Obama sobre Irán: “La alternativa a la diplomacia es la guerra”
El presidente pide a los norteamericanos que valoren el pacto nuclear en su dimensión histórica y sienta los argumentos para una dura batalla en el Congreso
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Después de convencer a Irán de firmar un acuerdo para renunciar en la práctica a construir una bomba nuclear, el presidente de Estados Unidos se enfrenta al reto de convencer a la opinión pública norteamericana y combatir el argumento republicano de que se trata de una capitulación y una traición a sus aliados. El acuerdo firmado el martes en Viena es “el mejor para asegurarnos de que Irán no tiene la bomba nuclear, y esa ha sido mi prioridad desde el principio”, dijo Obama. El acuerdo con Irán es “una oportunidad que puede no volver a presentarse en nuestras vidas”.
Los ojos de la comunidad internacional se vuelven ahora hacia el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde se aventura una fenomenal batalla política sobre la aprobación del acuerdo en la que el presidente se juega parte de su credibilidad. En el mismo discurso en el que anunciaba el acuerdo al mundo, Obama dejó claro que vetará cualquier texto que se oponga al mismo. El Congreso necesita una mayoría reforzada de dos tercios para oponerse al veto presidencial. Las primeras impresiones del Congreso recogidas por la prensa de Washington apuntan hacia un escenario de veto, que mantenga el acuerdo pero lo deje muy débil como activo político. La rueda de prensa del miércoles es el principio de una dura campaña de dos meses para conseguir el mayor respaldo político posible para la que será la clave de su legado internacional.
En tono de alegato, el abogado de Harvard hizo una defensa del que puede ser su mayor legado en política exterior, ya que pone las bases para en el futuro desactivar el mayor foco de conflicto de la región más volátil del mundo. “Ayer fue un día histórico”, comenzó su alocución. El presidente dijo esperar que “el debate sea potente”. “Así debe ser, eso nos hace más fuertes”, añadió. Pero añadió que espera que los norteamericanos sepan ver el “cuadro general” y “la oportunidad que representa” el acuerdo. Ese cuadro general es el siguiente: “Este acuerdo hace a nuestro país y al mundo más seguro. La alternativa supone un mayor peligro. Esa es la disyuntiva”.
Obama admitió que la preocupación de Israel “es legítima”, por cuanto es una potencia que niega su derecho a existir. Pero “de todas las objeciones que han hecho el primer ministro Benjamin Netanyahu o la oposición republicana ninguno de ellos me ha propuesto una alternativa mejor. No lo he oído. El 99% de la comunidad internacional y la mayoría de expertos nucleares ven este acuerdo y dicen que esto impide a Irán conseguir una bomba nuclear. Si tienes objeciones al mismo deberías tener una alternativa. Pero en realidad solo hay dos alternativas, o se resuelve por la diplomacia, o por la guerra”. Reducido a una frase, el argumento de la Casa Blanca es que un acuerdo acerca a la paz, un no acuerdo acerca a un eventual conflicto armado.
Las relaciones entre Irán y EE UU, inexistentes o abiertamente hostiles desde 1979, hacen difícil centrarse en ese “cuadro general” en el que el presidente quiere situar el debate. Por ejemplo, durante la rueda de prensa fue preguntado por la situación de los norteamericanos detenidos en Irán. Obama explicó que poner temas como ese sobre la mesa habría permitido a Irán aumentar sus exigencias. “No se han resuelto todos los problemas”, es otra de las líneas de defensa de este acuerdo. Se ha resuelto solo uno, el más importante, insiste Obama. Y eventualmente si sale bien eso permitirá abordar otros. Eso es lo que pide que se valore. “Pero vivimos en Washington y la política afecta”.
El presidente dejó claro el miércoles que no se trata de un acuerdo de paz ni mucho menos de una normalización de relaciones con Irán, como ha ocurrido con Cuba. Los contactos diplomáticos seguirán siendo esporádicos. Sin embargo, Obama ha transmitido a muchos la impresión de que el acuerdo era más importante que el contenido del acuerdo. El senador republicano Marco Rubio lo expresó el miércoles con estas palabras: “Para él, todo esto, ¿saben lo que es? Es una exposición en su biblioteca presidencial. Lo único que quiere es poder decir: ‘Esto es lo que conseguí, paz en nuestra época, este gran acuerdo con Irán”.
