El fin de la tolerancia: Turquía se incorpora en la lucha contra el Estado Islámico
Estambul, dpa
La incorporación oficial de Turquía a la coalición internacional que lucha contra el Estado Islámico (EI) en Siria representa un giro de 180 grados en la política exterior de ese país.
El gobierno de Turquía solicitó convocar una reunión extraordinaria de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), alianza de la que es miembro, para evaluar junto con sus aliados ulteriores pasos a dar a raíz de los ataques a su seguridad nacional y de las amenazas que afronta actualmente. La reunión se realizará el próximo martes en Bruselas.
Si bien hace tiempo que integra la coalición liderada por Estados Unidos para combatir al EI, hasta el momento Turquía no había intervenido militarmente en el conflicto en Siria.
Pero en la madrugada del viernes decidió atacar por primera vez posiciones del Estado Islámico en el vecino país, al tiempo que confirmó que participaría en los ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos y permitiría que los aviones utilicen su base en Incirlik.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan, había tolerado durante demasiado tiempo a la milicia terrorista en su frontera. La oposición kurda incluso llegó a acusar al partido islamista conservador en el gobierno de apoyar a los terroristas, lo cual el gobierno siempre ha negado.
Turquía especulaba con que las milicias de EI también debilitarían al régimen del presidente sirio Bashar al Assad, algo que hasta ahora no ha sucedido.
La Turquía sunita busca la caída de Assad y de su régimen alauita y apoya a los rebeldes sunitas desde el inicio de la guerra civil en Siria en 2011.
Durante mucho tiempo, el gobierno turco vio a la milicia terrorista sunita EI como un contrapeso frente a las milicias kurdas Unidades de Protección Popular (YPG) en Siria, que entretanto controlan la mayor parte de la frontera con Turquía y que son afines al proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), catalogado como organización terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos.
La muerte de un soldado turco en combates contra el EI desencadenó los bombardeos del pasado viernes.
Ahora, Ankara teme que los éxitos militares de los kurdos en Irak y Siria puedan dar un nuevo impulso a la idea de un Estado kurdo independiente que incluya las regiones de Turquía pobladas por kurdos.
La muerte de un soldado turco en combates contra el EI desencadenó los bombardeos del pasado viernes. El primer ministro turco, Ahmet Davutolgu, anunció que su país continuaría luchando resueltamente contra los terroristas: “Turquía reaccionará con la máxima dureza frente a cualquier movimiento amenazante, por pequeño que sea”, aseguró.
Un posible motivo del giro en la política turca es el atentado del pasado lunes contra un centro cultural del sur del país que acabó con la vida de 32 personas y que el gobierno turco atribuye a la milicia terrorista, que sin embargo no confirmó su autoría.
Sobre los motivos de los extremistas para atacar Turquía sólo puede especularse. La variante más probable: que con el ataque perpetrado en el sur del país el EI buscara encender aún más las tensiones entre el gobierno turco y los kurdos.
Suruc, donde se registró el atentado, está gobernado por el prokurdo Partido Democrático Popular (HDP). El objetivo del ataque fueron jóvenes de todo el país que querían ayudar a reconstruir la ciudad sirio-kurda de Kobane, de la que el EI había sido expulsado por combatientes kurdos y con ayuda de la Fuerza Aérea estadounidense.
Pero el atentado también pudo haber sido una advertencia al gobierno turco en el sentido de que todo golpe de Turquía contra el EI será vengado, por lo que al gobierno en Ankara le conviene mantenerse al margen. En las últimas semanas, Ankara ya había comenzado a dar señales de que habría un giro en su estrategia.
Turquía parece haber entendido que ya no está a salvo de ataques. Los informes en los medios aseguran que el atacante suicida que atentó contra el centro cultural el lunes era de nacionalidad turca. Esto significaría que Turquía tiene un problema de extremismo puertas adentro. Y una situación inestable tarde o temprano podría repercutir negativamente en su economía.
La apertura de la base Incirlik para que Estados Unidos pueda lanzar ataques aéreos desde allí también le permite a Turquía actuar de manera más efectiva contra el EI. Aparentemente, en Washington circulan planes para establecer una zona segura para rebeldes en el norte de Siria con ayuda de tropas turcas. Aunque en Siria ya quedan pocos grupos armados moderados en los que Estados Unidos confíe.
Más allá de la firmeza que el gobierno turco demuestra contra el EI, también deja muy en claro que considera igualmente amenazantes al PKK y sus grupos afines.
La gran redada que efectuó el gobierno el viernes no iba dirigida únicamente contra partidarios de EI, sino también del PKK. El jueves, la organización anunció que había matado a dos policías turcos en la ciudad de Diyarbakir, en el sureste del país.
