Se reencuentran familias separadas por Guerra de Corea
Seúl, AP
Cientos de ancianos de Corea del Norte y del Sur comenzaron el martes entre risas y lágrimas tres días de encuentros con seres queridos que no veían desde la guerra entre los dos países hace más de 60 años.
Los encuentros, los primeros desde febrero del año pasado, son un claro pero amargo recordatorio de que la península coreana sigue técnicamente en guerra porque los combates entre 1950 y 1953 terminaron con un armisticio y no un tratado de paz. Los dos estados prohíben a los ciudadanos de a pie visitar a sus parientes al otro lado de la frontera e incluso intercambiar cartas, llamadas de teléfono y correos electrónicos sin permiso del gobierno.
Unos 390 surcoreanos, algunos en sillas de ruedas y otros caminando con bastón, viajaron al destino turístico norcoreano de Diamond Mountain. Vestidos con ropa formal y prendas coreanas tradicionales, llegaron con medicinas, parkas, obras de caligrafía y dinero en efectivo para entregar como presente a unos 140 familiares de Corea del Norte.
Como siempre, las reuniones son una mezcla de fuerte emociones y frenesí mediático. Los periodistas se arremolinaron alrededor de la surcoreana Lee Soon-kyu, de 85 años, cuando se reencontró con su esposo norcoreano Oh In Se, de 83. Bañados por los destellos de las cámaras, la anciana inclinaba su cabeza viendo encantada a Oh, quien vestía un elegante traje y sombrero.
Las imágenes fueron difundidas por toda Corea del Sur, donde los reencuentros son noticia de primera plana. El gobierno norcoreano —que, según los analistas, le preocupa que las imágenes de surcoreanos acaudalados puedan hacer mella en su poder— publicó a través de la prensa oficial un reporte sobre las reuniones diciendo que los participantes norcoreanos explicaron a sus familiares surcoreanos cómo sus vidas han sido "felices" y "valiosas" bajo el sistema socialista de Corea del Norte.
Las profundas emociones vienen principalmente de ancianos que se reencuentran con sus familiares luego de décadas y en parte porque saben que esta será su única oportunidad. Ninguno de los participantes ha tenido una segunda reunión.
En una mesa cubierta por un mantel blanco, con agua embotellada y un jarrón con flores, el surcoreano Kim Bock-rack lloraba mientras tomaba las manos de su hermana.
Lee Dong-im, de 94 años y que iba a reunirse con su cuñado, dijo antes del viaje que estaba "atragantada por las lágrimas".
En una segunda ronda de encuentros, del sábado al lunes, unos 250 surcoreanos visitarán el complejo turístico en las montañas para encontrarse con unos 190 parientes norcoreanos, dijo el ministerio de unificación del sur.
La surcoreana Lee Ok-yeon, de 88 años se iba a reunir con su esposo por primera vez en 65 años. Ella todavía vive en la misma casa que compartió de recién casada con su esposo, ahora de 88 años.
Cientos de ancianos de Corea del Norte y del Sur comenzaron el martes entre risas y lágrimas tres días de encuentros con seres queridos que no veían desde la guerra entre los dos países hace más de 60 años.
Los encuentros, los primeros desde febrero del año pasado, son un claro pero amargo recordatorio de que la península coreana sigue técnicamente en guerra porque los combates entre 1950 y 1953 terminaron con un armisticio y no un tratado de paz. Los dos estados prohíben a los ciudadanos de a pie visitar a sus parientes al otro lado de la frontera e incluso intercambiar cartas, llamadas de teléfono y correos electrónicos sin permiso del gobierno.
Unos 390 surcoreanos, algunos en sillas de ruedas y otros caminando con bastón, viajaron al destino turístico norcoreano de Diamond Mountain. Vestidos con ropa formal y prendas coreanas tradicionales, llegaron con medicinas, parkas, obras de caligrafía y dinero en efectivo para entregar como presente a unos 140 familiares de Corea del Norte.
Como siempre, las reuniones son una mezcla de fuerte emociones y frenesí mediático. Los periodistas se arremolinaron alrededor de la surcoreana Lee Soon-kyu, de 85 años, cuando se reencontró con su esposo norcoreano Oh In Se, de 83. Bañados por los destellos de las cámaras, la anciana inclinaba su cabeza viendo encantada a Oh, quien vestía un elegante traje y sombrero.
Las imágenes fueron difundidas por toda Corea del Sur, donde los reencuentros son noticia de primera plana. El gobierno norcoreano —que, según los analistas, le preocupa que las imágenes de surcoreanos acaudalados puedan hacer mella en su poder— publicó a través de la prensa oficial un reporte sobre las reuniones diciendo que los participantes norcoreanos explicaron a sus familiares surcoreanos cómo sus vidas han sido "felices" y "valiosas" bajo el sistema socialista de Corea del Norte.
Las profundas emociones vienen principalmente de ancianos que se reencuentran con sus familiares luego de décadas y en parte porque saben que esta será su única oportunidad. Ninguno de los participantes ha tenido una segunda reunión.
En una mesa cubierta por un mantel blanco, con agua embotellada y un jarrón con flores, el surcoreano Kim Bock-rack lloraba mientras tomaba las manos de su hermana.
Lee Dong-im, de 94 años y que iba a reunirse con su cuñado, dijo antes del viaje que estaba "atragantada por las lágrimas".
En una segunda ronda de encuentros, del sábado al lunes, unos 250 surcoreanos visitarán el complejo turístico en las montañas para encontrarse con unos 190 parientes norcoreanos, dijo el ministerio de unificación del sur.
La surcoreana Lee Ok-yeon, de 88 años se iba a reunir con su esposo por primera vez en 65 años. Ella todavía vive en la misma casa que compartió de recién casada con su esposo, ahora de 88 años.