Uno de los autores del atentado de Túnez trabajaba en una agencia de viajes
Túnez, AP
Uno de los supuestos autores del atentado contra el Museo del Bardo de Túnez, Yassine al Abidi, trabajaba en una agencia de viajes y, de hecho, su el día del ataque acudió a su puesto de trabajo como de costumbre.
Marcada por las dudas, su familia no entiende ahora cómo un joven licenciado en Filología Francesa, con trabajo y sin aparente afinidad con la ideología islamista pudo radicalizarse hasta el punto de matar a 20 turistas en uno de los peores atentados de la historia reciente de Túnez.
Al Abidi, abatido a tiros el miércoles por las fuerzas de seguridad, pasó de ser un chico normal del barrio de Omrane Superieur a un potencial terrorista el año pasado, cuando comenzó a pasar cada vez más tiempo en una mezquita local Su caso se asemeja al de gran parte de los 3.000 tunecinos que han abandonado su país para unirse a las filas yihadistas en Irak y Siria.
Las autoridades de Túnez han asegurado que tanto Al Abidi como su compañero de ataque fueron reclutados en mezquitas y viajaron en septiembre a Libia, donde habrían recibido la formación necesaria para cometer el ataque. Ante su familia, Al Abidi alegó que se iba de casa dos meses para trabajar en la ciudad costera de Sfax.
PENA Y SORPRESA
La familia del joven ha instalado una tienda junto a su vivienda para recordar a un muerto a quien pocos quieren llorar en Túnez. Sólo diez familiares han acudido a un sepelio marcado por las sillas vacías.
"El hijo que yo conocía nunca lo habría hecho", ha lamentado la madre, Zakia, rota de dolor. "No haría daño ni a un pájaro", ha apostillado.
El primo del supuesto autor del atentado, Hanen, también ha dado esta imagen de normalidad: "Siempre estaba de buen humor, bailamos juntos en las bodas de la familia. No era como los salafistas". Esta normalidad se hizo presente también en sus últimas horas, de tal forma que "desayunó dátiles y aceite y luego se fue a trabajar".
"A las diez, pidió salir un momento e hizo lo que hizo", ha relatado Hanen, en alusión al ataque contra el Museo del Bardo. Hanen no percibió ningún atisbo de radicalismo en la fe musulmana de su primo, que nunca reprobó el consumo de alcohol o la televisión.
"Estoy triste por Yassine, pero aún más triste por las víctimas. Eran inocentes. ¿Por qué tuvieron que pagar el precio de una falsa comprensión del Islam?", ha lamentado su tío, Mohamed Abidi, abiertamente crítico con la "demagogia" que "sólo quiere muerte".
Uno de los supuestos autores del atentado contra el Museo del Bardo de Túnez, Yassine al Abidi, trabajaba en una agencia de viajes y, de hecho, su el día del ataque acudió a su puesto de trabajo como de costumbre.
Marcada por las dudas, su familia no entiende ahora cómo un joven licenciado en Filología Francesa, con trabajo y sin aparente afinidad con la ideología islamista pudo radicalizarse hasta el punto de matar a 20 turistas en uno de los peores atentados de la historia reciente de Túnez.
Al Abidi, abatido a tiros el miércoles por las fuerzas de seguridad, pasó de ser un chico normal del barrio de Omrane Superieur a un potencial terrorista el año pasado, cuando comenzó a pasar cada vez más tiempo en una mezquita local Su caso se asemeja al de gran parte de los 3.000 tunecinos que han abandonado su país para unirse a las filas yihadistas en Irak y Siria.
Las autoridades de Túnez han asegurado que tanto Al Abidi como su compañero de ataque fueron reclutados en mezquitas y viajaron en septiembre a Libia, donde habrían recibido la formación necesaria para cometer el ataque. Ante su familia, Al Abidi alegó que se iba de casa dos meses para trabajar en la ciudad costera de Sfax.
PENA Y SORPRESA
La familia del joven ha instalado una tienda junto a su vivienda para recordar a un muerto a quien pocos quieren llorar en Túnez. Sólo diez familiares han acudido a un sepelio marcado por las sillas vacías.
"El hijo que yo conocía nunca lo habría hecho", ha lamentado la madre, Zakia, rota de dolor. "No haría daño ni a un pájaro", ha apostillado.
El primo del supuesto autor del atentado, Hanen, también ha dado esta imagen de normalidad: "Siempre estaba de buen humor, bailamos juntos en las bodas de la familia. No era como los salafistas". Esta normalidad se hizo presente también en sus últimas horas, de tal forma que "desayunó dátiles y aceite y luego se fue a trabajar".
"A las diez, pidió salir un momento e hizo lo que hizo", ha relatado Hanen, en alusión al ataque contra el Museo del Bardo. Hanen no percibió ningún atisbo de radicalismo en la fe musulmana de su primo, que nunca reprobó el consumo de alcohol o la televisión.
"Estoy triste por Yassine, pero aún más triste por las víctimas. Eran inocentes. ¿Por qué tuvieron que pagar el precio de una falsa comprensión del Islam?", ha lamentado su tío, Mohamed Abidi, abiertamente crítico con la "demagogia" que "sólo quiere muerte".