La incorporación oficial de Turquía a la coalición internacional que lucha contra el Estado Islámico (EI) en Siria representa un giro de 180 grados en la política exterior de ese país.
El gobierno de Turquía solicitó convocar una reunión extraordinaria de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), alianza de la que es miembro, para evaluar junto con sus aliados ulteriores pasos a dar a raíz de los ataques a su seguridad nacional y de las amenazas que afronta actualmente. La reunión se realizará el próximo martes en Bruselas.
Si bien hace tiempo que integra la coalición liderada por Estados Unidos para combatir al EI, hasta el momento Turquía no había intervenido militarmente en el conflicto en Siria.
Pero en la madrugada del viernes decidió atacar por primera vez posiciones del Estado Islámico en el vecino país, al tiempo que confirmó que participaría en los ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos y permitiría que los aviones utilicen su base en Incirlik.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan, había tolerado durante demasiado tiempo a la milicia terrorista en su frontera. La oposición kurda incluso llegó a acusar al partido islamista conservador en el gobierno de apoyar a los terroristas, lo cual el gobierno siempre ha negado.
Turquía especulaba con que las milicias de EI también debilitarían al régimen del presidente sirio Bashar al Assad, algo que hasta ahora no ha sucedido.
La Turquía sunita busca la caída de Assad y de su régimen alauita y apoya a los rebeldes sunitas desde el inicio de la guerra civil en Siria en 2011.
Durante mucho tiempo, el gobierno turco vio a la milicia terrorista sunita EI como un contrapeso frente a las milicias kurdas Unidades de Protección Popular (YPG) en Siria, que entretanto controlan la mayor parte de la frontera con Turquía y que son afines al proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), catalogado como organización terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos.
La muerte de un soldado turco en combates contra el EI desencadenó los bombardeos del pasado viernes.
Ahora, Ankara teme que los éxitos militares de los kurdos en Irak y Siria puedan dar un nuevo impulso a la idea de un Estado kurdo independiente que incluya las regiones de Turquía pobladas por kurdos.
La muerte de un soldado turco en combates contra el EI desencadenó los bombardeos del pasado viernes. El primer ministro turco, Ahmet Davutolgu, anunció que su país continuaría luchando resueltamente contra los terroristas: “Turquía reaccionará con la máxima dureza frente a cualquier movimiento amenazante, por pequeño que sea”, aseguró.
Un posible motivo del giro en la política turca es el atentado del pasado lunes contra un centro cultural del sur del país que acabó con la vida de 32 personas y que el gobierno turco atribuye a la milicia terrorista, que sin embargo no confirmó su autoría.
Sobre los motivos de los extremistas para atacar Turquía sólo puede especularse. La variante más probable: que con el ataque perpetrado en el sur del país el EI buscara encender aún más las tensiones entre el gobierno turco y los kurdos.
Suruc, donde se registró el atentado, está gobernado por el prokurdo Partido Democrático Popular (HDP). El objetivo del ataque fueron jóvenes de todo el país que querían ayudar a reconstruir la ciudad sirio-kurda de Kobane, de la que el EI había sido expulsado por combatientes kurdos y con ayuda de la Fuerza Aérea estadounidense.
Pero el atentado también pudo haber sido una advertencia al gobierno turco en el sentido de que todo golpe de Turquía contra el EI será vengado, por lo que al gobierno en Ankara le conviene mantenerse al margen. En las últimas semanas, Ankara ya había comenzado a dar señales de que habría un giro en su estrategia.
Turquía parece haber entendido que ya no está a salvo de ataques. Los informes en los medios aseguran que el atacante suicida que atentó contra el centro cultural el lunes era de nacionalidad turca. Esto significaría que Turquía tiene un problema de extremismo puertas adentro. Y una situación inestable tarde o temprano podría repercutir negativamente en su economía.
La apertura de la base Incirlik para que Estados Unidos pueda lanzar ataques aéreos desde allí también le permite a Turquía actuar de manera más efectiva contra el EI. Aparentemente, en Washington circulan planes para establecer una zona segura para rebeldes en el norte de Siria con ayuda de tropas turcas. Aunque en Siria ya quedan pocos grupos armados moderados en los que Estados Unidos confíe.
Más allá de la firmeza que el gobierno turco demuestra contra el EI, también deja muy en claro que considera igualmente amenazantes al PKK y sus grupos afines.
La gran redada que efectuó el gobierno el viernes no iba dirigida únicamente contra partidarios de EI, sino también del PKK. El jueves, la organización anunció que había matado a dos policías turcos en la ciudad de Diyarbakir, en el sureste del país.