Caracas recorta la disponibilidad de divisa extranjera

Los turistas venezolanos solo podrán cambiar 2.000 dólares al año

Alfredo Meza
Caracas, El País
Mientras los venezolanos esperaban ansiosos que comenzase el esperado debate de la Cumbre de las Américas, que ha comenzado este viernes, el Ministerio de Economía y Finanzas y el Cencoex, la autoridad nacional que regula la venta de divisas, ha publicado en la Gaceta Oficial una resolución conjunta que disminuye el cupo de divisas que se puede gastar en el exterior. La medida ha sentado muy mal a la clase media, los más afectados con la medida, y en general a todos los opositores de a pie. Tanto fue así que ha desviado momentáneamente la atención de lo que sucedía en Panamá durante esta mañana. Con las nuevas disposiciones —un proceso mucho más kafkiano que el que ya estaba establecido—, se liquida prácticamente toda posibilidad de utilizar las tarjetas de crédito en el exterior.


A partir de ahora, el Estado no subsidiará más de 2.000 dólares anuales a los venezolanos que deseen viajar al exterior. A comienzos del control cambiario, en 2003, se podían gastar hasta 5.000, y otros 3.000 en compras a través de los portales de Internet, sin las restricciones geográficas que ha impuesto el Gobierno. Esos 2.000 dólares solo se podrán disfrutar en Asia, Oceanía, Europa y África. El recorte más drástico lo han sufrido las personas que vayan a Estados Unidos: 700 dólares al año. De la disposición también han quedado fuera quienes no poseen tarjeta de crédito. No se entregarán más dólares en efectivo a los mayores de edad, tan solo a los menores de edad siempre que sus padres tramiten el dinero ante la banca pública. La banca privada ya no está autorizada para vender dólares.

El Ejecutivo venezolano ha decidido mantener el cupo de divisas para consumos a través de Internet en 300 dólares, pero con una salvedad: a partir de ahora, habrá un tope cuatrimestral de 100 dólares para evitar que el monto se utilice en una sola compra.

El chavismo, siempre necesitado de buscar a alguien a quien culpar, asegura que “los raspacupos” —personas que viajan al exterior solo para obtener el dinero del Estado en el extranjero y obtener un beneficio al venderlo a su vuelta en Venezuela— tienen buena parte de la responsabilidad de la fuga de divisas que mantiene las finanzas de este país, que lo importa todo, en un estado crítico.

El verdadero problema, según los analistas, son las importaciones ficticias o la sobrefacturación de bienes que se adquieren con los dólares subsidiados por el Estado. Un estudio del economista venezolano Miguel Ángel Santos, profesor de la Universidad de Harvard, demuestra que la sobrefacturación de importaciones alcanzó los 15.500 millones de dólares y 11.900 millones de dólares en 2007 y 2011, respectivamente. En enero de 2014, al justificar las restricciones que en ese momento se establecieron para el uso de las tarjetas de crédito en el exterior, el entonces vicepresidente del área económica Rafael Ramírez reveló que los viajeros habían gastado 5.175 millones de dólares en el exterior en 2013.

La decisión del Gobierno representa el menor costo político posible para el chavismo, que enfrenta este año las cruciales elecciones para renovarse en el poder legislativo, pero tampoco entraña un ahorro significativo. Desde 2013, Venezuela mantiene una deuda de unos 4.000 millones de dólares con las aerolíneas de bandera extranjera, que han reducido a la mitad el número de asientos disponibles. Desde hace varios meses, es casi imposible conseguir un billete aéreo y quien lo consigue debe pagarlo en moneda extranjera.

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