El laborista Herzog, el líder que resucitó al centroizquierda israelí
El candidato a primer ministro, heredero de una influyente dinastía política, supera ya en los sondeos a Netanyahu
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Se parece más a un astuto letrado judío de Nueva York que a un temerario comandante israelí. Al contrario que sus predecesores en el Partido Laborista Isaac Rabin y Ehud Barak, que llegaron al poder después de haber sido jefes del Estado Mayor, Isaac Herzog, de 54 años, sólo se ha dedicado a la abogacía y a la política, donde ha mostrado hasta ahora un perfil relativamente bajo.
Asumió a finales de 2013 la jefatura del principal partido del centroizquierda, que se encontraba en horas bajas tras dos derrotas consecutivas ante el Likud de Benjamín Netanyahu. Ha esperado con discreción a que el primer ministro conservador convocara elecciones adelantadas. Hace apenas tres meses todo apuntaba a que Netanyahu volvería a ganar los comicios, que se celebran el miércoles que viene, para convertirse en el jefe de Gobierno que más tiempo ha ejercido el poder desde la fundación del Estado de Israel.
Pocos creían que “Bougie”, el apodo familiar de Herzog, estuviera en condiciones de desafiar al veterano “Bibi” Netanyahu. Pero el líder laborista sorprendió a los analistas políticos al aliarse con la exministra centrista Tzipi Livni. Ambos parecen complementarse y han forjado una estrecha cooperación en la llamada Unión Sionista. Incluso se han comprometido a turnarse al frente de la jefatura del Gobierno tras dos años de mandato. “Prefiero perder con Tzipi antes que ganar en solitario”, ha declarado el cabeza de lista del centroizquierda para expresar su absoluta confianza en su socia de coalición electoral.
El empate técnico entre el Likud y la Unión Sionista que han reflejado los sondeos en las últimas semanas parecía abocar a otra reedición de un Gabinete encabezado por Netanyahu –con sus actuales asociados o incluso en una gran coalición entre las dos principales fuerzas--, pero Herzog ha vuelto a dar la sorpresa al adelantar a su principal rival por 24 escaños (de los 120 de la Cámara) frente a 21. Hasta el 17 aún queda partido por jugar.
“Los israelíes se van dar cuenta de que la nuestra es una candidatura de éxito”, ha explicado Herzog en un alarde de autoconfianza en varias entrevistas. Herzog, que esgrime su “inteligencia emocional” frente a la mano dura de un rival al que considerad desgastado por la permanencia el poder. Juega con la ventaja de que la mayoría de los electores ven las actuales elecciones como un referéndum sobre los anteriores seis años de mandato como primer ministro de Netanyahu (nueve si se incluye la legislatura de 1996 a 1999).
Hijo de un general que llegó a ser presidente de Israel, nieto del primer gran rabino askenazi del país, sobrino de legendario Abba Eban (ministro de Exteriores durante la Guerra de los Seis Días de 1967)… Herzog pertenece a una influyente dinastía política israelí.
Tras desempeñar el cargo de jefe del gabinete interno del primer ministro Ehud Barak, ocupó carteras tradicionales del laborismo, como Vivienda o Asuntos Sociales. Partidario de la solución de los “dos Estados” para poner fin al conflicto palestino, prefiere dar pasos graduales, como el establecimiento de fronteras aceptadas por ambas partes antes de firmar un acuerdo definitivo.
El mercadeo de los pactos poselectorales aún parece favorecer a Netanyahu. Pero Herzog ya ha recibió un guiño de apoyo de Ayre Dery, líder del partido religioso Shas, mayoritario entre los judíos ortodoxos sefardíes, después de que los árabes israelíes le hayan anticipado su respaldo.
