan la anulación de las elecciones de 1990, esas promesas suenan huecas. Pero los analistas descartan que pueda repetirse esa situación. No solo por la inmensa popularidad de la premio Nobel de la Paz, que genera una intensa devoción entre sus millones de simpatizantes que años de represión no lograron sino aumentar. También los militares ya no tienen tanto que perder como hace 25 años. La hoja de ruta del proceso de transición iniciado en 2010 les garantiza aún un buen trozo de la tarta, incluso aunque la NLD lograra la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
Además del 25% de los escaños que se les reserva en el Parlamento, y que les garantiza el veto sobre cualquier reforma constitucional, les corresponden varios de los ministerios más poderosos del país, incluido Interior, Defensa y Policía. La Constitución les permite hacerse cargo de las funciones del gobierno, incluida la gestión de la economía, si lo consideran necesario. El Consejo Nacional para la Defensa y la Seguridad es una entidad con más poder que el Parlamento.
Y Aung San Suu Kyi, aunque ha calificado la Constitución de “tonta”, no puede ser presidenta del país, pues la Carta Magna veta el puesto a los padres de hijos extranjeros. Pero el Ejército birmano sí se encarga de nombrar a uno de los tres candidatos entre los que el Parlamento deberá escoger al jefe de Estado el próximo febrero.
El Ejército no solo mantiene un amplio poder político, sino también económico. Según recuerda la ONG BurmaCampaign, “los militares siguen controlando una enorme proporción de la economía birmana mediante compañías que controlan directamente y a través de una compleja red de asociaciones de varios individuos”.
El plazo entre el final del recuento —que aún puede durar días— y febrero puede ser vital para decidir el futuro de Myanmar y para sentar un entendimiento entre las dos grandes fuerzas del país, la sociedad civil representada por la NLD y el estamento militar.
“El periodo tras las elecciones aportará una gran oportunidad para crear relaciones positivas entre los militares y la NLD. El partido tendrá más poder a varios niveles del Gobierno, y los militares probablemente tendrán pocas opciones excepto tratar con otros partidos que no sean el USD, incluida la NLD, para tomar decisiones sobre los asuntos del país”, escribía el expreso político Aung Ding, asesor de la ONG Open Myanmar Initiative, en el blog Cogit del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).
En un país donde casi todo está por hacer tras medio siglo de régimen militar, las posibilidades de crecimiento son enormes. La inversión extranjera directa llega ya a los 8.000 millones de dólares, 20 veces más que antes de que los militares empezaran a ceder el poder. Y un informe de McKinsey de 2013 anticipa que la economía del país podría llegar a los 200.000 millones de dólares en 2030.