Corbyn confía en afianzar el giro del laborismo hacia la izquierda
Este sábado se anuncia qué candidato liderará el Partido Laborista.
Pablo Guimón
Londres, El País
Tras 100 días de campaña por todo el país, Jeremy Corbyn volvió a casa. Desde el púlpito de un auditorio de Islington, en el norte de Londres, se dirigió el jueves por la noche a quienes le han votado durante 32 años, convencido de que el fenómeno social que le ha llevado a liderar la contienda por el liderazgo del Partido Laborista, que se decide este mediodía, lo alejará definitivamente del centro. Si eso sucede, su primera labor será incorporar esa nueva energía a las estructuras del laborismo. Y luchar por la unidad en torno a un hombre que ha polarizado el partido. Sin apenas apoyos en Parlamento, no lo tendrá fácil. Pero la elección este viernes del candidato laborista a la alcaldía de Londres, el más izquierdista Sadiq Kahn, apunta a que la corbynmanía va muy en serio.
“La inspiración que han supuesto estos cien días no termina el sábado”, dijo Corbyn ante un auditorio abarrotado. “El sábado es solo un paso más en el proceso de cambiar la política británica, de desafiar la narrativa de que solo importa el individuo y el colectivo es irrelevante. En lugar de eso, decimos que el bien común es la aspiración de todos nosotros”.
Corbyn reiteró que su intención, si se confirma una victoria que todo el mundo daba por hecha, es unir el partido ofreciendo un estilo de liderazgo colegiado y menos personal. En su equipo de oposición, dijo, habrá espacio para todas las corrientes del partido. Pero son muchas las figuras destacadas entre los diputados laboristas que ya han declarado que, aunque aceptarán democráticamente el resultado, no están dispuestos a formar parte de su Gobierno en la sombra (el equipo que replica en la oposición las carteras del Ejecutivo).
Entre ellas, Liz Kendall. La candidata blairista insistió en que un laborismo liderado por Corbyn no ganará las elecciones y reiteró que sus “sustanciales diferencias en economía y en política exterior” le impiden entrar en su equipo. Pero reconoció que su campaña había fracasado y que Corbyn ha insuflado energía a un partido que pedía a gritos un cambio.
La elección del candidato laborista a disputar la alcaldía de Londres el año que viene, cuyo resultado se conoció este viernes, aportó argumentos a quienes defienden que la energía que ha aupado a Corbyn está aquí para quedarse. Sadiq Kahn, el candidato más izquierdista, se impuso a los más centristas Tessa Jowell y David Lammy.
Entre la bancada laborista en el Parlamento, donde Corbyn cuenta apenas con una veintena de apoyos reales, la conversación en las últimas semanas no ha sido tanto sobre su reinado como sobre su caída. Cuándo y cómo caerá por su propio peso, y cuál es la mejor estrategia para estar bien situado cuando se produzca el inevitable desenlace. Aunque en los últimos días se han repetido las llamadas a arrimar el hombro, pocos se sentirán cómodos cuando los periodistas les pregunten si un primer ministro como Jeremy Corbyn sería bueno para el país.
La bancada de enfrente, la de los conservadores, ha guardado un significativo silencio durante la campaña. Nada debería preocupar tanto a los laboristas como eso. En algún lugar debe de haber un tory frotándose las manos mientras organiza toda la artillería que 32 años de disidencia de Corbyn ha puesto a disposición del Gobierno.
Pero en los últimos días, Osborne primero y el propio Cameron después, han lamentado públicamente que el partido de la oposición se disponga a abandonar el centro. “Gane quien gane”, dijo este viernes el primer ministro, “este es ahora un partido que ha abandonado por completo el terreno de juego intelectual y que ya no representa a la clase trabajadora. Se encuentra en los extremos del debate, asociado simplemente a las ideas de más gasto, más endeudamiento y más impuestos. Suponen una clara amenaza a la seguridad financiera de cada una de las familias de Reino Unido”.
Pablo Guimón
Londres, El País
Tras 100 días de campaña por todo el país, Jeremy Corbyn volvió a casa. Desde el púlpito de un auditorio de Islington, en el norte de Londres, se dirigió el jueves por la noche a quienes le han votado durante 32 años, convencido de que el fenómeno social que le ha llevado a liderar la contienda por el liderazgo del Partido Laborista, que se decide este mediodía, lo alejará definitivamente del centro. Si eso sucede, su primera labor será incorporar esa nueva energía a las estructuras del laborismo. Y luchar por la unidad en torno a un hombre que ha polarizado el partido. Sin apenas apoyos en Parlamento, no lo tendrá fácil. Pero la elección este viernes del candidato laborista a la alcaldía de Londres, el más izquierdista Sadiq Kahn, apunta a que la corbynmanía va muy en serio.
“La inspiración que han supuesto estos cien días no termina el sábado”, dijo Corbyn ante un auditorio abarrotado. “El sábado es solo un paso más en el proceso de cambiar la política británica, de desafiar la narrativa de que solo importa el individuo y el colectivo es irrelevante. En lugar de eso, decimos que el bien común es la aspiración de todos nosotros”.
Corbyn reiteró que su intención, si se confirma una victoria que todo el mundo daba por hecha, es unir el partido ofreciendo un estilo de liderazgo colegiado y menos personal. En su equipo de oposición, dijo, habrá espacio para todas las corrientes del partido. Pero son muchas las figuras destacadas entre los diputados laboristas que ya han declarado que, aunque aceptarán democráticamente el resultado, no están dispuestos a formar parte de su Gobierno en la sombra (el equipo que replica en la oposición las carteras del Ejecutivo).
Entre ellas, Liz Kendall. La candidata blairista insistió en que un laborismo liderado por Corbyn no ganará las elecciones y reiteró que sus “sustanciales diferencias en economía y en política exterior” le impiden entrar en su equipo. Pero reconoció que su campaña había fracasado y que Corbyn ha insuflado energía a un partido que pedía a gritos un cambio.
La elección del candidato laborista a disputar la alcaldía de Londres el año que viene, cuyo resultado se conoció este viernes, aportó argumentos a quienes defienden que la energía que ha aupado a Corbyn está aquí para quedarse. Sadiq Kahn, el candidato más izquierdista, se impuso a los más centristas Tessa Jowell y David Lammy.
Entre la bancada laborista en el Parlamento, donde Corbyn cuenta apenas con una veintena de apoyos reales, la conversación en las últimas semanas no ha sido tanto sobre su reinado como sobre su caída. Cuándo y cómo caerá por su propio peso, y cuál es la mejor estrategia para estar bien situado cuando se produzca el inevitable desenlace. Aunque en los últimos días se han repetido las llamadas a arrimar el hombro, pocos se sentirán cómodos cuando los periodistas les pregunten si un primer ministro como Jeremy Corbyn sería bueno para el país.
La bancada de enfrente, la de los conservadores, ha guardado un significativo silencio durante la campaña. Nada debería preocupar tanto a los laboristas como eso. En algún lugar debe de haber un tory frotándose las manos mientras organiza toda la artillería que 32 años de disidencia de Corbyn ha puesto a disposición del Gobierno.
Pero en los últimos días, Osborne primero y el propio Cameron después, han lamentado públicamente que el partido de la oposición se disponga a abandonar el centro. “Gane quien gane”, dijo este viernes el primer ministro, “este es ahora un partido que ha abandonado por completo el terreno de juego intelectual y que ya no representa a la clase trabajadora. Se encuentra en los extremos del debate, asociado simplemente a las ideas de más gasto, más endeudamiento y más impuestos. Suponen una clara amenaza a la seguridad financiera de cada una de las familias de Reino Unido”.