El escritor Ari Shavit lo resume en su artículo en “Haaretz” como una especie de conjunción planetaria que puede dar alas al centroizquierda de Herzog: “La izquierda se ha movilizado esta vez. La derecha parece confusa y dividida. Los medios de comunicación airean escándalos del Gobierno. El Ombudsman critica los gastos suntuarios de la familia del primer ministro y denuncia la carestía de la vivienda… parece un asalto a la Bastilla de Netanyahu por todos los flancos”.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Se parece más a un astuto letrado judío de Nueva York que a un temerario comandante israelí. Al contrario que sus predecesores en el Partido Laborista Isaac Rabin y Ehud Barak, que llegaron al poder después de haber sido jefes del Estado Mayor, Isaac Herzog, de 54 años, sólo se ha dedicado a la abogacía y a la política, donde ha mostrado hasta ahora un perfil relativamente bajo.
Asumió a finales de 2013 la jefatura del principal partido del centroizquierda, que se encontraba en horas bajas tras dos derrotas consecutivas ante el Likud de Benjamín Netanyahu. Ha esperado con discreción a que el primer ministro conservador convocara elecciones adelantadas. Hace apenas tres meses todo apuntaba a que Netanyahu volvería a ganar los comicios, que se celebran el miércoles que viene, para convertirse en el jefe de Gobierno que más tiempo ha ejercido el poder desde la fundación del Estado de Israel.
Pocos creían que “Bougie”, el apodo familiar de Herzog, estuviera en condiciones de desafiar al veterano “Bibi” Netanyahu. Pero el líder laborista sorprendió a los analistas políticos al aliarse con la exministra centrista Tzipi Livni. Ambos parecen complementarse y han forjado una estrecha cooperación en la llamada Unión Sionista. Incluso se han comprometido a turnarse al frente de la jefatura del Gobierno tras dos años de mandato. “Prefiero perder con Tzipi antes que ganar en solitario”, ha declarado el cabeza de lista del centroizquierda para expresar su absoluta confianza en su socia de coalición electoral.
El empate técnico entre el Likud y la Unión Sionista que han reflejado los sondeos en las últimas semanas parecía abocar a otra reedición de un Gabinete encabezado por Netanyahu –con sus actuales asociados o incluso en una gran coalición entre las dos principales fuerzas--, pero Herzog ha vuelto a dar la sorpresa al adelantar a su principal rival por 24 escaños (de los 120 de la Cámara) frente a 21. Hasta el 17 aún queda partido por jugar.
“Los israelíes se van dar cuenta de que la nuestra es una candidatura de éxito”, ha explicado Herzog en un alarde de autoconfianza en varias entrevistas. Herzog, que esgrime su “inteligencia emocional” frente a la mano dura de un rival al que considerad desgastado por la permanencia el poder. Juega con la ventaja de que la mayoría de los electores ven las actuales elecciones como un referéndum sobre los anteriores seis años de mandato como primer ministro de Netanyahu (nueve si se incluye la legislatura de 1996 a 1999).
Hijo de un general que llegó a ser presidente de Israel, nieto del primer gran rabino askenazi del país, sobrino de legendario Abba Eban (ministro de Exteriores durante la Guerra de los Seis Días de 1967)… Herzog pertenece a una influyente dinastía política israelí.
Tras desempeñar el cargo de jefe del gabinete interno del primer ministro Ehud Barak, ocupó carteras tradicionales del laborismo, como Vivienda o Asuntos Sociales. Partidario de la solución de los “dos Estados” para poner fin al conflicto palestino, prefiere dar pasos graduales, como el establecimiento de fronteras aceptadas por ambas partes antes de firmar un acuerdo definitivo.
El mercadeo de los pactos poselectorales aún parece favorecer a Netanyahu. Pero Herzog ya ha recibió un guiño de apoyo de Ayre Dery, líder del partido religioso Shas, mayoritario entre los judíos ortodoxos sefardíes, después de que los árabes israelíes le hayan anticipado su respaldo.
El escritor Ari Shavit lo resume en su artículo en “Haaretz” como una especie de conjunción planetaria que puede dar alas al centroizquierda de Herzog: “La izquierda se ha movilizado esta vez. La derecha parece confusa y dividida. Los medios de comunicación airean escándalos del Gobierno. El Ombudsman critica los gastos suntuarios de la familia del primer ministro y denuncia la carestía de la vivienda… parece un asalto a la Bastilla de Netanyahu por todos los flancos”.