Al mismo tiempo que pide a los norteamericanos que valoren las consecuencias generales del acuerdo, Obama pidió ayer a los republicanos que centren sus objeciones en el contenido del acuerdo. Que se lo lean y discutan los detalles. “Respecto al Congreso, mi esperanza es que todo el mundo evalúe este acuerdo basándose en los hechos, no en poses políticas”.
En el acuerdo, Irán mantiene una pequeña capacidad nuclear. No desactiva completamente el programa nuclear de ese país, sino que establece cortafuegos, que las potencias firmantes han considerado suficientes, en caso de que Irán mantenga la intención de construir una bomba nuclear. Esos cortafuegos antes no existían. En su efectividad o no es en lo que quiere centrar Obama el debate parlamentario.
Mientras la oposición republicana promete torpedear el acuerdo mientras pueda en el Congreso, la llamada comunidad internacional ha tardado 24 horas en convertirlo en hechos consumados. El miércoles, el vicecanciller de Alemania confirmaba que se presentará en Teherán el domingo en misión comercial. El Gobierno de España confirmó que va a organizar una misión comercial en la que participarán al menos dos ministros. La ONU se prepara para votar una resolución de respaldo al acuerdo en el plazo de una semana.
Obama envía a Biden al Congreso a convencer a los demócratas
SILVIA AYUSO, Washington
Tras el acuerdo con Irán, la prioridad de Obama es impedir que el pacto descarrile en el Congreso. Ante la abierta oposición de la mayoría republicana, la clave está en los demócratas, que pueden frenar cualquier intento de rechazar el acuerdo. Pero también entre ellos persisten las dudas con el documento de Viena. Por eso Obama ha recurrido a su baza más segura cuando se trata de hablar con un Congreso con el que no acaba de congeniar: Joe Biden, que antes de ser su vicepresidente pasó décadas en el Senado. Biden se reunió ayer en el Capitolio con legisladores demócratas “para responder a preguntas y explicar el acuerdo”, dijo. “Me siento confiado en que les gustará cuando lo comprendan bien”, adelantó. Según legisladores que estuvieron en el encuentro, Biden les aseguró, entre otros, que “nada en el acuerdo quita de la mesa la opción militar”.
Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Después de convencer a Irán de firmar un acuerdo para renunciar en la práctica a construir una bomba nuclear, el presidente de Estados Unidos se enfrenta al reto de convencer a la opinión pública norteamericana y combatir el argumento republicano de que se trata de una capitulación y una traición a sus aliados. El acuerdo firmado el martes en Viena es “el mejor para asegurarnos de que Irán no tiene la bomba nuclear, y esa ha sido mi prioridad desde el principio”, dijo Obama. El acuerdo con Irán es “una oportunidad que puede no volver a presentarse en nuestras vidas”.
Los ojos de la comunidad internacional se vuelven ahora hacia el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde se aventura una fenomenal batalla política sobre la aprobación del acuerdo en la que el presidente se juega parte de su credibilidad. En el mismo discurso en el que anunciaba el acuerdo al mundo, Obama dejó claro que vetará cualquier texto que se oponga al mismo. El Congreso necesita una mayoría reforzada de dos tercios para oponerse al veto presidencial. Las primeras impresiones del Congreso recogidas por la prensa de Washington apuntan hacia un escenario de veto, que mantenga el acuerdo pero lo deje muy débil como activo político. La rueda de prensa del miércoles es el principio de una dura campaña de dos meses para conseguir el mayor respaldo político posible para la que será la clave de su legado internacional.
En tono de alegato, el abogado de Harvard hizo una defensa del que puede ser su mayor legado en política exterior, ya que pone las bases para en el futuro desactivar el mayor foco de conflicto de la región más volátil del mundo. “Ayer fue un día histórico”, comenzó su alocución. El presidente dijo esperar que “el debate sea potente”. “Así debe ser, eso nos hace más fuertes”, añadió. Pero añadió que espera que los norteamericanos sepan ver el “cuadro general” y “la oportunidad que representa” el acuerdo. Ese cuadro general es el siguiente: “Este acuerdo hace a nuestro país y al mundo más seguro. La alternativa supone un mayor peligro. Esa es la disyuntiva”.
