Turquía se suma a la guerra contra el Estado Islámico en Siria

La aviación turca bombardea posiciones yihadistas y la policía detiene a 297 sospechosos

Andrés Mourenza
Estambul, El País
La guerra contra el Estado Islámico (EI) ha entrado en una nueva fase con una mayor implicación de Turquía, un país que hasta ahora había mantenido una postura ambigua respecto al grupo yihadista pero al que los últimos ataques a lo largo de su frontera sur y las presiones de EE UU han obligado a tomar partido. Ankara ha llegado a un acuerdo con este país para abrir su base de Incirlik a los aviones de la coalición que atacan al EI en Siria, lo que según la Administración estadounidense “incrementará su capacidad operativa y efectividad”.


A las 3.12 de la madrugada del viernes, tres cazas turcos despegaban de la base militar de Diyarbakir con el objetivo de bombardear las posiciones del EI en torno a la aldea siria de Havar, desde donde el jueves los yihadistas abrieron fuego contra un puesto militar turco en Kilis donde murió un sargento. El ataque aéreo destruyó dos cuarteles del EI y acabó con la vida de cinco militantes, según las Fuerzas Armadas, si bien anteriores informaciones hablaban de hasta 35 bajas yihadistas. “Sea cual sea la organización terrorista que nos amenace, tomaremos las medidas adecuadas”, afirmó el primer ministro turco, el islamista moderado Ahmet Davutoglu, quien aseguró que los aviones turcos no traspasaron el espacio aéreo sirio para llevar a cabo los bombardeos y se limitaron a responder la agresión sufrida el día anterior “amparados por el derecho internacional” y las “normas de combate”.

Al mismo tiempo, y para evitar represalias en territorio turco como el atentado que el lunes costó la vida a 32 jóvenes de una organización izquierdista pro-kurda en Suruç, la policía lanzó redadas simultáneas en 13 provincias del país con la participación de 5.000 agentes. Sólo en Estambul, 140 direcciones fueron registradas. Al final del día habían sido detenidas cerca de 300 personas, 37 de ellas extranjeras. Entre los arrestados se encuentra Halis Bayancuk, alias Ebu Hanzala, un predicador que manejaba webs propagandísticas del Estado Islámico y que, pese a haber sido detenido anteriormente, no tenía procesos abiertos. En su hogar se hallaron numerosos documentos relacionados con el EI.

Pero la operación policial no se limitó a los yihadistas. Buena parte de los detenidos pertenecen a organizaciones izquierdistas y al entramado del grupo armado kurdo PKK, que ha cometido varios asesinatos en la última semana en “represalia” por el atentado de Suruç. De hecho, una militante del grupo marxista DHKP-C murió cuando iba a ser detenida; en un tiroteo o “ejecutada” por los agentes, según se haga caso a la versión de la policía o del abogado familiar.
Mapas con las localizaciones del conflicto en la frontera turco-siria

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, reconoció “fallos” en la seguridad del país y avisó de que las operaciones militares y policiales han sido sólo “un primer paso” y “continuarán con determinación”. Turquía ha incrementado la presencia militar en su frontera sur —donde planea la construcción de un muro— y 20.000 soldados, la mitad de los vehículos blindados del Ejército, y el 90% de los drones han sido destinados a su vigilancia.

“Junto a turcos y jordanos estamos tratando de detener los flujos transfronterizos de combatientes extranjeros a Siria”, explicó el presidente de EE UU, Barack Obama, en una entrevista este viernes a la BBC en la que cantaba las ventajas de una cooperación internacional contra el yihadismo.

“Hasta ahora el Gobierno turco evitaba la confrontación con el EI, pero tras los sucesos de esta semana no le ha quedado más remedio que actuar”, sostiene, en declaraciones a EL PAÍS, el director del think tank GPoT, Mensur Akgün, quien, con todo, cree que los ataques a los yihadistas se limitarán a objetivos concretos, pues “una campaña extensiva aumentaría las probabilidades de atentados del EI en Turquía”.
Concesiones de EE UU

Aunque Davutoglu negó que el acuerdo para la apertura de la base de Incirlik y los bombardeos turcos estén relacionados, los analistas locales ven una relación causal ligada a presiones de Washington. “Llámalo acuerdo, presión o nuevo consenso, el hecho es que hay un indudable cambio de política”, afirma Ibrahim Çevik, del centro de estudios TÜRKSAM. El acuerdo, según Çevik, ha sido posible porque Estaos Unidos habría aceptado algunas de las “líneas rojas” de Turquía, como la de evitar que las milicias kurdo-sirias —aliadas de EE UU pero también del PKK— establezcan un corredor a lo largo del norte de Siria.

En este sentido, la prensa turca cita a fuentes de seguridad que dan por hecho el establecimiento de una zona de exclusión aérea al sur de la frontera turco-siria y a lo largo de los 90 kilómetros. El área sería defendida por la aviación y artillería turcas y los aviones de la coalición, y permitiría expulsar de este territorio al EI, reforzando la posición del Frente de la Conquista, una alianza de grupos rebeldes moderados e islamistas radicales —entre ellos Al Nusra— a la que apoya Turquía.

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