El pueblo que sobrevivió al horror de caerle encima el avión del vuelo MH17
La aeronave fue derribada por el impacto de un misil y cayó sobre la localidad provocando pocos daños materiales, pero muchos emocionales.
Javier Taeño | Gaceta trotamundos
Nada ha vuelto a ser igual en Grábovo desde el 17 de julio de 2014. Este tranquilo y apacible pueblo, de apenas 1.000 habitantes y situado al este de Ucrania, a solo 40 kilómetros de la frontera con Rusia, vio turbada su paz hace prácticamente un año cuando un avión de Malaysia Airlines fue derribado y los restos de la aeronave así como los de los pasajeros que viajaban en ella cayeron en los alrededores de la localidad. Ahora sus vecinos admiten que su vida ha cambiado e intentan pasar página de una tragedia que les ha quedado grabada en la memoria.
En primer lugar porque el pueblo se ha convertido en un lugar de peregrinación constante para los investigadores, que aún intentan reconstruir la secuencia de hechos. Y es que tanto tiempo después aún no se sabe quién derribó el avión. Rusia sigue acusando a Ucrania y las autoridades ucranianas apuntan a que fueron o las tropas rusas o las fuerzas prorrusas que se oponen al Gobierno central de Kiev. En el último año en este sentido pocas cosas han cambiado y continúa el conflicto velado con el este del país, con ciudades clave como Donetsk a la cabeza, que son partidarias de la secesión.
Pero no solo es que el pueblo tenga más trasiego ahora, sino que a los tranquilos vecinos les cuesta olvidar lo que contemplaron ese 17 de julio. Restos humanos, restos del avión, pasaportes, cámaras de fotos o maletas descansaban en los campos cercanos a las casas de los habitantes de la localidad. Al principio, la primera reacción de todos fue pensar que la guerra había estallado y que estaban siendo bombardeados, por lo que corrieron a refugiarse y a rezar. Pronto se dieron cuenta de que pasaba algo más y cuando se acercaron al lugar lo que contemplaron es algo que aún les persigue.
Un hombre sujeta un peluche encontrado entre los restos del avión (Reuters)Un hombre sujeta un peluche encontrado entre los restos del avión (Reuters)
Muchas personas quedaron traumatizadas e incluso algunas de ellas se obsesionaron hasta el punto de indagar sobre la vida de las personas que habían fallecido en el accidente, a través fundamentalmente de las redes sociales y de los perfiles que se iban publicando sobre ellos.
Este año ha servido para que la gente pueda reconstruir las casas dañadas, pero también para felicitarse por la suerte de que el avión no cayese sobre ellos. Y es que la mentalidad de algunos ha cambiado; de hecho, hay personas que se han vuelto religiosas cuando antes no lo eran.
El pueblo intenta recuperar la normalidad cuando se preparan los homenajes al cumplirse un año de la tragedia. En la mente de sus habitantes está el olvidar el horror y sobre todo un deseo por encima de todo:
“Por la paz en Donetsk, en Ucrania, en Siria y en el mundo entero”, pide el alcalde de Grábovo.
Javier Taeño | Gaceta trotamundos
Nada ha vuelto a ser igual en Grábovo desde el 17 de julio de 2014. Este tranquilo y apacible pueblo, de apenas 1.000 habitantes y situado al este de Ucrania, a solo 40 kilómetros de la frontera con Rusia, vio turbada su paz hace prácticamente un año cuando un avión de Malaysia Airlines fue derribado y los restos de la aeronave así como los de los pasajeros que viajaban en ella cayeron en los alrededores de la localidad. Ahora sus vecinos admiten que su vida ha cambiado e intentan pasar página de una tragedia que les ha quedado grabada en la memoria.
En primer lugar porque el pueblo se ha convertido en un lugar de peregrinación constante para los investigadores, que aún intentan reconstruir la secuencia de hechos. Y es que tanto tiempo después aún no se sabe quién derribó el avión. Rusia sigue acusando a Ucrania y las autoridades ucranianas apuntan a que fueron o las tropas rusas o las fuerzas prorrusas que se oponen al Gobierno central de Kiev. En el último año en este sentido pocas cosas han cambiado y continúa el conflicto velado con el este del país, con ciudades clave como Donetsk a la cabeza, que son partidarias de la secesión.
Pero no solo es que el pueblo tenga más trasiego ahora, sino que a los tranquilos vecinos les cuesta olvidar lo que contemplaron ese 17 de julio. Restos humanos, restos del avión, pasaportes, cámaras de fotos o maletas descansaban en los campos cercanos a las casas de los habitantes de la localidad. Al principio, la primera reacción de todos fue pensar que la guerra había estallado y que estaban siendo bombardeados, por lo que corrieron a refugiarse y a rezar. Pronto se dieron cuenta de que pasaba algo más y cuando se acercaron al lugar lo que contemplaron es algo que aún les persigue.
Un hombre sujeta un peluche encontrado entre los restos del avión (Reuters)Un hombre sujeta un peluche encontrado entre los restos del avión (Reuters)
Muchas personas quedaron traumatizadas e incluso algunas de ellas se obsesionaron hasta el punto de indagar sobre la vida de las personas que habían fallecido en el accidente, a través fundamentalmente de las redes sociales y de los perfiles que se iban publicando sobre ellos.
Este año ha servido para que la gente pueda reconstruir las casas dañadas, pero también para felicitarse por la suerte de que el avión no cayese sobre ellos. Y es que la mentalidad de algunos ha cambiado; de hecho, hay personas que se han vuelto religiosas cuando antes no lo eran.
El pueblo intenta recuperar la normalidad cuando se preparan los homenajes al cumplirse un año de la tragedia. En la mente de sus habitantes está el olvidar el horror y sobre todo un deseo por encima de todo:
“Por la paz en Donetsk, en Ucrania, en Siria y en el mundo entero”, pide el alcalde de Grábovo.