El Eurogrupo y Draghi lanzan duras advertencias a Grecia

Los ministros insisten en que no habrá dinero para Atenas si no se pactan reformas

Claudi Pérez
Riga, El País
Hastío e irritación. El Eurogrupo informal de Riga ha terminado hoy sin ningún tipo de acuerdo sobre Grecia, cuya situación se deteriora a cada día que pasa. Y con un tono duro como pocas veces. Los ministros reiteran que no habrá un solo euro de ayuda financiera a Grecia mientras no se pacten las reformas. El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha asegurado que el acuerdo "está lejos" y que el tiempo "se acaba". Y varios socios han afeado al ministro griego Yanis Varoufakis la estrategia negociadora de Atenas, que sigue sin satisfacer a sus acreedores y avisa de que se va quedando paulatinamente sin dinero.


Mario Draghi, presidente del BCE, ha explicado en rueda de prensa que el Eurobanco estudia cortarle a Atenas las líneas de liquidez si la situación no se corrige. "Las primas de riesgo están en los niveles de 2012, la volatilidad ha subido y la situación de Grecia es cada vez más frágil", ha avisado el presidente de la institución que siempre ha precipitado los acuerdos y rescates desde el inicio de la crisis del euro, en 2010.

Dijsselbloem ha subrayado el "tono duro" de toda la reunión a puerta cerrada. Algún ministro, como el esloveno, ha llegado a sugerir que Europa necesita "un plan B" a la vista de que el acuerdo no llega: planes para una salida de Grecia del euro o para un impago dentro del euro. Frente a esa visión, Varoufakis ha expresado una vez más su optimismo acerca de un posible pacto. "Hemos avanzado mucho en las últimas semanas", ha dicho. Atenas rechaza el regreso de las instituciones antes conocidas como troika a Atenas ("es algo que no funcionó", según Varoufakis), pero admite que hay serias diferencias en varios aspectos. Los acreedores quieren reformas de pensiones y laboral, subidas del IVA y echar atrás la normativa sobre desahucios que quiere introducir el Gobierno de Syriza. El equipo de Alexis Tsipras se opone. Y se va quedando sin fondos: tiene que pagar un vencimiento de 750 millones al FMI en breve y de 6.600 millones de euros al BCE en julio y agosto.

Los apocalípticos hace semanas que pronostican que cualquier día se le apagará la luz a Grecia, con un impago que podría precipitar la salida del euro, o una detonación más controlada, que consistiría en un default dentro del euro, con controles de capital. En Bruselas, sencillamente, ese tipo de soluciones se consideran una locura. Pero el tiempo pasa, no hay acuerdo y el accidente puede llegar en cualquier momento. Todo está completamente abierto. Algunas de las fuentes consultadas en Bruselas y en Washington aseguran que si Grecia consigue pasar el verano, aunque sea a trancas y barrancas, la historia se acabó: no tiene pagos de consideración en un plazo de tres años y podría gestionarse si la economía se recupera. Otras fuentes aseguran que la ceremonia de la confusión actual se debe a que en el fondo las reformas a cambio de dinero son solo una tapadera ante el debate verdaderamente importante: un tercer rescate es imprescindible, según esa facción. Pero el despiste es general. Fráncfort tiene el botón nuclear: el BCE podría forzar a Atenas a un acuerdo si cierra el grifo de la liquidez, tal como ha amenazado Draghi hoy por tercera vez en los últimos 15 días. Pero todo el mundo, incluido el BCE, no hace otra cosa últimamente que mirar hacia Berlín.

Entradas populares