El Banco Central Europeo ya no descarta una salida del euro de Grecia

Draghi emplaza al Gobierno heleno a mantener “todos sus compromisos”

Claudi Pérez
Bruselas, El País
“El BCE no es una institución política”, dijo ayer Mario Draghi, el jefe del Banco Central Europeo, en el Parlamento Europeo. A pesar de esa frase, el BCE —la institución europea fundamental en la gestión de la crisis del euro— envió cartas a España e Italia en uno de los periodos más agudos de la Gran Recesión para que hicieran reformas. Mandó una misiva a Irlanda que prácticamente obligó a Dublín a pedir el rescate. Precipitó los programas de ayuda de Portugal y Chipre. Y ha sido un actor político de primera magnitud en Grecia, como volvió a demostrar ayer mismo ante la comisión de asuntos económicos de la Eurocámara: preguntado sobre si se baraja una posible salida de Grecia, el presidente del BCE fue deliberadamente ambiguo. “No descartamos ninguna hipótesis”, dijo.


Draghi tiene un sensacional instinto político, a pesar de trabajar en una institución que presume de independencia y de regirse únicamente por criterios técnicos; por frías y apolíticas reglas. Y pudo inhibirse ante esa pregunta, como hace tantas y tantas veces. Pero eligió no descartar una posible salida del euro de Grecia, ya sea buscada —el denominado Grexit— o por accidente, si Atenas se queda sin fondos para pagar a sus acreedores, algo que podría suceder a lo largo de abril, según fuentes griegas y europeas.

El BCE juega un papel fundamental en Grecia: de él dependen sus bancos, diezmados por la huida de capitales, e incluso el Tesoro griego, que se financia con dificultades en los mercados y solo consigue colocar sus bonos a las entidades bancarias griegas, que a su vez colocan esa deuda en el banco central griego. En plena negociación con el Eurogrupo, a finales de enero el BCE subió varios grados la presión sobre Grecia al impedir a los bancos griegos obtener liquidez en la ventanilla de Fráncfort, pese a que el segundo rescate (después ampliado) no expiraba hasta finales de febrero (ahora la fecha límite es finales de junio). Draghi pudo pasar de largo en la Eurocámara, pero eligió volver a meter presión en una respuesta que puede levantar ampollas en Atenas: “El BCE tiene gestores de riesgo que evalúan constantemente todas las hipótesis posibles”.

Esa no fue la única declaración política de Draghi. Criticó veladamente al ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, por hacer pivotar su política de comunicación “sobre las palabras quiebra e insolvencia”. Instó a Atenas “a hacer frente a todos sus compromisos”, que incluyen un pago de casi 500 millones de euros al FMI el 9 de abril —fecha en la que pueden acabarse los fondos— y sobre todo dos vencimientos de 6.600 millones al BCE durante el verano. Y se defendió con uñas y dientes de varios europarlamentarios, que le acusaron de chantajear a Grecia: “El BCE tiene una exposición a Grecia de más de 100.000 millones de euros, el 66% del PIB griego: más que en ningún otro país. Dígame usted dónde está el chantaje”, respondió.

La sola insinuación de que la UE estudia una salida de Grecia puede tener graves consecuencias: tanto Atenas como el Eurogrupo y las instituciones antes conocidas como troika están en plena negociación y mencionar esa hipótesis no hace más que emponzoñar aún más las ya de por sí muy espinosas conversaciones. Pero tanto en el BCE como en otras instituciones europeas los técnicos trabajan ya con ese escenario, según fuentes consultadas por este diario, aunque no sea ni de lejos el más probable. “Políticamente el Grexit no es una posibilidad. Pero técnicamente el BCE no puede excluir nada”, apuntaron fuentes del Eurobanco.

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