LeBron, como en 2007: solo contra el mundo segunda parte
Miami, As
Cuando concluyó la temporada regular 2013-14, los Cavaliers acababan de firmar su cuarta campaña consecutiva lejos de los Playoffs. Por aquel entonces, Kyrie Irving asomaba en medio de una franquicia en la que Anderson Varejao y Mike Brown eran los únicos vestigios de la época dorada, aquella en la que LeBron James nos había acostumbrado a sus habituales guerras personales: yo contra el mundo. Así se ganó el respeto de la NBA, pero también el ser objeto de las críticas de muchos que le reprochaban su excesivo egoísmo. Ahora, paradojas de la vida, en Cleveland vuelven a encontrarse bajo la misma situación. El hijo pródigo regresó el pasado verano siendo un all around player, pero llegado el momento de la verdad, las lesiones le van a obligar a que el balón pase por sus manos en cada ataque de los de Ohio a partir de este segundo partido (domingo 00:00 GMT).
Y es que, como ha ocurrido en otros tantos equipos a lo largo de este curso, los problemas físicos han marcado el año de los Cavaliers. Volvamos al inicio, David Blatt fue escogido como sustituto de Brown para dirigir a otro equipo bien distinto a este. Un grupo en el que más allá de Irving, iban a tener gran impacto los Waiters, Tristan Thompson, Karasev, Tyler Zeller y el pick como número uno del draft. Sin embargo, la decisión de LeBron James de regresar a casa cambió en cuestión de segundos los planes del general manager David Griffin. Ya no bastaba con tener un roster plagado de jóvenes con talento y que luchara por meterse en los Playoffs, había que ir más allá. Así que además de atraer a Cleveland a una serie de veteranos con, como dice la expresión, el culo pelao, era necesario añadir una nueva pieza en forma de jugador all star. El elegido fue un Kevin Love que no aguantaba más la inercia perdedora de Minnesota. Para ello tuvieron que sacrificar a Bennett y a Andrew Wiggins, hasta la fecha los dos últimos número uno del sorteo universitario. Todo correcto, a cambio completaban un Big Three (Irving, LeBron y Love) llamado a cambiar la historia reciente de la NBA.
El inicio no fue el esperado y a los alarmantes ajustes defensivos hubo pronto que añadir la rotura del tendón de Aquiles izquierdo de Anderson Varejao. Justo por Navidad, los Cavs se quedaban sin su pívot titular. Por aquel entonces no estaban ni Mozgov, ni J.R. Smith ni Shumpert. La llegada de ese trío de jugadores resultó clave en el despegar de la franquicia: adquirían algo de profundidad de banquillo, defensa y tiro exterior y unos centímetros (los del pívot ruso) tan fundamentales como necesarios. Así, poco a poco los de Blatt fueron escalando posiciones por el Este hasta concluir únicamente por debajo de los sorprendentes Hawks.
De esta manera llegaron a unos Playoffs en los que la mayor duda en torno a ellos era comprobar si tanto Irving como Love acabarían pagando su inexperiencia en esta fase de la temporada. Ojalá solo fuera eso pensarán ahora los seguidores de Cleveland. En el cuarto partido de la primera ronda ante los Celtics y en plena pelea por un rebote, Kelly Olynk enganchó a Kevin Love. Tuvo que pasar por el quirófano para sanar el hombro izquierdo dislocado, diciendo de esta manera adiós a la temporada. No obstante, el buen rendimiento de Mozgov y el salto de calidad exhibido por Tristan Thompson permitió a los Cavs seguir avanzando gracias a un LeBron que demostró que sus cualidades para seguir ocupando el trono siguen intactas. Superado el mal trago por Love, quien preocupaba era Kyrie Irving. El base jugó las semifinales de Conferencia ante los Bulls cojeando del tobillo derecho y con una tendinitis en la rodilla izquierda. Pese a su negativa a parar, su rendimiento distaba mucho de todo lo que puede llegar a ofrecer. Ese descanso ya fue obligado ante los Hawks, pero el mal momento (y de nuevo un imperial LeBron) al que llegaron los de Budenholzer facilitó sobremanera el camino: 4-0 y a pensar en unas Finales cuyo inicio asomaba a una semana vista.
Un tiempo suficiente para que Irving completara un magnífico primer encuentro... hasta que llegó la prórroga y con ella la jugada en la que dijo basta. Horas después se confirmó lo que sus gestos de dolor mientras se dirigía al vestuario hacían pensar: fractura en la rótula izquierda. Adiós a las Finales y a pensar ya en la próxima campaña. Una baja con sabor a túnel del tiempo en Cleveland. En 2007, año en el que la franquicia disputó (y perdió 4-0 ante los Spurs) su primera y hasta ahora única eliminatoria por el anillo, LeBron tiró de un equipo en el que Gooden, Daniel Gibson, Pavlovic e Ilgauskas ejercían de meros soldados. Una historia que, salvo cambio repentino en el guión, se asemeja bastante a la de estos días. Con tres de sus a priori cinco titulares viéndolo desde el banquillo, a los Smith, Mozgov, Shumpert y Thompson les toca subir sus prestaciones para evitar que las Finales se conviertan en un LeBron contra el mundo segunda parte.
