Un ataque contra un centro kurdo en Turquía deja al menos 30 muertos

El Gobierno acusa del atentado suicida al Estado Islámico

Andrés Mourenza
Estambul, El País
La terrorista suicida hizo detonar su carga explosiva en medio de un acto organizado por la Federación de Asociaciones Juveniles Socialistas en el patio del centro cultural Amara de Suruç, en el que se habían congregado unos 300 jóvenes izquierdistas "en su mayoría en edad universitaria", según explicó un portavoz municipal. Además de los 30 muertos, más de un centenar de personas resultaron heridas, nueve de las cuales permanecen en estado crítico.
Mapa de localización de Suruç (Turquía)


Ni el objetivo ni el momento parecen haber sido elegidos al azar por los yihadistas, ya que estos días se conmemora en Suruç, con la participación de asociaciones y artistas de toda Turquía, el tercer aniversario de la llamada Revolución de Rojava, es decir, la proclamación por parte del Partido de la Unión Democrática (PYD, prokurdo) y sus milicias, las Unidades de Protección Popular (YPG), de cantones en varias áreas del norte de Siria de las que el régimen de Bachar el Asad se retiró en 2012. Las víctimas del atentado, de hecho, esperaban desde hace dos días un permiso para cruzar la frontera y entregar ayuda humanitaria y juguetes en Kobane, para contribuir a la reconstrucción de esta ciudad kurdo-siria arrasada por meses de asedio del Estado Islámico (EI).

El ataque se lee en Turquía, por un lado, como una venganza por los avances en Siria de las fuerzas kurdas (con apoyo de la aviación de EE UU) frente a los yihadistas, y, por otro, como una advertencia a Ankara que, tras dos años de ambigüedad ha comenzado a tomarse en serio la lucha contra el Estado Islámico. En las últimas semanas, de hecho, se han producido docenas de detenciones de presuntos yihadistas y tres páginas web cercanas al EI han sido bloqueadas, lo que se tradujo en la red en llamamientos a atentar en suelo turco. No en vano, otro de los atentados más graves sufridos por Turquía se produjo en mayo de 2013 en la localidad fronteriza de Reyhanli en un momento en que el Gobierno quiso poner coto a las rutas yihadistas.

"Tomaremos medidas contra todo aquel que quiera cubrir de sangre Turquía. Sea el Daesh [acrónimo en árabe del EI] o cualquier otra organización terrorista", afirmó ayer Davutoglu.

El atentado llega en un momento muy delicado para Turquía: un mes y medio después de que las elecciones de junio acabasen con la mayoría absoluta del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), aún no hay un pacto de coalición para el nuevo Ejecutivo. El resto de partidos que se postulan como socios exigen a los islamistas un giro de 180 grados en su política sobre Siria y que dejen de involucrarse en el conflicto del país vecino, así como una política más dura contra los aspirantes a yihadistas que se mueven por varias provincias, en especial Sanliurfa, donde se encuentra Suruç.

El Gobierno en funciones de Davutoglu, que ve con preocupación el poder que adquieren tanto el EI como los kurdos de Siria, ha ordenado en las últimas semanas movilizar al Ejército en la frontera. Turquía demanda la creación de una "zona tapón" en el norte de Siria, que sirva de apoyo a los rebeldes contrarios a El Asad.

Pero no es el único desafío al que se enfrenta Turquía en la zona. Ante la falta de avances en las negociaciones de paz, el grupo armado kurdo-turco PKK, que mantiene estrechos lazos con las YPG kurdo-sirias, ha dado por terminada su tregua de dos años y ha comenzado a atacar objetivos militares turcos. Este lunes un soldado murió y dos resultaron heridos en un combate contra el PKK. El profesor Mehmet Özcan, del Instituto de Estrategia de Ankara, cree que los sucesos de hoy son una muestra de que Turquía puede terminar "convertida en campo de batalla entre organizaciones armadas que pelean en Siria".

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