La guerrilla kurda anuncia una tregua de 20 días hasta las elecciones
El PKK había roto un alto el fuego que duraba dos años tras el atentado suicida de Suruç, en julio, que se cobró una treintena de muertos
Andrés Mourenza
Fethiye, El País
El PKK, la organización armada kurda que retomó los atentados contra policías turcos en julio tras dos años de alto el fuego, anunció este sábado el cese de las hostilidades hasta las elecciones del 1 de noviembre. La previsión era anunciar esa tregua este domingo pero la adelantó a raíz del atentado de Ankara. Además ha ordenado a sus jóvenes simpatizantes que no lleven a cabo ataques en zonas urbanas en protesta por la masacre, según una fuente cercana a la seguridad turca.
El 20 de julio de 2015 quedará en los anales de la historia como la fecha clave a partir de la cual Turquía comenzó a sumirse en la nueva espiral de violencia que azota actualmente al país euroasiático. Ese día, un joven cargado con una mochila llena de explosivos se inmoló en la localidad de Suruç, muy cercana a la frontera con Siria, en medio de un acto organizado por un partido izquierdista turco para solidarizarse con los kurdos que luchan contra el Estado Islámico (EI) al otro lado de la frontera. Murieron una treintena de jóvenes.
“Fue un atentado muy parecido al de Ankara, en el que se atacó a la izquierda turca que apoya a los kurdos. Un ataque que busca separar a turcos y kurdos”, subraya Hakan Yilmaz, jefe del departamento de Ciencia Política de la Universidad del Bósforo. De hecho, dos días después, un comando adscrito al PKK asesinaba a dos policías mientras dormían en Ceylanpinar (sureste), dando así por terminado el alto el fuego que la guerrilla kurda —considerada terrorista por Turquía, la UE y EE UU— había mantenido desde dos años antes para propiciar las negociaciones de paz con Ankara.
“Ese atentado fue cometido por el EI y su objetivo, como en el ataque terrorista de Ankara, era romper la paz social de Turquía”, afirma una fuente del Gobierno turco. Pero, pese a que se han encontrado indicios de la pertenencia del atacante de Suruç a células turcas simpatizantes del EI, siguen pesando fuertes interrogantes sobre esta acción, entre ellas, la de que el grupo yihadista jamás la reivindicó.
A partir de ese momento, el Gobierno turco se lanzó a su particular “guerra contra el terrorismo”, que en principio pareció enfocada a la lucha contra el Estado Islámico —tal y cómo le exigían sus socios occidentales— pero que finalmente se reveló como una campaña sin cuartel contra el PKK, además de otras organizaciones armadas, como el DHKP-C, de extrema izquierda. Desde entonces, más de un centenar de agentes de las fuerzas de seguridad turcas y cerca de 200 civiles han muerto y según el propio Gobierno turco más de 2.000 militantes del PKK han perecido, aunque la formación kurda desmiente estas cifras.
“La violencia ha sido la norma en esta región desde 1980. La excepción fueron los dos años de paz propiciados por el alto el fuego, pero no fue un verdadero proceso de paz institucionalizado y, entre tanto, ambas partes se preparaban para la siguiente guerra”, analiza Yilmaz. De hecho, los cruces de acusaciones se han sucedido: el Gobierno denuncia que los militantes kurdos se estuvieron proveyendo de armas durante las negociaciones, muchas de ellas armas pesadas provenientes de Siria, y los kurdos consideran que el Ejército utilizó el proceso de paz para aumentar su presencia en la región kurda con la construcción de cuarteles y puestos militares, una de las razones del PKK para romper su alto el fuego.
Además, los representantes políticos kurdos denuncian que el Gobierno, y especialmente el presidente Recep Tayyip Erdogan, abandonaron el proceso de paz ya a principios de año, impidiendo cualquier comunicación con Abdullah Öcalan, fundador del PKK y uno de los principales interlocutores de las negociaciones, que se encuentra encarcelado en la isla-prisión de Imrali. Sin embargo, Yilmaz se muestra pesimista: “En un proceso de paz, se llevan a cabo medidas que se llaman de construcción de confianza. Sin embargo, este tipo de atentados destrozan la confianza mutua, y la poca que había entre los kurdos y el Gobierno se puede desvanecer”.
