Santorum amenaza con represalias si México no “coopera” en la frontera
El republicano suspendería las tarjetas de cruce si México no frena a los indocumentados
Silvia Ayuso
Washington, El País
El efecto Trump sigue provocando oleadas de radicalización de posiciones en los demás candidatos republicanos a la presidencia estadounidense, especialmente cuando se trata de inmigración y de mostrar mano dura con los indocumentados o ante los gobiernos de sus países de origen. Uno de los últimos ha sido Rick Santorum, que acusó este miércoles al Gobierno mexicano de no hacer “prácticamente nada” en su lado de la frontera para frenar el flujo de inmigrantes indocumentados a Estados Unidos y amenazó con represalias si el ejecutivo de Enrique Peña Nieto no empieza a “cooperar de verdad”.
Para empezar, el exsenador de Pensilvania propuso suspender las tarjetas de cruce fronterizo que facilitan el paso -limitado y temporal- de mexicanos residentes en las zonas próximas al límite territorial con EE UU. Y las medidas de presión podrían no acabar ahí.
“Estoy dispuesto a autorizar que se detenga la emisión de tarjetas de cruce fronterizo como un primer paso para lograr la cooperación” mexicana, advirtió Santorum en Washington.
“Aunque no le exigiré al Gobierno de México que construya el muro” para asegurar la frontera “ni que lo pague”, como ha propuesto Donald Trump, continuó Santorum, “le dejaré claro al Gobierno mexicano que debe dejar de facilitar esta anomia en la frontera y empezar a cooperar de verdad”. Según el candidato republicano, el Gobierno mexicano debe “recuperar el control” en la parte mexicana de la frontera, que es “prácticamente una zona sin ley que permite muchas actividades, desde el tráfico de drogas al mantenimiento de esclavas sexuales” y, también, “crea un ambiente que permite que la gente cruce a EE UU”.
México “tiene que detener el flujo de inmigrantes y la inestabilidad en la frontera”, insistió durante un discurso en el que desgranó parte de su programa migratorio, un plan plagado de críticas a cualquier ley o acción ejecutiva que permita una “amnistía” de indocumentados que, según afirma, provocan una bajada de salarios y quitan empleos a trabajadores estadounidenses.
Frente a ello, agregó, México saca grandes beneficios de los indocumentados en EE UU que envían remesas a sus familias. “Seamos claros, la inmigración a EE UU es un gran negocio para México”, afirmó.
Pese a las duras críticas de la comunidad hispana y del Gobierno mexicano al discurso de Trump, que lanzó su campaña acusando a México de enviar drogas y “violadores” a EE UU y desde entonces no ha bajado el tono, el dominio del magnate en las encuestas han llevado al resto de candidatos republicanos a endurecer también su tono en materia migratoria.
El miércoles, durante una visita a Arizona, el también aspirante Ben Carson -el único candidato afroamericano- se dijo dispuesto a permitir ataques militares con drones en la zona estadounidense de la frontera para protegerla. “Ves algunas de esas cuevas y algunas de las cosas allí… un ataque de dron, boom, y ya no están”, dijo el exneurocirujano a periodistas locales tras visitar una zona de la frontera con México, según la emisora KPHO. “Debemos hacer lo que debamos para asegurar la frontera”, insistió.
Trump -y tras él la mayor parte de los aspirantes republicanos- ha revitalizado viejos planes conservadores para lidiar con la inmigración ilegal: desde completar la valla que separa EE UU con México a expulsar a los 11 millones de indocumentados que viven en el país. El magnate inmobiliario devenido en político también ha hecho resurgir el debate sobre los peyorativamente denominados “bebés ancla”, hijos de indocumentados que, al nacer en EE UU, obtienen la nacionalidad estadounidense.
Hasta Jeb Bush -casado con una mexicana- ha vuelvo a emplear el despectivo término, mientras Santorum ha pedido una revisión analítica de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución que garantiza la ciudadanía a los nacidos en territorio estadounidense. El aspirante presidencial, que ya intentó hacerse con la candidatura republicana en 2012 y que ha hecho de la defensa de los valores familiares el centro de su política, subrayó este miércoles también que la responsabilidad de una eventual separación familiar de inmigrantes no es del gobierno. Las familias compuestas por padres indocumentados con hijos ciudadanos “sabían claramente lo que estaban haciendo” y permitieron que sucediera así, de modo tal que ahora “deben afrontar las consecuencias”, dijo. Según Santorum, es como “quien roba un banco para dar de comer a su familia porque no tiene dinero suficiente” para hacerlo. “Por supuesto que hace sentirse mal una situación así, pero eso no cambia el hecho de que se haya violado la ley y que hay consecuencias por ello”.
