Obama, Cameron y Merkel aprietan al máximo a Putin
Kruen, As
Las grandes potencias occidentales se han alineado frente a la Rusia de Putin, al que ven como un megalómano que quiere restablecer la URSS. El presidente ruso sospecha que el fin último de los aliados es boicotear el Mundial 2018. Eso sería para él y para su país mucho más duro que las sanciones que ya soporta por el conflicto en Ucrania. Es un asunto geopolítico, mucho más que deportivo.
El G7, que reúne a los siete países más industrializados del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) acordó ayer en la localidad alemana de Kruen, en los Alpes bávaros, incrementar las sanciones económicas y políticas a Rusia. Obama insistió en “la importancia de mantener las sanciones a Rusia para incentivar la plena aplicación de los acuerdos de paz de Minsk y disuadir a Moscú de nuevas agresiones”. Merkel dijo que el castigo a Rusia “sólo cesará cuando desaparezcan las causas que lo han provocado”, es decir cuando Rusia devuelva a Ucrania la península de Crimea y los otros territorios ocupados por separatistas rusos apoyados por el Kremlin. En la misma línea están Hollande, Renzi y el presidente de la Unión Europea, Jean-Claude Juncker.
El presidente de Rusia ya ha advertido que está dispuesto a aguantar el pulso de los aliados occidentales, pero el primer ministro británico, David Cameron, ha adelantado que “Inglaterra podría organizar el Mundial si es requerida para ello”. Y ahí le duele a Putin, que cree que “hay una maniobra internacional para quitarle a Rusia el Mundial 2018. Se trata simplemente de retirarnos su organización por razones políticas”.
Los líderes de la UE acordaron que las sanciones por la intervención de Rusia en Ucrania permanecerán hasta que se aplique plenamente el acuerdo de alto el fuego de Minsk.
Las grandes potencias occidentales se han alineado frente a la Rusia de Putin, al que ven como un megalómano que quiere restablecer la URSS. El presidente ruso sospecha que el fin último de los aliados es boicotear el Mundial 2018. Eso sería para él y para su país mucho más duro que las sanciones que ya soporta por el conflicto en Ucrania. Es un asunto geopolítico, mucho más que deportivo.
El G7, que reúne a los siete países más industrializados del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) acordó ayer en la localidad alemana de Kruen, en los Alpes bávaros, incrementar las sanciones económicas y políticas a Rusia. Obama insistió en “la importancia de mantener las sanciones a Rusia para incentivar la plena aplicación de los acuerdos de paz de Minsk y disuadir a Moscú de nuevas agresiones”. Merkel dijo que el castigo a Rusia “sólo cesará cuando desaparezcan las causas que lo han provocado”, es decir cuando Rusia devuelva a Ucrania la península de Crimea y los otros territorios ocupados por separatistas rusos apoyados por el Kremlin. En la misma línea están Hollande, Renzi y el presidente de la Unión Europea, Jean-Claude Juncker.
El presidente de Rusia ya ha advertido que está dispuesto a aguantar el pulso de los aliados occidentales, pero el primer ministro británico, David Cameron, ha adelantado que “Inglaterra podría organizar el Mundial si es requerida para ello”. Y ahí le duele a Putin, que cree que “hay una maniobra internacional para quitarle a Rusia el Mundial 2018. Se trata simplemente de retirarnos su organización por razones políticas”.
Los líderes de la UE acordaron que las sanciones por la intervención de Rusia en Ucrania permanecerán hasta que se aplique plenamente el acuerdo de alto el fuego de Minsk.