Rusia ataca en Siria a varios grupos enemigos del régimen de El Asad

Los bombardeos de Moscú no golpearon solo al Estado Islámico

Pilar Bonet
Moscú, El País
La aviación rusa bombardeó este jueves por segundo día consecutivo objetivos en territorio de Siria. En su acción contra las fuerzas islamistas radicales, Moscú no se limita sólo al Estado Islámico (EI), sino que incluye también a otras consideradas como tales por Rusia. El Kremlin niega sin embargo haber actuado contra grupos de oposición a Bachar el Asad apoyados por EE UU y también contra civiles. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, admitió que los objetivos de su país se extienden a organizaciones como Al Nusra, afín a Al Qaeda y “otros grupos terroristas”. Rusia intenta evitar que puedan surgir malos entendidos con EE UU y está dispuesta a cooperar con la coalición dirigida por Washington, pero no a formar parte de ella, dijo Lavrov.


Los aviones de Rusia y Siria cumplieron totalmente las tareas que les habían sido asignadas de “ejecutar ataques precisos” sobre instalaciones del “Estado Islámico”, afirmó en Moscú el representante de las tropas especiales, el coronel Igor Klimov, según la agencia Ria-Novosti. La aviación rusa “ni planeaba ni efectuó un solo ataque sobre instalaciones de infraestructura civil en Siria donde hubiera podido hallarse civiles pacíficos”, sentenció el oficial. “Los datos del control objetivo han sido analizados e indican de forma evidente que la aviación rusa atacó solo instalaciones de la infraestructura terrorista del grupo Estado Islámico, que habían sido concienzudamente verificadas a partir de varias fuentes”, afirmó Klimov. Según Ria-Novosti, EE UU había desmentido la información según la cual la aviación rusa había atacado a grupos apoyados por los norteamericanos.

La aviación militar rusa destruyó un almacén de explosivos, instalaciones y equipo automovilístico en un campamento de entrenamiento de combatientes del EI, según el representante oficial del Ministerio de Defensa, el general Igor Konashenkov. El oficial explicó que los ataques se habían efectuado en la zona de Marte-En Nuuman, provincia de Idlib. “Después de que la bomba diera directamente en el blanco, estalló el almacén de explosivos existente en las instalaciones, lo que produjo la destrucción de las construcciones de los combatientes y el equipo automovilístico”, afirmó. En las primeras 24 horas de la operación, los portavoces militares rusos aseguraban haber bombardeado 12 instalaciones del EI.

En la intervención en Siria participan oficiales y soldados y suboficiales que sirven por contrato en las Fuerzas Armadas, pero no soldados de reemplazo. Fuentes cercanas al Ministerio de Defensa citadas por el periódico Védomosti han calculado en cerca de 1.500 personas el número de implicados en la campaña de Siria. La agrupación aérea rusa consta aproximadamente de unos 30 aviones y el primer vuelo salió de Jmeimim en Latakia.

Ayudar al Ejército

Dmitri Peskov, el portavoz presidencial, confirmó que el fin de la operación aérea rusa en Siria es ayudar al Ejército sirio en la lucha contra el EI y “otras formaciones terroristas y extremistas”. El presidente Vladímir Putin calificó de “ataques informativos” las informaciones sobre las presuntas víctimas civiles y dijo que todas ellas son anteriores al despegue de los aviones rusos. Afirmó además que sus militares estaban coordinándose con los representantes del Pentágono para “establecer algún tipo de mecanismo” y evitar que se extienda la desinformación. También afirmó que en el centro de coordinación de Bagdad (formado por Rusia, Siria, Irán e Irak) se están intercambiando datos.

Sobre la posibilidad de que Rusia pudiera intervenir en Irak, Lavrov dijo que su país no actúa sin invitación. “No tenemos intención de extender los ataques a Irak, no nos lo han pedido. Somos gente educada y no acudimos sin invitación”, afirmó el ministro, según el cual los terroristas del EI tienen intención de hacerse con el control de una región que va desde Portugal a Pakistán.

La intervención rusa ha complicado el conflicto al introducir en él elementos de imprevisibilidad, pero los líderes rusos parecían esforzarse por reducir las posibilidades de colisión con Washington, sin renunciar a su autonomía. Rusia considera que su operación es legítima porque hubo una petición de ayuda de El Asad, mientras que la de EE UU no, por carecer tanto de petición siria como de mandato del Consejo de Seguridad de la ONU.

Los analistas rusos examinaban las consecuencias que la implicación rusa en Siria. Daniel Kislov, experto en temas de Asia central e islam, afirmaba que “Rusia se arriesga a ser percibida como enemigo de los musulmanes moderados”. Kislov señaló también que los líderes de países como Uzbekistán y Tayikistán tratan de identificar como radicales islamistas a los opositores a sus regímenes dictatoriales, lo que puede ser peligroso para la evolución política en el patio trasero de Rusia.

El analista cree que la reciente prohibición en Tayikistán del Partido del Renacimiento Islámico (PRI) es un preocupante fenómeno porque corta los cauces legales para expresar la oposición y disidencia de los islamistas moderados. El PRI, fundado por intelectuales, era legal en Tayikistán (país aliado de Rusia en el Tratado de la Organización de Defensa Colectiva) y tenía representación parlamentaria, pero ha sido acusado de estar implicado el pasado septiembre en un levantamiento militar en aquella república fronteriza con Afganistán.

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