Seis heridos de bala en una protesta anti-Huthi en la ciudad yemení de Ibb
-España y Emiratos Árabes se suman a los países que han cerrado sus embajadas debido al caos político y la inseguridad
-El Consejo de Cooperación del Golfo pide a la ONU que autorice el uso de la fuerza
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
La fractura sectaria se está agravando en Yemen donde este sábado han vuelto a repetirse, por segundo día consecutivo, multitudinarias manifestaciones anti Huthi en aquellas ciudades donde esa milicia aún no ha extendido su control. En Ibb, los rebeldes chiíes han disparado contra quienes denunciaban su toma del poder en un país mayoritariamente suní, causando media docena de heridos. Mientras, España y Emiratos Árabes Unidos (EAU) han retirado a sus representantes diplomáticos en Saná ante el deterioro de la seguridad, y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ha pedido a la ONU que autorice el uso de la fuerza para restablecer la legitimidad.
“Las protestas están siendo más numerosas en Taiz y en Ibb porque aunque hay presencia Huthi, su milicia no las controla”, explica por teléfono desde la capital yemení Mazen Hebshi, un médico de 33 años que apoya como voluntario la Conferencia del Diálogo Nacional. “En Saná, los jóvenes están intentando salir a la calle, pero los Huthi tienen a mucha gente desplegada, cortan los accesos e impiden las concentraciones; así que lo máximo que se logra es pequeños grupos de dos o tres centenares de personas en distintas áreas de la ciudad”, añade.
El malestar se ha agudizado al conocerse la muerte de Saleh al Bashiri, un activista al que varios milicianos se llevaron a punta de pistola de una protesta anti Huthi hace dos semanas y que fue liberado con signos de tortura el jueves. Sin embargo, es la primera vez que llegan noticias de que los Huthi hayan disparado contra los manifestantes. Media docena personas han resultado heridos de bala en Ibb, unos 250 kilómetros al sur de Saná, según fuentes hospitalarias y testigos citados por las agencias de noticias.
Las tensiones que se acumulaban desde que en septiembre pasado los milicianos de Ansarullah (el nombre formal del movimiento Huthi) avanzaron sobre la capital desde su feudo del norte del país estallaron la semana pasada cuando ese grupo anunció la disolución del Parlamento y la formación de un consejo presidencial. Dos semanas antes, el presidente y el Gobierno en pleno habían dimitido ante el chantaje al que les estaban sometiendo los Huthi quienes, según diversos testimonios, cuentan con el respaldo de fuerzas leales al expresidente Ali Abdalá Saleh.
El desgobierno reinante y la retórica antiimperialista de los Huthi han motivado el cierre de varias embajadas clave. España y Emiratos se han sumado hoy a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Arabia Saudí, que han ido retirando a sus diplomáticos durante esta semana. En realidad, Madrid ya cerró sus instalaciones en Yemen en 2013 y desde entonces sólo tenía un encargado de negocios que operaba desde la legación europea. Apenas quedan una docena de españoles en ese país, la mayoría mujeres casadas con yemeníes que no tienen intención de irse de allí.
La salida de Emiratos, “después de que los Huthi hayan minado la autoridad legítima”,tiene mayor calado político, ya que Yemen depende para subsistir de sus ricos vecinos árabes, agrupados en el CCG. Estos, liderados por Arabia Saudí, han tachado el avance Huthi de “golpe de Estado” y ven la ascensión de ese grupo como otra intromisión de Irán en un país árabe. Además, en una reunión de sus ministros de Exteriores esta noche en Riad han pedido a la ONU que pase una resolución en la que refiera Yemen al capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que autoriza el uso de la fuerza militar y/o sanciones económicas, para imponer una salida a la crisis que vive ese país.
Mientras tanto, prosiguen los combates entre milicianos Huthi y tribus suníes que se han alineado con Al Qaeda frente a ese grupo chií en la provincia meridional de Al Bayda. Al menos 16 rebeldes y una decena de tribales han resultado muertos, según Reuters. Muchos yemeníes temen que esos enfrentamientos se transformen en una guerra civil sectaria.
“Los Huthi lo están buscando”, lamenta Hebshi. “Nunca antes los yemeníes nos habíamos identificado como suníes o chiíes; Al Qaeda lo intentó, pero ellos están echando leña al fuego”, concluye. En un intento por frenar esa deriva, la Conferencia del Diálogo Nacional, un foro creado tras la salida de Saleh para consensuar una transición democrática, se reunirá mañana en Aden, capital del antiguo Yemen del Sur y centro de un renovado movimiento separatista.