Silvia Ayuso
Washington, El País
El efecto Trump sigue provocando oleadas de radicalización de posiciones en los demás candidatos republicanos a la presidencia estadounidense, especialmente cuando se trata de inmigración y de mostrar mano dura con los indocumentados o ante los gobiernos de sus países de origen. Uno de los últimos ha sido Rick Santorum, que acusó este miércoles al Gobierno mexicano de no hacer “prácticamente nada” en su lado de la frontera para frenar el flujo de inmigrantes indocumentados a Estados Unidos y amenazó con represalias si el ejecutivo de Enrique Peña Nieto no empieza a “cooperar de verdad”.
Para empezar, el exsenador de Pensilvania propuso suspender las tarjetas de cruce fronterizo que facilitan el paso -limitado y temporal- de mexicanos residentes en las zonas próximas al límite territorial con EE UU. Y las medidas de presión podrían no acabar ahí.
“Estoy dispuesto a autorizar que se detenga la emisión de tarjetas de cruce fronterizo como un primer paso para lograr la cooperación” mexicana, advirtió Santorum en Washington.
“Aunque no le exigiré al Gobierno de México que construya el muro” para asegurar la frontera “ni que lo pague”, como ha propuesto Donald Trump, continuó Santorum, “le dejaré claro al Gobierno mexicano que debe dejar de facilitar esta anomia en la frontera y empezar a cooperar de verdad”. Según el candidato republicano, el Gobierno mexicano debe “recuperar el control” en la parte mexicana de la frontera, que es “prácticamente una zona sin ley que permite muchas actividades, desde el tráfico de drogas al mantenimiento de esclavas sexuales” y, también, “crea un ambiente que permite que la gente cruce a EE UU”.
México “tiene que detener el flujo de inmigrantes y la inestabilidad en la frontera”, insistió durante un discurso en el que desgranó parte de su programa migratorio, un plan plagado de críticas a cualquier ley o acción ejecutiva que permita una “amnistía” de indocumentados que, según afirma, provocan una bajada de salarios y quitan empleos a trabajadores estadounidenses.
Frente a ello, agregó, México saca grandes beneficios de los indocumentados en EE UU que envían remesas a sus familias. “Seamos claros, la inmigración a EE UU es un gran negocio para México”, afirmó.
Pese a las duras críticas de la comunidad hispana y del Gobierno mexicano al discurso de Trump, que lanzó su campaña acusando a México de enviar drogas y “violadores” a EE UU y desde entonces no ha bajado el tono, el dominio del magnate en las encuestas han llevado al resto de candidatos republicanos a endurecer también su tono en materia migratoria.
El miércoles, durante una visita a Arizona, el también aspirante Ben Carson -el único candidato afroamericano- se dijo dispuesto a permitir ataques militares con drones en la zona estadounidense de la frontera para protegerla. “Ves algunas de esas cuevas y algunas de las cosas allí… un ataque de dron, boom, y ya no están”, dijo el exneurocirujano a periodistas locales tras visitar una zona de la frontera con México, según la emisora KPHO. “Debemos hacer lo que debamos para asegurar la frontera”, insistió.
Trump -y tras él la mayor parte de los aspirantes republicanos- ha revitalizado viejos planes conservadores para lidiar con la inmigración ilegal: desde completar la valla que separa EE UU con México a expulsar a los 11 millones de indocumentados que viven en el país. El magnate inmobiliario devenido en político también ha hecho resurgir el debate sobre los peyorativamente denominados “bebés ancla”, hijos de indocumentados que, al nacer en EE UU, obtienen la nacionalidad estadounidense.
Hasta Jeb Bush -casado con una mexicana- ha vuelvo a emplear el despectivo término, mientras Santorum ha pedido una revisión analítica de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución que garantiza la ciudadanía a los nacidos en territorio estadounidense. El aspirante presidencial, que ya intentó hacerse con la candidatura republicana en 2012 y que ha hecho de la defensa de los valores familiares el centro de su política, subrayó este miércoles también que la responsabilidad de una eventual separación familiar de inmigrantes no es del gobierno. Las familias compuestas por padres indocumentados con hijos ciudadanos “sabían claramente lo que estaban haciendo” y permitieron que sucediera así, de modo tal que ahora “deben afrontar las consecuencias”, dijo. Según Santorum, es como “quien roba un banco para dar de comer a su familia porque no tiene dinero suficiente” para hacerlo. “Por supuesto que hace sentirse mal una situación así, pero eso no cambia el hecho de que se haya violado la ley y que hay consecuencias por ello”.