Muguruza hace historia y jugará la final ante Serena Williams

Londres, As
En la cumbre de la final de Wimbledon y en la Centre Court ya retumba un grito así como 'irrintzi bat entzun da', 'se ha escuchado un 'irrintzi': y es el grito de emoción de Garbiñe Muguruza Blanco, plantada en la primera final de su carrera en un torneo de Grand Slam tras un hermoso triunfo sobre la lista y brillante jugadora que es Agnieszka Radwanska: 6-2, 3-6 y 6-3, en hora y 56 minutos.


Muguruza se enfrentará en la final del sábado a Serena Williams que ganó a Maria Sharapova 6-2 y 6-4, en la decimoséptima victoria consecutiva de la tenista estadounidense sobre la rusa. Serena ha sido cinco veces ganadora de Wimbledon y viene de reinar en Australia y Roland Garros.

En todo caso, la caraqueña con sangre vasca y venezolana se asegura el noveno puesto en la lista mundial del WTA Tour a partir del lunes... a expensas de lo que ocurra en la final. Actualmente, Garbiñe ocupa el número 20. Se trata de la primera finalista española en Wimbledon desde Arantxa Sánchez Vicario en 1996. En 1994, Conchita Martínez alzó el único título femenino español en el All England Club.

En una mañana luminosa y a 21 grados, el tenis de Muguruza, repleto de vatios de potencia, empujó durante casi una hora a Radwanska sobre las vallas de la Centre Court, a lomos de 39 golpes ganadores que incluyeron seis saques directos: el brutal castigo inicial para la liviana Radwanska duró hasta un tanteo de 6-2, 3-1 y 15/30 para Garbiñe, que dispuso de dos puntos para cerrar el primer set con 6-1.

Y ahí, cuando se cruzaba la hora de partido y castigo unidimensional, la inteligente Radwanska se ajustó al partido, flexionó las rodillas sobre el pasto, cavó trampas en la hierba bajo las cargas explosivas de Muguruza... y con un parcial de 0-6. la polaca de Cracovia tomó el segundo set y avanzó en el tercero con un 'break' de salida. El bisturí de Radwanska había aplicado medidas quirúrgicas, un plan B a base de reveses cortados, dejadas rompedoras y derechas planas. La raqueta de Radwanska se mecía como un bisturí, un pincel o un florete, de todo un poco...

Fue una maravilla mental que Muguruza detuviera la hemorragia en el segundo juego del set final... para liberar de nuevo todo su arsenal pesado, con servicios a 175 y 176 km/h y con restos atacantes solo permitió a Radwanska ganar el 36% de puntos con segundos saques: 9/25; para Muguruza, 10/31, 32%. Castigando como una descosida los flancos de una Radwanska que se fatigaba, rumbo a las dos horas de partido, Muguruza ('big hitter', gran pegadora), pegaba y pegaba, y estampó como una locomotora el 5-2 en el tercer set. En apariencia, la semifinal quedaba sentenciada. Pero con 5-3 y saque (con bolas nuevas) tenía que sobrevenir un juego dramático para cerrar la jornada triunfal de Garbiñe.

En la espesura de una tensión sobrecogedora, Muguruza cometió doble falta, le cantaron su segunda falta de pie de la jornada, Radwanska restó con astucia y disfrutó de dos puntos para llegar hasta el 5-4: y justo ahí sucedió que con 'deuce', y en el corazón de la tensión, Aga Radwanska paró un punto crucial porque desde su palco (dirigido por su entrenador, Tomasz Wiktorowski) le cantaron 'out' a oídos de la polaca un revés profundísimo de Muguruza... que ya iba a fallar el siguiente golpe a media pista, una derecha paralela. Pero el partido ya se había parado para atender las quejas de Radwanska, arengada por sus entrenadores.

El 'Ojo de Halcón' desestimó la reclamación inicial de Radwanska, que discutió con la gente de su palco y ya no tuvo apenas argumentos ante el siguiente servicio-cañón de Garbiñe. Tras el estallido del servicio en la zona del revés de Radwanska, Muguruza apuntilló la semifinal con una derecha a quemarropa, sin posible respuesta. Se derrumbó, emocionada, sobre el pasto de la Centre Court: ya estaba en la final de Wimbledon, y en la cumbre de la Centre Court resonaba algo muy parecido al eco de un 'irrintzi': era el estampido del cañón de Garbiñe Muguruza Blanco.

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