Asesinada en Karachi una activista de derechos humanos
Karachi, AP
Hombres armados montados en una motocicleta mataron a tiros el viernes a una destacada defensora de los derechos de la mujer en Karachi, en el sur de Pakistán, indicó la policía, horas después de que celebrase una mesa redonda sobre la inestable región de Baluchistán, donde se mantiene una insurgencia desde hace años.
Aunque los investigadores declinaron hacer especulaciones sobre el motivo del asesinato de Sabeen Mehmud, amigos y colegas describieron de inmediato su muerte como un asesinato por encargo. En Pakistán, un país de incipiente democracia, el ejército y los servicios de inteligencia tienen aún un enorme poder.
Los agresores dispararon a Mehmud y su madre, Mehnaz Mehmud, cuando se detuvieron en un semáforo el viernes por la noche en un barrio acomodado de Karachi, indicó el mando policial Zafar Iqbal. La prensa pudo ver más tarde en una comisaría el coche que manejaban las víctimas. La ventana del conductor estaba destrozada, y había un par de sandalias en el suelo, con cristales rotos por todas partes. La sangre manchaba la carrocería blanca del vehículo.
"Dos hombres montados en una motocicleta abrieron fuego sobre el auto", explicó Iqbal. Mehmud "murió camino del hospital. Su madre también resultó herida", añadió.
Mehmud iba al volante en el momento del ataque, explicó a AP Alia Chugthai, amiga cercana de la activista, y su madre estaba sentada al lado. El conductor de Mehmud, que resultó ileso, estaba sentado detrás, dijo Chugthai, señalando que no sabía por qué el chófer no manejaba el auto.
Iqbal y otros agentes de policía declinaron aventurar el motivo del asesinato. Esa noche, Mahmud organizó un acto en su organización, llamada The Second Floor, sobre derechos humanos en Baluchistán, en la frontera con Irán, una región empobrecida pese a la abundancia de recursos naturales.
Miles de personas desaparecieron en la provincia en los últimos años, dentro de una campaña del gobierno contra nacionalistas e insurgentes. Los activistas culpan al gobierno de las desapariciones, acusación rechazada por las autoridades.
Qadeer Baluch, un activista que el año pasado lideró una marcha de protesta de casi 3.000 kilómetros (1.900 millas) a través de Pakistán para pedir justicia para los desaparecidos en Baluchistán, acudió al acto auspiciado por Mehmud el viernes por la noche. Baluch, conocido como Mama o "tío" en urdu, insinuó que el gobierno podría estar implicado en el asesinato.
"Todo el mundo sabe quién la mató y por qué", dijo al diario paquistaní The Nation, sin entrar en detalles.
El primer ministro, Nawaz Sharif, condenó el asesinato en un comunicado y ordenó una investigación. La embajada estadounidense en Islamabad también condenó el asesinato, y ofreció sus condolencias a sus allegados.
Mehmud era "una voz valiente del pueblo paquistaní, y su muerte supone una gran pérdida", indicó la embajada.
La activista, muy conocida y que también dirigía una pequeña empresa de tecnología, organizaba lecturas de poesía, talleres de informática y otros actos en The Second Floor. Seguía viviendo en Karachi, una ciudad portuaria en el sur del país, aunque reconocía el peligro de grupos insurgentes y delincuentes en la zona.
"El miedo es sólo una línea en la mente", dijo Mahmud a la revista Wired en 2013. "Una puede elegir a qué lado de la línea quiere estar".
Hombres armados montados en una motocicleta mataron a tiros el viernes a una destacada defensora de los derechos de la mujer en Karachi, en el sur de Pakistán, indicó la policía, horas después de que celebrase una mesa redonda sobre la inestable región de Baluchistán, donde se mantiene una insurgencia desde hace años.
Aunque los investigadores declinaron hacer especulaciones sobre el motivo del asesinato de Sabeen Mehmud, amigos y colegas describieron de inmediato su muerte como un asesinato por encargo. En Pakistán, un país de incipiente democracia, el ejército y los servicios de inteligencia tienen aún un enorme poder.
Los agresores dispararon a Mehmud y su madre, Mehnaz Mehmud, cuando se detuvieron en un semáforo el viernes por la noche en un barrio acomodado de Karachi, indicó el mando policial Zafar Iqbal. La prensa pudo ver más tarde en una comisaría el coche que manejaban las víctimas. La ventana del conductor estaba destrozada, y había un par de sandalias en el suelo, con cristales rotos por todas partes. La sangre manchaba la carrocería blanca del vehículo.
"Dos hombres montados en una motocicleta abrieron fuego sobre el auto", explicó Iqbal. Mehmud "murió camino del hospital. Su madre también resultó herida", añadió.
Mehmud iba al volante en el momento del ataque, explicó a AP Alia Chugthai, amiga cercana de la activista, y su madre estaba sentada al lado. El conductor de Mehmud, que resultó ileso, estaba sentado detrás, dijo Chugthai, señalando que no sabía por qué el chófer no manejaba el auto.
Iqbal y otros agentes de policía declinaron aventurar el motivo del asesinato. Esa noche, Mahmud organizó un acto en su organización, llamada The Second Floor, sobre derechos humanos en Baluchistán, en la frontera con Irán, una región empobrecida pese a la abundancia de recursos naturales.
Miles de personas desaparecieron en la provincia en los últimos años, dentro de una campaña del gobierno contra nacionalistas e insurgentes. Los activistas culpan al gobierno de las desapariciones, acusación rechazada por las autoridades.
Qadeer Baluch, un activista que el año pasado lideró una marcha de protesta de casi 3.000 kilómetros (1.900 millas) a través de Pakistán para pedir justicia para los desaparecidos en Baluchistán, acudió al acto auspiciado por Mehmud el viernes por la noche. Baluch, conocido como Mama o "tío" en urdu, insinuó que el gobierno podría estar implicado en el asesinato.
"Todo el mundo sabe quién la mató y por qué", dijo al diario paquistaní The Nation, sin entrar en detalles.
El primer ministro, Nawaz Sharif, condenó el asesinato en un comunicado y ordenó una investigación. La embajada estadounidense en Islamabad también condenó el asesinato, y ofreció sus condolencias a sus allegados.
Mehmud era "una voz valiente del pueblo paquistaní, y su muerte supone una gran pérdida", indicó la embajada.
La activista, muy conocida y que también dirigía una pequeña empresa de tecnología, organizaba lecturas de poesía, talleres de informática y otros actos en The Second Floor. Seguía viviendo en Karachi, una ciudad portuaria en el sur del país, aunque reconocía el peligro de grupos insurgentes y delincuentes en la zona.
"El miedo es sólo una línea en la mente", dijo Mahmud a la revista Wired en 2013. "Una puede elegir a qué lado de la línea quiere estar".