¿Se puede pescar con las ruedas de un Fórmula 1?
Los marineros ganan estabilidad en alta mar gracias a unas botas con tecnología de F1
El País
Una exposición en el Science Museum de Londres en 2009 mostraba cómo las innovaciones tecnológicas en la Fórmula 1 pueden aplicarse a otros campos para crear productos revolucionarios que faciliten la vida diaria. En aquella muestra podían contemplarse cápsulas para el diagnóstico a distancia de enfermedades, incubadoras portátiles más ligeras y resistentes, y sillas de ruedas todoterreno. También se exhibían un par de botas de goma corrientes, como las que usan los carniceros o los pescadores. Descontextualizadas, aportaban una sensación similar a la del retrete que el artista francés Marcel Duchamp presentó en Nueva York en 1917 bajo el título de La fuente; sin embargo, escondían en la suela la misma tecnología que ayuda a los bólidos de competición a mantener la estabilidad bajo la lluvia.
Las suelas de las botas de Dubarry dan mayor estabilidad sobre superficies húmedas.
Hace 20 años un diseñador de la firma irlandesa de calzado Dubarry aficionado a la Fórmula 1 decidió usar esas innovaciones de los neumáticos para confeccionar un calzado antideslizante que contribuyera a la estabilidad de los trabajadores en condiciones difíciles, como las de los pescadores en alta mar.
Un secreto rodante
En competición, las cuatro ruedas son su componente más crítico del vehículo, su único punto de contacto entre el vehículo y la pista. Si fallan, cualquier ventaja obtenida gracias a la aerodinámica o la electrónica pierde efectividad. Estos neumáticos, hechos con nylon y poliéster entre otros materiales, son ligeros y están preparados para durar entre 60 y 120 kilómetros, de acuerdo con la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Son también más blandos para adherirse mejor a la superficie, lo que aumenta el desgaste. “Están pensados para ser muy efectivos en un corto periodo de tiempo en situaciones más críticas que las de los vehículos normales, por lo que se degradan rápidamente. En cada carrera se tiran un montón de juegos de neumáticos que al cabo de un año suponen varias toneladas”, apunta Isaac Prada y Nogueira, exingeniero de F1 y co-fundador de KellWit Technology.
Suela de la bota inspirada en la F1, el agua se dispersa por los canales para evitar los deslizamientos.
Existen seis tipos de neumáticos que se usan según la temperatura y la humedad del circuito. Para pista seca se utilizan los denominados slick, que son completamente lisos y proporcionan una mayor superficie de agarre. Según la temperatura de la pista, se usarán extra-blandos, blandos, medios y duros.
Condiciones extremas en la pista y el mar
Los neumáticos lisos no sirven cuando la pista está mojada. “En cuanto una gota de lluvia se interpone entre la rueda y la pista, se pierde estabilidad”, apunta Prada y Nogueria. Por eso Pirelli, el único proveedor actual de neumáticos para Fórmula 1, ha diseñado unos con un dibujo calculado matemáticamente para evacuar el agua durante las carreras. “Empujan el agua por los canales del neumático para que salga por los laterales o por la parte trasera, y evitar así que se acumule entre la rueda y el suelo”, completa. Esta es una de las maneras de reducir el impacto del temido aquaplanning, fenómeno que se produce cuando la película de agua en la pista es tan gruesa que las ruedas no tocan el suelo. A máxima velocidad, el neumático intermedio puede dispersar hasta 25 litros de agua por segundo; el modelo extremo, para días muy lluviosos, hasta 65 litros por segundo.
Las suelas de las botas del fabricante de calzado irlandés Dubarry, compuestas de caucho y poliuretano, evacúan el agua con la misma técnica. Por eso mejora el agarre de los trabajadores que las calzan en situaciones extremas. Como las que Manuel Iglesias, capitán de barco en A Coruña, tiene que sortear cuando sale a faenar por el Atlántico. “Vivimos en una zona que es bastante peligrosa cuando hay mal tiempo, sobre todo en un barco con maquinaria. Con unas botas malas corres el riesgo de tener un accidente”, apunta Iglesias.
Los neumáticos de un bólido son ligeros y están preparados para durar entre 60 y 120 kilómetros.
De ahí el éxito de Bubarry, desde que lanzaron el primer modelo, denominado Shamrock (Trébol, en castellano), a mediados de los años noventa, ha vendido más de 100.000 pares de estas botas —fabricadas en Portugal— en 22 países de todo el mundo. “Nuestro equipo de diseño siempre está pensando en nuevas maneras de mejorar las botas. Hemos extendido la misma tecnología a la fabricación de botas para el campo e incluso a zapatos náuticos más elegantes”, explica Laura Egan, portavoz de la marca.