Cuando concluyó la temporada regular 2013-14, los Cavaliers acababan de firmar su cuarta campaña consecutiva lejos de los Playoffs. Por aquel entonces, Kyrie Irving asomaba en medio de una franquicia en la que Anderson Varejao y Mike Brown eran los únicos vestigios de la época dorada, aquella en la que LeBron James nos había acostumbrado a sus habituales guerras personales: yo contra el mundo. Así se ganó el respeto de la NBA, pero también el ser objeto de las críticas de muchos que le reprochaban su excesivo egoísmo. Ahora, paradojas de la vida, en Cleveland vuelven a encontrarse bajo la misma situación. El hijo pródigo regresó el pasado verano siendo un all around player, pero llegado el momento de la verdad, las lesiones le van a obligar a que el balón pase por sus manos en cada ataque de los de Ohio a partir de este segundo partido (domingo 00:00 GMT).
Y es que, como ha ocurrido en otros tantos equipos a lo largo de este curso, los problemas físicos han marcado el año de los Cavaliers. Volvamos al inicio, David Blatt fue escogido como sustituto de Brown para dirigir a otro equipo bien distinto a este. Un grupo en el que más allá de Irving, iban a tener gran impacto los Waiters, Tristan Thompson, Karasev, Tyler Zeller y el pick como número uno del draft. Sin embargo, la decisión de LeBron James de regresar a casa cambió en cuestión de segundos los planes del general manager David Griffin. Ya no bastaba con tener un roster plagado de jóvenes con talento y que luchara por meterse en los Playoffs, había que ir más allá. Así que además de atraer a Cleveland a una serie de veteranos con, como dice la expresión, el culo pelao, era necesario añadir una nueva pieza en forma de jugador all star. El elegido fue un Kevin Love que no aguantaba más la inercia perdedora de Minnesota. Para ello tuvieron que sacrificar a Bennett y a Andrew Wiggins, hasta la fecha los dos últimos número uno del sorteo universitario. Todo correcto, a cambio completaban un Big Three (Irving, LeBron y Love) llamado a cambiar la historia reciente de la NBA.
El inicio no fue el esperado y a los alarmantes ajustes defensivos hubo pronto que añadir la rotura del tendón de Aquiles izquierdo de Anderson Varejao. Justo por Navidad, los Cavs se quedaban sin su pívot titular. Por aquel entonces no estaban ni Mozgov, ni J.R. Smith ni Shumpert. La llegada de ese trío de jugadores resultó clave en el despegar de la franquicia: adquirían algo de profundidad de banquillo, defensa y tiro exterior y unos centímetros (los del pívot ruso) tan fundamentales como necesarios. Así, poco a poco los de Blatt fueron escalando posiciones por el Este hasta concluir únicamente por debajo de los sorprendentes Hawks.
De esta manera llegaron a unos Playoffs en los que la mayor duda en torno a ellos era comprobar si tanto Irving como Love acabarían pagando su inexperiencia en esta fase de la temporada. Ojalá solo fuera eso pensarán ahora los seguidores de Cleveland. En el cuarto partido de la primera ronda ante los Celtics y en plena pelea por un rebote, Kelly Olynk enganchó a Kevin Love. Tuvo que pasar por el quirófano para sanar el hombro izquierdo dislocado, diciendo de esta manera adiós a la temporada. No obstante, el buen rendimiento de Mozgov y el salto de calidad exhibido por Tristan Thompson permitió a los Cavs seguir avanzando gracias a un LeBron que demostró que sus cualidades para seguir ocupando el trono siguen intactas. Superado el mal trago por Love, quien preocupaba era Kyrie Irving. El base jugó las semifinales de Conferencia ante los Bulls cojeando del tobillo derecho y con una tendinitis en la rodilla izquierda. Pese a su negativa a parar, su rendimiento distaba mucho de todo lo que puede llegar a ofrecer. Ese descanso ya fue obligado ante los Hawks, pero el mal momento (y de nuevo un imperial LeBron) al que llegaron los de Budenholzer facilitó sobremanera el camino: 4-0 y a pensar en unas Finales cuyo inicio asomaba a una semana vista.
Un tiempo suficiente para que Irving completara un magnífico primer encuentro... hasta que llegó la prórroga y con ella la jugada en la que dijo basta. Horas después se confirmó lo que sus gestos de dolor mientras se dirigía al vestuario hacían pensar: fractura en la rótula izquierda. Adiós a las Finales y a pensar ya en la próxima campaña. Una baja con sabor a túnel del tiempo en Cleveland. En 2007, año en el que la franquicia disputó (y perdió 4-0 ante los Spurs) su primera y hasta ahora única eliminatoria por el anillo, LeBron tiró de un equipo en el que Gooden, Daniel Gibson, Pavlovic e Ilgauskas ejercían de meros soldados. Una historia que, salvo cambio repentino en el guión, se asemeja bastante a la de estos días. Con tres de sus a priori cinco titulares viéndolo desde el banquillo, a los Smith, Mozgov, Shumpert y Thompson les toca subir sus prestaciones para evitar que las Finales se conviertan en un LeBron contra el mundo segunda parte.