Expresidente yemení pide repliegue a aliados chiíes

Saná, AP
El depuesto presidente yemení Alí Abdulá Salé pidió el viernes a sus aliados rebeldes chiíes que se retiren de las ciudades que tengan ocupadas luego que Naciones Unidas dijera en un informe que más de 500 civiles, entre ellos 115 niños, han muerto desde que comenzó hace un mes la ofensiva aérea encabezada por Arabia Saudí contra las fuerzas insurgentes.


Una fuerza combinada de rebeldes chiíes, conocidos como hutíes, y efectivos militares leales a Salé, tomaron el control de la capital, Saná, a fines del año pasado. Al final lograron que el presidente Abed Rabbo Mansur Hadi, que tiene el apoyo de Occidente, huyera de la capital.

Cuando Hadi se estableció en la ciudad de Adén, en el sur, la alianza rebelde emprendió su avance hacia esa región y el mandatario finalmente huyó del país. Una coalición de países que cabeza Arabia Saudí emprendió el 26 de marzo ataques aéreos contra las posiciones rebeldes.

En un comunicado transmitido el viernes por su red televisiva en Yemen, Salé se refirió por su nombre a sus aliados hutíes, Ansar Ala. Salé afirmó: "Exhorto a Ansar Alá a que acepte y ponga en marcha las resoluciones del Consejo de Seguridad" a cambio del fin de la ofensiva aérea de la coalición que encabeza Arabia Saudí.

Agregó que sangre yemení "se ha derramado sin razón".

Salé lanzó la acusación velada de que Hadi estaba aliado con una facción activa y peligrosa de al-Qaida en el país al afirmar que "todas las milicias, al-Qaida, y hombres armados afiliados a Hadi deben retirarse de todas las provincias".

Salé también propuso la realización de conversaciones de paz entre saudíes y yemeníes.

El conflicto que se libra en el país más pobre del mundo árabe es escenario de la lucha que libran por un lado los hutíes, respaldados por Irán, y las fuerzas de Salé contra Hadi y la coalición encabezada por los saudíes.

Los gobiernos occidentales y los países árabes suníes de la coalición afirman que los hutíes reciben armamento de Irán, que es predominantemente chií. Teherán y los rebeldes refutan esa acusación e insisten en que la República Islámica sólo ha facilitado apoyo político y humanitario.

Por su parte, el alto comisionado para derechos humanos de la ONU, Rupert Colville, dijo que 551 civiles han perdido la vida y 1.185 civiles han resultado heridos entre el 26 de marzo y el 22 de abril.

La agencia dijo que las muertes fueron causadas por los ataques aéreos y por enfrentamientos en tierra. La lucha ha sido intensa en varias ciudades, particularmente en el sur.

En un incidente, dijo la agencia, los aviones atacaron dos veces un puente el 22 de abril en la provincia occidental de Ibb, donde murieron 40 civiles, incluidos siete niños. Varios murieron en el segundo ataque cuando estaban auxiliando a las víctimas del primero.

Otro incidente ocurrió en la capital Saná, donde una explosión causada por el ataque aéreo contra un gran depósito de armas arrasó viviendas y dejó cuando menos 20 civiles muertos, agregó el informe.

Los bombardeos también dañaron parcialmente varias oficinas de la ONU, entre ellas la del alto comisionado para derechos humanos en Yemen. Un día después del ataque, funcionarios médicos dijeron a The Associated Press que 38 civiles habían muerto.

El 31 de marzo, Human Rights Watch dijo que una fábrica de productos lácteos fue atacada por los aviones saudíes y que murieron 31 trabajadores en la ciudad portuaria de Hodeida. Culpó a los hutíes de haber puesto en riesgo a los civiles ya que la fábrica está a 100 metros (110 yardas) de una base aérea militar controlada por aquellos.

El viernes, los ataques aéreos continuaron contra blancos civiles supuestamente usados por los hutíes para almacenar armas o emplazar combatientes.

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