Una vida de perro (millonario)
Las excentricidades de los plutócratas chinos asombran al mundo. La última ocurrencia: regalar dos Apple Watch a un can
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
¿Qué se le puede regalar al perro que lo tiene todo? ¿Al que solo bebe agua importada de las islas Fiyi y que incluye un bolso de Fendi en su vestuario? Naturalmente, dos Apple Watch de la gama más alta, uno por pata delantera.
Es la idea de Wang Sicong, el único hijo de Wang Jianlin, el propietario del grupo Wanda que con una fortuna de casi 35.000 millones de euros es el hombre más rico de China. Le ha comprado a su husky siberiano Gege (hermano mayor) el último grito del lujo entre las clases acomodadas. Y no se le ha ocurrido nada mejor que colgarlo, acompañado de fotos, en la cuenta a nombre del can en Weibo, el Twitter chino: “Ya tengo mis relojes. Tendría que tener cuatro, porque tengo cuatro largas patas. Pero eso parece demasiado hortera, así que me conformo con dos, que va superbién con mi nivel ¿Tú tienes uno?”.
La fanfarronada ha causado indignación en las redes sociales chinas, donde Sicong —cuyo nombre podría traducirse como “pensamiento inteligente”— ya es un viejo conocido por comentarios provocadores del estilo de “cuando me hago amigo de alguien no me fijo si tiene dinero. Total, siempre voy a ser más rico yo”.
Gege luce los modelos de la gama más alta, que pueden llegar a sobrepasar los 19.000 euros en China. Bastante por encima del salario medio anual chino, que ronda los 7.500. “Un perro vive mejor que yo”, comentaba un usuario de Weibo bajo el nombre Guozaishilifei.
Aunque Wang Sicong, de 27 años, no es el único millonario chino que utiliza su dinero en excentricidades. En un país donde hace 20 años las grandes aspiraciones aún eran poseer una televisión, nevera, lavadora y bicicleta, la lista Forbes de supermillonarios ya incluye 273 personas de esta nacionalidad, 61 más que el año pasado, y solo por detrás de EE UU. Muchos se han enriquecido muy rápidamente y algunos han optado por darse caprichos más que llamativos.
¿Viñedos cuyo vino es solo para consumo del dueño? Uf, qué rancio. ¿Comprarse una isla? Pero si eso ya hasta se puede hacer por Internet. Miren a Liu Dejian, millonario gracias a las aplicaciones para móvil y los juegos online, que se ha hecho construir una nueva sede con la forma de la nave espacial Enterprise. Sí, la de la serie Star Trek. Se calcula que Liu ha pagado cerca de 160 millones de dólares por comprar los derechos de autor a una incrédula productora CBS y por levantar en cuatro años una reproducción idéntica del hogar del capitán Kirk, de 260 metros de largo y seis pisos.
Otras inversiones son más altruistas. Más de un jefe podría tomar ejemplo del millonario Li Jinyuan, que ha celebrado el 20º aniversario de su compañía desembolsando 13 millones de euros para invitar a unas vacaciones de ocho días en Francia a sus 6.400 trabajadores. Todos al mismo tiempo. Toma nota, Wang Sicong.
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
¿Qué se le puede regalar al perro que lo tiene todo? ¿Al que solo bebe agua importada de las islas Fiyi y que incluye un bolso de Fendi en su vestuario? Naturalmente, dos Apple Watch de la gama más alta, uno por pata delantera.
Es la idea de Wang Sicong, el único hijo de Wang Jianlin, el propietario del grupo Wanda que con una fortuna de casi 35.000 millones de euros es el hombre más rico de China. Le ha comprado a su husky siberiano Gege (hermano mayor) el último grito del lujo entre las clases acomodadas. Y no se le ha ocurrido nada mejor que colgarlo, acompañado de fotos, en la cuenta a nombre del can en Weibo, el Twitter chino: “Ya tengo mis relojes. Tendría que tener cuatro, porque tengo cuatro largas patas. Pero eso parece demasiado hortera, así que me conformo con dos, que va superbién con mi nivel ¿Tú tienes uno?”.
La fanfarronada ha causado indignación en las redes sociales chinas, donde Sicong —cuyo nombre podría traducirse como “pensamiento inteligente”— ya es un viejo conocido por comentarios provocadores del estilo de “cuando me hago amigo de alguien no me fijo si tiene dinero. Total, siempre voy a ser más rico yo”.
Gege luce los modelos de la gama más alta, que pueden llegar a sobrepasar los 19.000 euros en China. Bastante por encima del salario medio anual chino, que ronda los 7.500. “Un perro vive mejor que yo”, comentaba un usuario de Weibo bajo el nombre Guozaishilifei.
Aunque Wang Sicong, de 27 años, no es el único millonario chino que utiliza su dinero en excentricidades. En un país donde hace 20 años las grandes aspiraciones aún eran poseer una televisión, nevera, lavadora y bicicleta, la lista Forbes de supermillonarios ya incluye 273 personas de esta nacionalidad, 61 más que el año pasado, y solo por detrás de EE UU. Muchos se han enriquecido muy rápidamente y algunos han optado por darse caprichos más que llamativos.
¿Viñedos cuyo vino es solo para consumo del dueño? Uf, qué rancio. ¿Comprarse una isla? Pero si eso ya hasta se puede hacer por Internet. Miren a Liu Dejian, millonario gracias a las aplicaciones para móvil y los juegos online, que se ha hecho construir una nueva sede con la forma de la nave espacial Enterprise. Sí, la de la serie Star Trek. Se calcula que Liu ha pagado cerca de 160 millones de dólares por comprar los derechos de autor a una incrédula productora CBS y por levantar en cuatro años una reproducción idéntica del hogar del capitán Kirk, de 260 metros de largo y seis pisos.
Otras inversiones son más altruistas. Más de un jefe podría tomar ejemplo del millonario Li Jinyuan, que ha celebrado el 20º aniversario de su compañía desembolsando 13 millones de euros para invitar a unas vacaciones de ocho días en Francia a sus 6.400 trabajadores. Todos al mismo tiempo. Toma nota, Wang Sicong.