Irán y EEUU se dan más tiempo para negociar un pacto nuclear

La negociación sobre los asuntos más controvertidos queda aparcada para junio

Ángeles Espinosa
Dubái, El País
La voluntad de sacar adelante las negociaciones nucleares ha obligado este martes a rebajar las expectativas de un acuerdo marco entre Irán y las seis grandes potencias, al logro de un “entendimiento preliminar”, en el que sus ministros de Exteriores siguen trabajando. Dado lo lejos que se ha llegado en estos 15 meses, nadie quiere tirar la toalla, pero fuentes diplomáticas dan a entender que, para conseguirlo, los asuntos más controvertidos van a dejarse para debatir en el tiempo que queda hasta que venza el plazo para un arreglo final el próximo 30 de junio.


El regreso del ministro ruso, Serguéi Lavrov, a Lausana, donde seguían reunidos sus homólogos de EE. UU., China, Reino Unido, Francia y Alemania, además de Irán y la jefa del a diplomacia europea, ha alentado esta tarde la sensación de que se avanza. También que el francés, Laurent Fabius, y el alemán, Frank-Walter Steinmeier, cancelaran su asistencia a una cumbre bilateral en Berlín. Además, otras fuentes han dicho a los periodistas que, si hay avances, las conversaciones pueden prologarse hasta bien entrado el miércoles. Incluso así, los diplomáticos advierten de que cualquier acuerdo que se alcance va a ser “frágil e incompleto”, según Reuters.

Cuando faltaban cinco horas para el vencimiento del plazo para alcanzar un acuerdo preliminar, el Gobierno estadounidense dijo que, si era necesario, las negociaciones en Lausana podrían continuar este miércoles. “No tiene sentido romper abruptamente las conversaciones por ese plazo [de la medianoche del martes] si estamos recibiendo compromisos serios del otro lado. Si estamos haciendo avances hacia la meta deberíamos continuar”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, en su rueda de prensa diaria, informa Joan Faus. Otra portavoz estadounidense añadió antes de la medianoche: "Hemos hecho suficientes avances que ameritan quedarse [en Suiza] hasta el miércoles"

Pero quienes han seguido el baile diplomático desde que Irán y los Seis acordaron el Plan de Acción en noviembre de 2013, saben que hasta el último minuto puede ser clave. El objetivo está claro: limitar el programa nuclear de Irán para extender de los actuales dos meses hasta por lo menos un año el tiempo que le costaría fabricar una bomba, en caso de que decidiera hacerlo.

Los dirigentes iraníes han aceptado ese principio para librarse de las gravosas sanciones internacionales que bloquean el desarrollo de su país. A la vez, los Seis entienden que no pueden exigirles una claudicación. Hay que encontrar una fórmula que satisfaga los temores occidentales y que a la vez permita salvar la cara a Teherán.

“Avanzamos, pero lentamente debido a la complejidad de los temas”, ha declarado durante un descanso Behruz Kamalvandi, uno de los negociadores iraníes, citado por France Presse.

El problema es que las posibles combinaciones de instalaciones, máquinas centrifugadoras, procesos permitidos y extensión de la moratoria son casi infinitas. De ahí, la confusión que generan las filtraciones parciales de algunos de los puntos en discusión. Cuando el domingo pasado, el viceministro iraní Abbas Araghchi dijo que su país no contemplaba la exportación de uranio enriquecido a Rusia (una idea que algunos medios informativos habían dado por consensuada), hubo quien temió que la negociación saltara por los aires. Una portavoz estadounidense explicó sin embargo que había otras formas de reducir el riesgo de que ese producto se desvíe a usos militares, objetivo último de las conversaciones actuales.

Más complicado resulta el levantamiento de las sanciones, uno de los escollos, que con toda posibilidad van a quedar pendientes. Irán siempre ha defendido que debe producirse al tiempo que se alcanza el acuerdo y ser irreversible, tal como recordó su líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, durante su discurso de Noruz. Sin embargo, EE. UU. insiste en que las medidas impuestas por el Consejo de Seguridad sólo se retiren de forma escalonada a medida que Teherán cumpla sus compromisos. Ese empeño no tiene tanto que ver con la dureza de las sanciones (el embargo europeo al petróleo y las restricciones bancarias son más dañinas y se contempla su anulación inmediata), sino con la dificultad que habría para reinstaurarlas.

Con gran sentido del humor, algunos iraníes han empezado a comparar la negociación nuclear con una boda tradicional persa en la que se espera que la novia diga tres veces no antes de decir sí. Por ahora el plazo se ha extendido en dos ocasiones y aunque el próximo vencimiento es el 30 de junio, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, había declarado que si no eran capaces de alcanzar un entendimiento político para marzo, tendrían que “reconsiderar cómo seguir”.

De ahí que las diferencias que aún existen hayan obligado a plantearse un comunicado conjunto para subrayar los puntos en los que sí hay entendimiento y poder justificar la continuación del proceso. Ninguna de las partes desea ser responsable del fracaso, pero cada uno defiende sus posiciones al límite. Los negociadores iraníes tienen que asegurarse de poder regresar a casa con la cabeza alta y sin que los sectores más recalcitrantes puedan acusarles de traidores. EE. UU., por su parte, necesita un acuerdo sólido frente a la oposición interior y la renuencia de sus aliados en Oriente Próximo. Tanto Israel como los regímenes árabes suníes recelan de la más mínima concesión a Irán.

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