Miles atrapados en ofensiva contra Estado Islámico en provincia iraquí de Anbar
Bagdad/Arbil, Reuters
Decenas de miles de civiles se hallan atrapados entre los milicianos de Estado Islámico, listos para usarlos como escudos humanos, y un Gobierno que sospecha de su lealtad, en momentos en que las fuerzas iraquíes se preparan para intentar recapturar la ciudad de Faluya.
Los yihadistas obligan a los civiles a quedarse y el Gobierno bloquea y bombarda las rutas de salida, además de interrumpir los suministros, lo que crea "una red, un nudo alrededor del cuello de la población", dijo Lise Grande, coordinadora humanitaria de la ONU en Irak, a Reuters.
El Gobierno, dominado por chiíes, anunció el lunes el comienzo de las operaciones para "liberar Anbar", la provincia al oeste de Bagdad cuyas ciudades y localidades suníes a lo largo del Éufrates se convirtieron el año pasado en bastiones de Estado Islámico.
"Desde que comenzaron las operaciones militares, se ha hecho imposible irse", dijo un maestro de 42 años.
"Ellos (Estado Islámico) colocaron bombas en la entrada y salida de la ciudad y en las rutas principales para evitar que entren las fuerzas de seguridad o se vayan los pobladores", agregó.
La comunicación con quienes se encuentran aún en Faluya es cada vez más difícil. El maestro tenía temor de usar su nombre y sus comentarios fueron repetidos a Reuters por un amigo.
La última campaña militar de Bagdad contra Estado Islámico, para retomar Tikrit en abril, ocurrió después de que la mayoría de los ciudadanos había huido.
Líderes de las milicias chiíes que luchan junto al Ejército iraquí dicen que los civiles de Faluya serán evacuados antes de la ofensiva final, pero, en un clima de miedo, los residentes no tienen mucha confianza.
Esta semana, cientos de combatientes que decían provenir de Siria y de la norteña ciudad iraquí de Mosul desfilaron por Faluya, contó el maestro, cuyo relato del férreo control del grupo extremista fue reiterado por otras fuentes.
Los predicadores en las mezquitas advertían a las personas de no cooperar con las fuerzas de seguridad y, tras las plegarias, los islamistas daban "sermones yihadistas".
No existen cifras precisas de la población que queda en Faluya o Ramadi. Hisham al-Hashemi, un analista iraquí de seguridad, dijo que la primera aún tenía la mitad de sus 370.000 residentes de antes de la crisis. Otras estimaciones sugieren un número menor.
Pero incluso aquellos que pudieron salir del corazón suní de Irak, donde Estado Islámico ha aprovechado en parte un antiguo resentimiento contra las autoridades chiíes en Bagdad, se quejan de que en la capital se los mira con sospecha.
Las autoridades en Bagdad, que ha sufrido una oleada de coches bomba vinculados a Estado Islámico, se muestran cautelosas de admitir a los desplazados civiles suníes, ya que teme que puedan infiltrarse milicianos entre ellos.
Esto llevó a que miles de personas quedaran bloqueadas en un puente sobre el Éufrates bajo un intenso calor semanas atrás.
Y aunque las fuerzas de seguridad tengan éxito en Ramadi y Faluya, enfrentarán más batallas -y se encontrarán con millones de civiles más- en su camino a recapturar su último objetivo en el norte, la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul.
"Muchas localidades serán impactadas", dijo Grande. "La situación ya es desesperada, y será mucho, mucho, mucho peor", afirmó.
Decenas de miles de civiles se hallan atrapados entre los milicianos de Estado Islámico, listos para usarlos como escudos humanos, y un Gobierno que sospecha de su lealtad, en momentos en que las fuerzas iraquíes se preparan para intentar recapturar la ciudad de Faluya.
Los yihadistas obligan a los civiles a quedarse y el Gobierno bloquea y bombarda las rutas de salida, además de interrumpir los suministros, lo que crea "una red, un nudo alrededor del cuello de la población", dijo Lise Grande, coordinadora humanitaria de la ONU en Irak, a Reuters.
El Gobierno, dominado por chiíes, anunció el lunes el comienzo de las operaciones para "liberar Anbar", la provincia al oeste de Bagdad cuyas ciudades y localidades suníes a lo largo del Éufrates se convirtieron el año pasado en bastiones de Estado Islámico.
"Desde que comenzaron las operaciones militares, se ha hecho imposible irse", dijo un maestro de 42 años.
"Ellos (Estado Islámico) colocaron bombas en la entrada y salida de la ciudad y en las rutas principales para evitar que entren las fuerzas de seguridad o se vayan los pobladores", agregó.
La comunicación con quienes se encuentran aún en Faluya es cada vez más difícil. El maestro tenía temor de usar su nombre y sus comentarios fueron repetidos a Reuters por un amigo.
La última campaña militar de Bagdad contra Estado Islámico, para retomar Tikrit en abril, ocurrió después de que la mayoría de los ciudadanos había huido.
Líderes de las milicias chiíes que luchan junto al Ejército iraquí dicen que los civiles de Faluya serán evacuados antes de la ofensiva final, pero, en un clima de miedo, los residentes no tienen mucha confianza.
Esta semana, cientos de combatientes que decían provenir de Siria y de la norteña ciudad iraquí de Mosul desfilaron por Faluya, contó el maestro, cuyo relato del férreo control del grupo extremista fue reiterado por otras fuentes.
Los predicadores en las mezquitas advertían a las personas de no cooperar con las fuerzas de seguridad y, tras las plegarias, los islamistas daban "sermones yihadistas".
No existen cifras precisas de la población que queda en Faluya o Ramadi. Hisham al-Hashemi, un analista iraquí de seguridad, dijo que la primera aún tenía la mitad de sus 370.000 residentes de antes de la crisis. Otras estimaciones sugieren un número menor.
Pero incluso aquellos que pudieron salir del corazón suní de Irak, donde Estado Islámico ha aprovechado en parte un antiguo resentimiento contra las autoridades chiíes en Bagdad, se quejan de que en la capital se los mira con sospecha.
Las autoridades en Bagdad, que ha sufrido una oleada de coches bomba vinculados a Estado Islámico, se muestran cautelosas de admitir a los desplazados civiles suníes, ya que teme que puedan infiltrarse milicianos entre ellos.
Esto llevó a que miles de personas quedaran bloqueadas en un puente sobre el Éufrates bajo un intenso calor semanas atrás.
Y aunque las fuerzas de seguridad tengan éxito en Ramadi y Faluya, enfrentarán más batallas -y se encontrarán con millones de civiles más- en su camino a recapturar su último objetivo en el norte, la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul.
"Muchas localidades serán impactadas", dijo Grande. "La situación ya es desesperada, y será mucho, mucho, mucho peor", afirmó.