Mayweather gana a Pacquiao y sigue invicto, pero sin brillo
Las Vegas, As
Por el desierto de Nevada parecían atronar los tambores del ‘Rumble in the jungle’ del Ali Foreman, se respiraba el calor espeso del ‘Thrilla in Manila’, restallaban los flashes como en la batalla del Garden entre Ali y Foreman… Flotaba en el ambiente la electricidad de las noches mágicas. De lo nunca visto. Precedido por estruendo de los números, quedaba por ver qué pasaba sobre el tapiz. Pero luego el Floyd Mayweather-Manny Pacquiao se quedó en un combate más, que no estará en los anales, que no correrá de boca en boca. Ganó el estadounidense por decisión unánime: 118-110, 116-112 y 116-112 (este cronista puntuó 116-112). El público del MGM de Las Vegas recibió con abucheos el veredicto. Pero fue justo. “Creo que gané la pelea”, sentenció luego Pacquiao mientras el invicto Floyd Mayweather (48-0) pensaba ya en igualar el récord de Rocky Marciano y cargaba con los tres cinturones de campeón mundial del welter (CMB, AMB y OMB).
El plan del filipino, y sus posibilidades de victoria en el combate de los récords (PPV, taquila, bolsa…) pasaba por acosar a Mayweather, por subir sus revoluciones a más de 1.000 golpes en los 12 asaltos, pero se quedó en muchos menos. Una estadística mostrada por Showtime al final del combate cantaba que el filipino que cree que Dios vive en su esquina conectó 81 golpes por 148 del histriónico ‘Money’. Quedó la impresión de que Pacquiao destiló más ambición, que buscó más la victoria. Pero el boxeo consiste en pegar y que no te peguen. Y aunque no guste, Mayweather es como el escapista Houdini.
El jab de izquierda de Mayweather y su movilidad de piernas, en muchos casos rozando la huida, dificultaron que PacMan entrara en la distancia. En los asaltos segundo, cuarto, sexto y séptimo Pacquiao se mostró más activo, se los adjudicó, pero no fue ese hombre que tableteó como un AK-47 a Óscar de la Hoya. En el séptimo asalto, una derecha recta hizo daño al invicto, pero a partir del octavo asalto –el territorio en el que le gusta moverse-, Mayweather controló el combate. Puntuó y esquivó. Y cuando se vio en problemas utilizó inteligente el clinch. Un recurso feo pero efectivo. ‘Money’ fue como un equipo de Bilardo. Pero agarró la victoria.
El combate del siglo le llegó quizá tres años tarde a Pacquiao, que en 2012 sufrió dos derrotas (Bradley y Márquez) y aunque luego rehízo su carrera nunca dio la impresión de ser el mismo. Mayweather, el deportista mejor pagado y más odiado del mundo, es el rey libra por libra. Aunque su boxeo no brillara como todo el oro que acumula.
Por el desierto de Nevada parecían atronar los tambores del ‘Rumble in the jungle’ del Ali Foreman, se respiraba el calor espeso del ‘Thrilla in Manila’, restallaban los flashes como en la batalla del Garden entre Ali y Foreman… Flotaba en el ambiente la electricidad de las noches mágicas. De lo nunca visto. Precedido por estruendo de los números, quedaba por ver qué pasaba sobre el tapiz. Pero luego el Floyd Mayweather-Manny Pacquiao se quedó en un combate más, que no estará en los anales, que no correrá de boca en boca. Ganó el estadounidense por decisión unánime: 118-110, 116-112 y 116-112 (este cronista puntuó 116-112). El público del MGM de Las Vegas recibió con abucheos el veredicto. Pero fue justo. “Creo que gané la pelea”, sentenció luego Pacquiao mientras el invicto Floyd Mayweather (48-0) pensaba ya en igualar el récord de Rocky Marciano y cargaba con los tres cinturones de campeón mundial del welter (CMB, AMB y OMB).
El plan del filipino, y sus posibilidades de victoria en el combate de los récords (PPV, taquila, bolsa…) pasaba por acosar a Mayweather, por subir sus revoluciones a más de 1.000 golpes en los 12 asaltos, pero se quedó en muchos menos. Una estadística mostrada por Showtime al final del combate cantaba que el filipino que cree que Dios vive en su esquina conectó 81 golpes por 148 del histriónico ‘Money’. Quedó la impresión de que Pacquiao destiló más ambición, que buscó más la victoria. Pero el boxeo consiste en pegar y que no te peguen. Y aunque no guste, Mayweather es como el escapista Houdini.
El jab de izquierda de Mayweather y su movilidad de piernas, en muchos casos rozando la huida, dificultaron que PacMan entrara en la distancia. En los asaltos segundo, cuarto, sexto y séptimo Pacquiao se mostró más activo, se los adjudicó, pero no fue ese hombre que tableteó como un AK-47 a Óscar de la Hoya. En el séptimo asalto, una derecha recta hizo daño al invicto, pero a partir del octavo asalto –el territorio en el que le gusta moverse-, Mayweather controló el combate. Puntuó y esquivó. Y cuando se vio en problemas utilizó inteligente el clinch. Un recurso feo pero efectivo. ‘Money’ fue como un equipo de Bilardo. Pero agarró la victoria.
El combate del siglo le llegó quizá tres años tarde a Pacquiao, que en 2012 sufrió dos derrotas (Bradley y Márquez) y aunque luego rehízo su carrera nunca dio la impresión de ser el mismo. Mayweather, el deportista mejor pagado y más odiado del mundo, es el rey libra por libra. Aunque su boxeo no brillara como todo el oro que acumula.