Andrés Mourenza
Fethiye, El País
El PKK, la organización armada kurda que retomó los atentados contra policías turcos en julio tras dos años de alto el fuego, anunció este sábado el cese de las hostilidades hasta las elecciones del 1 de noviembre. La previsión era anunciar esa tregua este domingo pero la adelantó a raíz del atentado de Ankara. Además ha ordenado a sus jóvenes simpatizantes que no lleven a cabo ataques en zonas urbanas en protesta por la masacre, según una fuente cercana a la seguridad turca.
El 20 de julio de 2015 quedará en los anales de la historia como la fecha clave a partir de la cual Turquía comenzó a sumirse en la nueva espiral de violencia que azota actualmente al país euroasiático. Ese día, un joven cargado con una mochila llena de explosivos se inmoló en la localidad de Suruç, muy cercana a la frontera con Siria, en medio de un acto organizado por un partido izquierdista turco para solidarizarse con los kurdos que luchan contra el Estado Islámico (EI) al otro lado de la frontera. Murieron una treintena de jóvenes.
“Fue un atentado muy parecido al de Ankara, en el que se atacó a la izquierda turca que apoya a los kurdos. Un ataque que busca separar a turcos y kurdos”, subraya Hakan Yilmaz, jefe del departamento de Ciencia Política de la Universidad del Bósforo. De hecho, dos días después, un comando adscrito al PKK asesinaba a dos policías mientras dormían en Ceylanpinar (sureste), dando así por terminado el alto el fuego que la guerrilla kurda —considerada terrorista por Turquía, la UE y EE UU— había mantenido desde dos años antes para propiciar las negociaciones de paz con Ankara.
“Ese atentado fue cometido por el EI y su objetivo, como en el ataque terrorista de Ankara, era romper la paz social de Turquía”, afirma una fuente del Gobierno turco. Pero, pese a que se han encontrado indicios de la pertenencia del atacante de Suruç a células turcas simpatizantes del EI, siguen pesando fuertes interrogantes sobre esta acción, entre ellas, la de que el grupo yihadista jamás la reivindicó.
A partir de ese momento, el Gobierno turco se lanzó a su particular “guerra contra el terrorismo”, que en principio pareció enfocada a la lucha contra el Estado Islámico —tal y cómo le exigían sus socios occidentales— pero que finalmente se reveló como una campaña sin cuartel contra el PKK, además de otras organizaciones armadas, como el DHKP-C, de extrema izquierda. Desde entonces, más de un centenar de agentes de las fuerzas de seguridad turcas y cerca de 200 civiles han muerto y según el propio Gobierno turco más de 2.000 militantes del PKK han perecido, aunque la formación kurda desmiente estas cifras.
“La violencia ha sido la norma en esta región desde 1980. La excepción fueron los dos años de paz propiciados por el alto el fuego, pero no fue un verdadero proceso de paz institucionalizado y, entre tanto, ambas partes se preparaban para la siguiente guerra”, analiza Yilmaz. De hecho, los cruces de acusaciones se han sucedido: el Gobierno denuncia que los militantes kurdos se estuvieron proveyendo de armas durante las negociaciones, muchas de ellas armas pesadas provenientes de Siria, y los kurdos consideran que el Ejército utilizó el proceso de paz para aumentar su presencia en la región kurda con la construcción de cuarteles y puestos militares, una de las razones del PKK para romper su alto el fuego.
Además, los representantes políticos kurdos denuncian que el Gobierno, y especialmente el presidente Recep Tayyip Erdogan, abandonaron el proceso de paz ya a principios de año, impidiendo cualquier comunicación con Abdullah Öcalan, fundador del PKK y uno de los principales interlocutores de las negociaciones, que se encuentra encarcelado en la isla-prisión de Imrali. Sin embargo, Yilmaz se muestra pesimista: “En un proceso de paz, se llevan a cabo medidas que se llaman de construcción de confianza. Sin embargo, este tipo de atentados destrozan la confianza mutua, y la poca que había entre los kurdos y el Gobierno se puede desvanecer”.