Sionismo marca enconada campaña electoral en Israel
Jerusalén, AP
La interrogante ideológica de explicar qué es el sionismo, y que se remonta al siglo XIX, ha cobrado sorprendente actualidad en la campaña electoral israelí que parece más reñida de lo esperado.
En un intento por quitarle votos a la derecha nacionalista del primer ministro Benjamin Netanyahu, la oposición relativamente liberal cambió a su nuevo nombre de Unión Sionista, lo que ha dado pie a una polémica sobre un tema que algunos consideraban resuelto con la proclamación del estado judío en 1948 y el subsiguiente reconocimiento internacional.
Desde que adoptó el nombre a principios de diciembre, el Partido Laborista de Isaac Herzog —reforzado por una fuerza política menor que encabeza la dirigente Tsipi Livni— ha ascendido en las encuestas. Según sondeos, la Unión Sionista está empatada con el Likud de Netanyahu en las encuestas sobre preferencias electorales.
La polémica sobre quién refleja los ideales del sionismo —y quién puede adjudicarse verosímilmente sus triunfos— ha conferido un extraño toque filosófico a una campaña que estuvo dominada por temas más triviales como escándalos presupuestarios en la administración de la residencia del primer ministro.
En este trayecto, el escenario parece listo para una sorprendente apoteosis en los comicios del 17 de marzo.
En la izquierda, los políticos hablan de que el verdadero sionismo obliga el establecimiento de la paz y la igualdad en el territorio, incluida la concertación de la paz con los palestinos y ceder territorio de ser necesario.
Netanyahu se ha burlado de sus rivales, a los que llama "la Unión anti-Sionista". Los partidarios del Likud de Netanyahu tienden a equiparar el término con un Israel que resiste a sus enemigos y específicamente con el movimiento de asentamientos en Cisjordania.
Ideológicamente los pobladores se consideran los verdaderos sionistas, convocados para reclamar la Tierra Santa en su totalidad al margen de las consecuencias.
Danny Danon, parlamentario de alto rango de Likud, arguyó que la oposición debilita a Israel con su excesiva solidaridad hacia los palestinos; también afirma que sectores de la izquierda elogian el rechazo a enrolarse en el ejército o apoyan el punto de vista árabe de que la fundación del país fue una catástrofe.
"Algunos en ese bando intentan cambiar la naturaleza de Israel y aprovechan el nombre de Unión Sionista para esconder algunos de los comentarios emitidos por sus miembros", declaró Danon.
Hilik Bar, secretario general del Partido Laborista, respondió que "nosotros, los que nos ocupamos de los aspectos más importantes de la sociedad, aspiramos a alcanzar la paz y conversar con nuestros enemigos: Esto es sionismo".
El concepto moderno del regreso a "Sion" —Jerusalén o la Tierra Santa— data del siglo XIX, cuando los judíos europeos que enfrentaban el antisemitismo comenzaron a contemplar el establecimiento de un Estado-nación judío en la tierra de sus antecesores bíblicos.
El periodista austriaco Theodor Herzl popularizó esa idea en el manifiesto "El Estado Judío" de 1896 y construyó lo que se convertiría en el movimiento sionista internacional.
Ese sueño culminó con la independencia israelí en 1948, cuando el país en ciernes emergió como refugio para los judíos de todo el mundo como secuela del Holocausto.
La interrogante ideológica de explicar qué es el sionismo, y que se remonta al siglo XIX, ha cobrado sorprendente actualidad en la campaña electoral israelí que parece más reñida de lo esperado.
En un intento por quitarle votos a la derecha nacionalista del primer ministro Benjamin Netanyahu, la oposición relativamente liberal cambió a su nuevo nombre de Unión Sionista, lo que ha dado pie a una polémica sobre un tema que algunos consideraban resuelto con la proclamación del estado judío en 1948 y el subsiguiente reconocimiento internacional.
Desde que adoptó el nombre a principios de diciembre, el Partido Laborista de Isaac Herzog —reforzado por una fuerza política menor que encabeza la dirigente Tsipi Livni— ha ascendido en las encuestas. Según sondeos, la Unión Sionista está empatada con el Likud de Netanyahu en las encuestas sobre preferencias electorales.
La polémica sobre quién refleja los ideales del sionismo —y quién puede adjudicarse verosímilmente sus triunfos— ha conferido un extraño toque filosófico a una campaña que estuvo dominada por temas más triviales como escándalos presupuestarios en la administración de la residencia del primer ministro.
En este trayecto, el escenario parece listo para una sorprendente apoteosis en los comicios del 17 de marzo.
En la izquierda, los políticos hablan de que el verdadero sionismo obliga el establecimiento de la paz y la igualdad en el territorio, incluida la concertación de la paz con los palestinos y ceder territorio de ser necesario.
Netanyahu se ha burlado de sus rivales, a los que llama "la Unión anti-Sionista". Los partidarios del Likud de Netanyahu tienden a equiparar el término con un Israel que resiste a sus enemigos y específicamente con el movimiento de asentamientos en Cisjordania.
Ideológicamente los pobladores se consideran los verdaderos sionistas, convocados para reclamar la Tierra Santa en su totalidad al margen de las consecuencias.
Danny Danon, parlamentario de alto rango de Likud, arguyó que la oposición debilita a Israel con su excesiva solidaridad hacia los palestinos; también afirma que sectores de la izquierda elogian el rechazo a enrolarse en el ejército o apoyan el punto de vista árabe de que la fundación del país fue una catástrofe.
"Algunos en ese bando intentan cambiar la naturaleza de Israel y aprovechan el nombre de Unión Sionista para esconder algunos de los comentarios emitidos por sus miembros", declaró Danon.
Hilik Bar, secretario general del Partido Laborista, respondió que "nosotros, los que nos ocupamos de los aspectos más importantes de la sociedad, aspiramos a alcanzar la paz y conversar con nuestros enemigos: Esto es sionismo".
El concepto moderno del regreso a "Sion" —Jerusalén o la Tierra Santa— data del siglo XIX, cuando los judíos europeos que enfrentaban el antisemitismo comenzaron a contemplar el establecimiento de un Estado-nación judío en la tierra de sus antecesores bíblicos.
El periodista austriaco Theodor Herzl popularizó esa idea en el manifiesto "El Estado Judío" de 1896 y construyó lo que se convertiría en el movimiento sionista internacional.
Ese sueño culminó con la independencia israelí en 1948, cuando el país en ciernes emergió como refugio para los judíos de todo el mundo como secuela del Holocausto.