Obama admitió que la preocupación de Israel “es legítima”, por cuanto es una potencia que niega su derecho a existir. Pero “de todas las objeciones que han hecho el primer ministro Benjamin Netanyahu o la oposición republicana ninguno de ellos me ha propuesto una alternativa mejor. No lo he oído. El 99% de la comunidad internacional y la mayoría de expertos nucleares ven este acuerdo y dicen que esto impide a Irán conseguir una bomba nuclear. Si tienes objeciones al mismo deberías tener una alternativa. Pero en realidad solo hay dos alternativas, o se resuelve por la diplomacia, o por la guerra”. Reducido a una frase, el argumento de la Casa Blanca es que un acuerdo acerca a la paz, un no acuerdo acerca a un eventual conflicto armado.
Las relaciones entre Irán y EE UU, inexistentes o abiertamente hostiles desde 1979, hacen difícil centrarse en ese “cuadro general” en el que el presidente quiere situar el debate. Por ejemplo, durante la rueda de prensa fue preguntado por la situación de los norteamericanos detenidos en Irán. Obama explicó que poner temas como ese sobre la mesa habría permitido a Irán aumentar sus exigencias. “No se han resuelto todos los problemas”, es otra de las líneas de defensa de este acuerdo. Se ha resuelto solo uno, el más importante, insiste Obama. Y eventualmente si sale bien eso permitirá abordar otros. Eso es lo que pide que se valore. “Pero vivimos en Washington y la política afecta”.
El presidente dejó claro el miércoles que no se trata de un acuerdo de paz ni mucho menos de una normalización de relaciones con Irán, como ha ocurrido con Cuba. Los contactos diplomáticos seguirán siendo esporádicos. Sin embargo, Obama ha transmitido a muchos la impresión de que el acuerdo era más importante que el contenido del acuerdo. El senador republicano Marco Rubio lo expresó el miércoles con estas palabras: “Para él, todo esto, ¿saben lo que es? Es una exposición en su biblioteca presidencial. Lo único que quiere es poder decir: ‘Esto es lo que conseguí, paz en nuestra época, este gran acuerdo con Irán”.
Al mismo tiempo que pide a los norteamericanos que valoren las consecuencias generales del acuerdo, Obama pidió ayer a los republicanos que centren sus objeciones en el contenido del acuerdo. Que se lo lean y discutan los detalles. “Respecto al Congreso, mi esperanza es que todo el mundo evalúe este acuerdo basándose en los hechos, no en poses políticas”.
En el acuerdo, Irán mantiene una pequeña capacidad nuclear. No desactiva completamente el programa nuclear de ese país, sino que establece cortafuegos, que las potencias firmantes han considerado suficientes, en caso de que Irán mantenga la intención de construir una bomba nuclear. Esos cortafuegos antes no existían. En su efectividad o no es en lo que quiere centrar Obama el debate parlamentario.
Mientras la oposición republicana promete torpedear el acuerdo mientras pueda en el Congreso, la llamada comunidad internacional ha tardado 24 horas en convertirlo en hechos consumados. El miércoles, el vicecanciller de Alemania confirmaba que se presentará en Teherán el domingo en misión comercial. El Gobierno de España confirmó que va a organizar una misión comercial en la que participarán al menos dos ministros. La ONU se prepara para votar una resolución de respaldo al acuerdo en el plazo de una semana.
Obama envía a Biden al Congreso a convencer a los demócratas
SILVIA AYUSO, Washington
Tras el acuerdo con Irán, la prioridad de Obama es impedir que el pacto descarrile en el Congreso. Ante la abierta oposición de la mayoría republicana, la clave está en los demócratas, que pueden frenar cualquier intento de rechazar el acuerdo. Pero también entre ellos persisten las dudas con el documento de Viena. Por eso Obama ha recurrido a su baza más segura cuando se trata de hablar con un Congreso con el que no acaba de congeniar: Joe Biden, que antes de ser su vicepresidente pasó décadas en el Senado. Biden se reunió ayer en el Capitolio con legisladores demócratas “para responder a preguntas y explicar el acuerdo”, dijo. “Me siento confiado en que les gustará cuando lo comprendan bien”, adelantó. Según legisladores que estuvieron en el encuentro, Biden les aseguró, entre otros, que “nada en el acuerdo quita de la mesa la opción militar”.