EE UU e Irán negocian sin fecha y con las expectativas rebajadas
Washington y Teherán discrepan sobre el alcance del acuerdo en Lausana
Marc Bassets
Washington, El País
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, no quiere regresar a Washington con las manos vacías. La hora límite para un acuerdo de las seis potencias con Irán expiró en la medianoche del martes, pero en la noche de este miércoles se acordó seguir la negociación el jueves. En las horas de descuento, las expectativas se rebajan. Los esfuerzos no se centran en que un gran pacto frene el programa nuclear iraní a cambio de levantar las sanciones internacionales. El objetivo es un acuerdo que permita seguir negociando hasta finales de junio sin que nadie pierda la cara.
Superado el plazo, surgen nuevas fechas. El 30 de junio es el día que vence el acuerdo interino de noviembre de 2013 entre Teherán y las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. El acuerdo interino, que dejaba en suspenso nuevas sanciones y paralizaba el programa nuclear iraní, debía dar tiempo para negociar el acuerdo final. La fecha del 31 de marzo debía servir para aprobar un acuerdo marco que los técnicos pondrían por escrito de ahora hasta el 30 de junio.
La otra nueva fecha, relevante para el presidente demócrata Barack Obama, es el 13 de abril. Ese día el Congreso de EE UU regresa de vacaciones. Si por entonces la ronda negociadora que arrancó hace ocho días en Lausana (Suiza), no ha terminado, o ha acabado sin resultado, el Congreso, de mayoría republicana, puede activar una iniciativa para reforzar las sanciones a Irán. Si la iniciativa prospera, será un obstáculo en unas negociaciones que han durado más de un año y que han sentado en la misma mesa a los líderes de dos países que han sido enemigos durante más de tres décadas.
EE UU, que hasta ahora había insistido en la solidez del límite del 31 de marzo, acepta seguir en Lausana mientras haya esperanza de que las conversaciones avancen, según dijo este miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest. Mientras Kerry y su equipo seguían negociando con la delegación iraní, encabezada por el ministro Mohamed Javad Zarif, los ministros de Exteriores de Francia, China y Rusia regresaron a sus capitales. El ministro francés anunció la noche del miércoles que volvía a Suiza.
El alcance del acuerdo que los negociadores buscan en Lausana es motivo de discrepancia. Kerry quiere un texto lo más detallado posible, con compromisos cuantificables de Irán sobre los límites a su programa nuclear y un plan para levantar las sanciones progresivamente, por fases. Se trata de lograr que el acuerdo sea lo más vinculante posible para Irán y que de aquí a junio no se reabran las cuestiones fundamentales. Pero también de hacerlo digerible para el Congreso y para Israel y Arabia Saudí, aliados clave de EE UU en Oriente Próximo, que temen que demasiadas concesiones abran la vía para que Irán se haga con la bomba nuclear.
Irán insiste en un levantamiento rápido de las sanciones y contempla la posibilidad de un acuerdo más vago en Lausana, un comunicado conjunto que incluyese los principales puntos de coincidencia entre las potencias e Irán. No era este el objetivo que EE UU y sus socios se habían fijado en Lausana.
De allí tenía que salir no un comunicado sino un acuerdo ambicioso con el que Obama pudiera persuadir a los estadounidenses de la conveniencia de un giro político —la aproximación a Irán— que supondrá un reajuste en los equilibrios geopolíticos de Oriente Próximo.
Marc Bassets
Washington, El País
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, no quiere regresar a Washington con las manos vacías. La hora límite para un acuerdo de las seis potencias con Irán expiró en la medianoche del martes, pero en la noche de este miércoles se acordó seguir la negociación el jueves. En las horas de descuento, las expectativas se rebajan. Los esfuerzos no se centran en que un gran pacto frene el programa nuclear iraní a cambio de levantar las sanciones internacionales. El objetivo es un acuerdo que permita seguir negociando hasta finales de junio sin que nadie pierda la cara.
Superado el plazo, surgen nuevas fechas. El 30 de junio es el día que vence el acuerdo interino de noviembre de 2013 entre Teherán y las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. El acuerdo interino, que dejaba en suspenso nuevas sanciones y paralizaba el programa nuclear iraní, debía dar tiempo para negociar el acuerdo final. La fecha del 31 de marzo debía servir para aprobar un acuerdo marco que los técnicos pondrían por escrito de ahora hasta el 30 de junio.
La otra nueva fecha, relevante para el presidente demócrata Barack Obama, es el 13 de abril. Ese día el Congreso de EE UU regresa de vacaciones. Si por entonces la ronda negociadora que arrancó hace ocho días en Lausana (Suiza), no ha terminado, o ha acabado sin resultado, el Congreso, de mayoría republicana, puede activar una iniciativa para reforzar las sanciones a Irán. Si la iniciativa prospera, será un obstáculo en unas negociaciones que han durado más de un año y que han sentado en la misma mesa a los líderes de dos países que han sido enemigos durante más de tres décadas.
EE UU, que hasta ahora había insistido en la solidez del límite del 31 de marzo, acepta seguir en Lausana mientras haya esperanza de que las conversaciones avancen, según dijo este miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest. Mientras Kerry y su equipo seguían negociando con la delegación iraní, encabezada por el ministro Mohamed Javad Zarif, los ministros de Exteriores de Francia, China y Rusia regresaron a sus capitales. El ministro francés anunció la noche del miércoles que volvía a Suiza.
El alcance del acuerdo que los negociadores buscan en Lausana es motivo de discrepancia. Kerry quiere un texto lo más detallado posible, con compromisos cuantificables de Irán sobre los límites a su programa nuclear y un plan para levantar las sanciones progresivamente, por fases. Se trata de lograr que el acuerdo sea lo más vinculante posible para Irán y que de aquí a junio no se reabran las cuestiones fundamentales. Pero también de hacerlo digerible para el Congreso y para Israel y Arabia Saudí, aliados clave de EE UU en Oriente Próximo, que temen que demasiadas concesiones abran la vía para que Irán se haga con la bomba nuclear.
Irán insiste en un levantamiento rápido de las sanciones y contempla la posibilidad de un acuerdo más vago en Lausana, un comunicado conjunto que incluyese los principales puntos de coincidencia entre las potencias e Irán. No era este el objetivo que EE UU y sus socios se habían fijado en Lausana.
De allí tenía que salir no un comunicado sino un acuerdo ambicioso con el que Obama pudiera persuadir a los estadounidenses de la conveniencia de un giro político —la aproximación a Irán— que supondrá un reajuste en los equilibrios geopolíticos de Oriente Próximo.