El País
Una exposición en el Science Museum de Londres en 2009 mostraba cómo las innovaciones tecnológicas en la Fórmula 1 pueden aplicarse a otros campos para crear productos revolucionarios que faciliten la vida diaria. En aquella muestra podían contemplarse cápsulas para el diagnóstico a distancia de enfermedades, incubadoras portátiles más ligeras y resistentes, y sillas de ruedas todoterreno. También se exhibían un par de botas de goma corrientes, como las que usan los carniceros o los pescadores. Descontextualizadas, aportaban una sensación similar a la del retrete que el artista francés Marcel Duchamp presentó en Nueva York en 1917 bajo el título de La fuente; sin embargo, escondían en la suela la misma tecnología que ayuda a los bólidos de competición a mantener la estabilidad bajo la lluvia.
Las suelas de las botas de Dubarry dan mayor estabilidad sobre superficies húmedas.
Hace 20 años un diseñador de la firma irlandesa de calzado Dubarry aficionado a la Fórmula 1 decidió usar esas innovaciones de los neumáticos para confeccionar un calzado antideslizante que contribuyera a la estabilidad de los trabajadores en condiciones difíciles, como las de los pescadores en alta mar.
Un secreto rodante
En competición, las cuatro ruedas son su componente más crítico del vehículo, su único punto de contacto entre el vehículo y la pista. Si fallan, cualquier ventaja obtenida gracias a la aerodinámica o la electrónica pierde efectividad. Estos neumáticos, hechos con nylon y poliéster entre otros materiales, son ligeros y están preparados para durar entre 60 y 120 kilómetros, de acuerdo con la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Son también más blandos para adherirse mejor a la superficie, lo que aumenta el desgaste. “Están pensados para ser muy efectivos en un corto periodo de tiempo en situaciones más críticas que las de los vehículos normales, por lo que se degradan rápidamente. En cada carrera se tiran un montón de juegos de neumáticos que al cabo de un año suponen varias toneladas”, apunta Isaac Prada y Nogueira, exingeniero de F1 y co-fundador de KellWit Technology.
Suela de la bota inspirada en la F1, el agua se dispersa por los canales para evitar los deslizamientos.
Existen seis tipos de neumáticos que se usan según la temperatura y la humedad del circuito. Para pista seca se utilizan los denominados slick, que son completamente lisos y proporcionan una mayor superficie de agarre. Según la temperatura de la pista, se usarán extra-blandos, blandos, medios y duros.
Condiciones extremas en la pista y el mar
Los neumáticos lisos no sirven cuando la pista está mojada. “En cuanto una gota de lluvia se interpone entre la rueda y la pista, se pierde estabilidad”, apunta Prada y Nogueria. Por eso Pirelli, el único proveedor actual de neumáticos para Fórmula 1, ha diseñado unos con un dibujo calculado matemáticamente para evacuar el agua durante las carreras. “Empujan el agua por los canales del neumático para que salga por los laterales o por la parte trasera, y evitar así que se acumule entre la rueda y el suelo”, completa. Esta es una de las maneras de reducir el impacto del temido aquaplanning, fenómeno que se produce cuando la película de agua en la pista es tan gruesa que las ruedas no tocan el suelo. A máxima velocidad, el neumático intermedio puede dispersar hasta 25 litros de agua por segundo; el modelo extremo, para días muy lluviosos, hasta 65 litros por segundo.
Las suelas de las botas del fabricante de calzado irlandés Dubarry, compuestas de caucho y poliuretano, evacúan el agua con la misma técnica. Por eso mejora el agarre de los trabajadores que las calzan en situaciones extremas. Como las que Manuel Iglesias, capitán de barco en A Coruña, tiene que sortear cuando sale a faenar por el Atlántico. “Vivimos en una zona que es bastante peligrosa cuando hay mal tiempo, sobre todo en un barco con maquinaria. Con unas botas malas corres el riesgo de tener un accidente”, apunta Iglesias.
Los neumáticos de un bólido son ligeros y están preparados para durar entre 60 y 120 kilómetros.
De ahí el éxito de Bubarry, desde que lanzaron el primer modelo, denominado Shamrock (Trébol, en castellano), a mediados de los años noventa, ha vendido más de 100.000 pares de estas botas —fabricadas en Portugal— en 22 países de todo el mundo. “Nuestro equipo de diseño siempre está pensando en nuevas maneras de mejorar las botas. Hemos extendido la misma tecnología a la fabricación de botas para el campo e incluso a zapatos náuticos más elegantes”, explica Laura Egan, portavoz de la marca.