Muere Charles Kennedy, político británico opositor a la guerra de Irak
Llevó al Partido Liberal Demócrata a su mayor éxito electoral en la historia reciente
Pablo Guimón
Londres, El País
Charles Kennedy, fallecido el lunes a los 55 años, llevó al Partido Liberal Demócrata a los mejores resultados de su historia reciente y fue el único de los líderes de los grandes partidos británicos que se opuso a la guerra de Irak. Las palabras de afecto pronunciadas ayer desde todo el espectro político dan idea del cariño que despertaba un hombre, mediático y con un proverbial sentido del humor, que luchó contra un alcoholismo que acabó apartándolo de la dirección del partido en 2006. En las elecciones generales del pasado 7 de mayo, el aplastante triunfo del nacionalismo en su Escocia natal arrebató a Kennedy el escaño por las Highlands que ocupó durante 32 años.
“No es frecuente en política que surja alguien con cerebro, talento, ingenio y sacos de humanidad, y Charles tenía todas esas cosas”, dijo de él el primer ministro conservador, David Cameron. “Tenía más talento político en su dedo meñique que el resto de nosotros juntos”, añadió Nick Clegg, sucesor de Kennedy al frente del partido hasta que surta efecto su dimisión el mes próximo, en respuesta al descalabro electoral de la formación centrista.
Aquella derrota supuso también el final político de Kennedy, que fue crítico con el rumbo reciente de su partido. Fue de los pocos diputados liberal-demócratas que votaron en contra de entrar en un Gobierno de coalición con los tories en 2010.
Obtuvo su primer escaño en Westminster en 1983 por el Partido Social Demócrata, fundado dos años antes por militantes descontentos con la deriva demasiado hacia la izquierda del laborismo, que en 1988 se fusionaría con el Partido Liberal para formar el actual partido centrista. Hijo de un granjero, se afilió al partido cuando estudiaba políticas y filosofía la universidad de Glasgow.
Trabajó brevemente como periodista y después se fue a la universidad estadounidense de Indiana con una beca Fulbright. Allí estaba cuando el partido le nominó para una circunscripción escocesa que era un escaño tory seguro. Volvió a casa y, contra todo pronóstico, ganó su asiento a pesar de la amplia victoria nacional de Thatcher tras la guerra de las Malvinas.
Con 23 años, Kennedy se convirtió en el diputado más joven de la cámara. El escaño cambió de nombre, cambiaron sus fronteras y cambiaron las siglas del partido. Pero su diputado en Westminster fue el mismo hasta el pasado 7 de mayo.
Kennedy asumió el liderazgo del partido en 1999, después de la aplastante primera mayoría de Blair. Cuatro años después llegó la cima de su popularidad política, cuando se convirtió en el líder no oficial del movimiento contra la guerra de Irak, a la que se opuso desde su escaño en los Comunes y desde multitudinarias manifestaciones. Los británicos premiaron su postura con 62 escaños en las elecciones de 2005, el mejor resultado del partido en ochenta años.
Los rumores sobre su alcoholismo, que él siempre negaba, sonaban más y más fuerte. En 2006 una cadena televisión le advirtió de que estaba en disposición de publicar una historia sobre su adicción. Kennedy dio un paso adelante. Admitió que estaba en tratamiento y aseguró que llevaba varios meses sobrio. Al día siguiente dimitió como líder del partido.
Charles Kennedy falleció en su casa de Fort William, al noroeste de Escocia. No se ha informado de la causa de la muerte pero la policía ha declarado que no hay sospechosas de violencia. Le sobrevive un hijo de un matrimonio con una compañera de partido que se rompió en 2010. “Resultó tener razón sobre Irak”, tuiteó ayer John Prescott, vice primer ministro de Blair en aquellos años. “La historia será tan amable con él como él lo fue con los otros”.
Pablo Guimón
Londres, El País
Charles Kennedy, fallecido el lunes a los 55 años, llevó al Partido Liberal Demócrata a los mejores resultados de su historia reciente y fue el único de los líderes de los grandes partidos británicos que se opuso a la guerra de Irak. Las palabras de afecto pronunciadas ayer desde todo el espectro político dan idea del cariño que despertaba un hombre, mediático y con un proverbial sentido del humor, que luchó contra un alcoholismo que acabó apartándolo de la dirección del partido en 2006. En las elecciones generales del pasado 7 de mayo, el aplastante triunfo del nacionalismo en su Escocia natal arrebató a Kennedy el escaño por las Highlands que ocupó durante 32 años.
“No es frecuente en política que surja alguien con cerebro, talento, ingenio y sacos de humanidad, y Charles tenía todas esas cosas”, dijo de él el primer ministro conservador, David Cameron. “Tenía más talento político en su dedo meñique que el resto de nosotros juntos”, añadió Nick Clegg, sucesor de Kennedy al frente del partido hasta que surta efecto su dimisión el mes próximo, en respuesta al descalabro electoral de la formación centrista.
Aquella derrota supuso también el final político de Kennedy, que fue crítico con el rumbo reciente de su partido. Fue de los pocos diputados liberal-demócratas que votaron en contra de entrar en un Gobierno de coalición con los tories en 2010.
Obtuvo su primer escaño en Westminster en 1983 por el Partido Social Demócrata, fundado dos años antes por militantes descontentos con la deriva demasiado hacia la izquierda del laborismo, que en 1988 se fusionaría con el Partido Liberal para formar el actual partido centrista. Hijo de un granjero, se afilió al partido cuando estudiaba políticas y filosofía la universidad de Glasgow.
Trabajó brevemente como periodista y después se fue a la universidad estadounidense de Indiana con una beca Fulbright. Allí estaba cuando el partido le nominó para una circunscripción escocesa que era un escaño tory seguro. Volvió a casa y, contra todo pronóstico, ganó su asiento a pesar de la amplia victoria nacional de Thatcher tras la guerra de las Malvinas.
Con 23 años, Kennedy se convirtió en el diputado más joven de la cámara. El escaño cambió de nombre, cambiaron sus fronteras y cambiaron las siglas del partido. Pero su diputado en Westminster fue el mismo hasta el pasado 7 de mayo.
Kennedy asumió el liderazgo del partido en 1999, después de la aplastante primera mayoría de Blair. Cuatro años después llegó la cima de su popularidad política, cuando se convirtió en el líder no oficial del movimiento contra la guerra de Irak, a la que se opuso desde su escaño en los Comunes y desde multitudinarias manifestaciones. Los británicos premiaron su postura con 62 escaños en las elecciones de 2005, el mejor resultado del partido en ochenta años.
Los rumores sobre su alcoholismo, que él siempre negaba, sonaban más y más fuerte. En 2006 una cadena televisión le advirtió de que estaba en disposición de publicar una historia sobre su adicción. Kennedy dio un paso adelante. Admitió que estaba en tratamiento y aseguró que llevaba varios meses sobrio. Al día siguiente dimitió como líder del partido.
Charles Kennedy falleció en su casa de Fort William, al noroeste de Escocia. No se ha informado de la causa de la muerte pero la policía ha declarado que no hay sospechosas de violencia. Le sobrevive un hijo de un matrimonio con una compañera de partido que se rompió en 2010. “Resultó tener razón sobre Irak”, tuiteó ayer John Prescott, vice primer ministro de Blair en aquellos años. “La historia será tan amable con él como él lo fue con los otros”.