-El Consejo de Cooperación del Golfo pide a la ONU que autorice el uso de la fuerza
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
La fractura sectaria se está agravando en Yemen donde este sábado han vuelto a repetirse, por segundo día consecutivo, multitudinarias manifestaciones anti Huthi en aquellas ciudades donde esa milicia aún no ha extendido su control. En Ibb, los rebeldes chiíes han disparado contra quienes denunciaban su toma del poder en un país mayoritariamente suní, causando media docena de heridos. Mientras, España y Emiratos Árabes Unidos (EAU) han retirado a sus representantes diplomáticos en Saná ante el deterioro de la seguridad, y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ha pedido a la ONU que autorice el uso de la fuerza para restablecer la legitimidad.
“Las protestas están siendo más numerosas en Taiz y en Ibb porque aunque hay presencia Huthi, su milicia no las controla”, explica por teléfono desde la capital yemení Mazen Hebshi, un médico de 33 años que apoya como voluntario la Conferencia del Diálogo Nacional. “En Saná, los jóvenes están intentando salir a la calle, pero los Huthi tienen a mucha gente desplegada, cortan los accesos e impiden las concentraciones; así que lo máximo que se logra es pequeños grupos de dos o tres centenares de personas en distintas áreas de la ciudad”, añade.
El malestar se ha agudizado al conocerse la muerte de Saleh al Bashiri, un activista al que varios milicianos se llevaron a punta de pistola de una protesta anti Huthi hace dos semanas y que fue liberado con signos de tortura el jueves. Sin embargo, es la primera vez que llegan noticias de que los Huthi hayan disparado contra los manifestantes. Media docena personas han resultado heridos de bala en Ibb, unos 250 kilómetros al sur de Saná, según fuentes hospitalarias y testigos citados por las agencias de noticias.
Las tensiones que se acumulaban desde que en septiembre pasado los milicianos de Ansarullah (el nombre formal del movimiento Huthi) avanzaron sobre la capital desde su feudo del norte del país estallaron la semana pasada cuando ese grupo anunció la disolución del Parlamento y la formación de un consejo presidencial. Dos semanas antes, el presidente y el Gobierno en pleno habían dimitido ante el chantaje al que les estaban sometiendo los Huthi quienes, según diversos testimonios, cuentan con el respaldo de fuerzas leales al expresidente Ali Abdalá Saleh.
El desgobierno reinante y la retórica antiimperialista de los Huthi han motivado el cierre de varias embajadas clave. España y Emiratos se han sumado hoy a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Arabia Saudí, que han ido retirando a sus diplomáticos durante esta semana. En realidad, Madrid ya cerró sus instalaciones en Yemen en 2013 y desde entonces sólo tenía un encargado de negocios que operaba desde la legación europea. Apenas quedan una docena de españoles en ese país, la mayoría mujeres casadas con yemeníes que no tienen intención de irse de allí.
La salida de Emiratos, “después de que los Huthi hayan minado la autoridad legítima”,tiene mayor calado político, ya que Yemen depende para subsistir de sus ricos vecinos árabes, agrupados en el CCG. Estos, liderados por Arabia Saudí, han tachado el avance Huthi de “golpe de Estado” y ven la ascensión de ese grupo como otra intromisión de Irán en un país árabe. Además, en una reunión de sus ministros de Exteriores esta noche en Riad han pedido a la ONU que pase una resolución en la que refiera Yemen al capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que autoriza el uso de la fuerza militar y/o sanciones económicas, para imponer una salida a la crisis que vive ese país.
Mientras tanto, prosiguen los combates entre milicianos Huthi y tribus suníes que se han alineado con Al Qaeda frente a ese grupo chií en la provincia meridional de Al Bayda. Al menos 16 rebeldes y una decena de tribales han resultado muertos, según Reuters. Muchos yemeníes temen que esos enfrentamientos se transformen en una guerra civil sectaria.
“Los Huthi lo están buscando”, lamenta Hebshi. “Nunca antes los yemeníes nos habíamos identificado como suníes o chiíes; Al Qaeda lo intentó, pero ellos están echando leña al fuego”, concluye. En un intento por frenar esa deriva, la Conferencia del Diálogo Nacional, un foro creado tras la salida de Saleh para consensuar una transición democrática, se reunirá mañana en Aden, capital del antiguo Yemen del Sur y centro de un renovado movimiento separatista.