Jezbolá en la encrucijada al tratar de expandir su alcance

Beirut, AP
Jezbolá está expandiendo sus horizontes y enviando a sus milicianos chiíes más allá de las fronteras de Líbano, a combatir a los suníes a lo largo y ancho del Medio Oriente. Tiene miles de combatientes en Siria, asesores militares en Irak y ha ayudado a que rebeldes chiíes tomen el poder en Yemen y amenazado a Bahréin por los abusos de que son víctimas los chiíes allí.


Las aspiraciones regionales de la organización, no obstante, le están costando caro y amenazan con hacerle perder apoyo en Líbano. Jezbolá ha sufrido muchas bajas y se habla de que se ha fijado objetivos que están fuera de su alcance. Por momentos da la sensación incluso de que ya no está tan comprometido con la lucha contra Israel.

En un reciente enfrentamiento, los israelíes golpearon primero, destruyendo una unidad de Jezbolá cerca de las Alturas del Golán, ocupadas por Israel. Entre los siete muertos en el incidente del 18 de enero figuraron un general iraní, un alto militar de Jezbolá y el hijo de un ex comandante en jefe. Parecía inevitable que Jezbolá respondiese.

La reacción, no obstante, fue relativamente modesta: dos israelíes muertos, siete heridos y quedó flotando la sensación de que Jezbolá tiene la cabeza en otro lado.

El máximo líder de Jezbolá, el jeque Hassan Nasralá, parece estar consciente de que se está diciendo que las aventuras extranjeras de la organización están afectando su lucha contra Israel. En un discurso pronunciado a fines de enero, Nasralá dijo que Israel se equivoca al pensar que "Jezbolá está atareada, confundida, debilitada y agotada".

"La resistencia se mantiene muy saludable, lista, consciente", aseguró.

Jezbolá enfrenta una situación compleja: por un lado, muchos libaneses resienten el hecho de que la organización haya enfrascado al país en catastróficas guerras con Israel. Por el otro, todos los musulmanes, del sector que sean, coinciden en que el estado judío es un enemigo común que en el 2000 Jezbolá obligó a poner fin a una ocupación de 18 años del sur de Líbano. En ese sentido, hasta los suníes, quienes con cristianos y chiíes representan un tercio de la población, podían ver a Jezbolá como su protector.

Sin embargo, eso era antes. En la actualidad, mucha gente considera que Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, todos países de mayoría suní, son su verdadero respaldo.

"Cada vez más la conducción de Jezbolá se ve a sí misma como una agrupación árabe chií destinada a cumplir un papel regional, comprometida con la causa palestina tanto como con su misión de defender los derechos políticos y religiosos de los chiíes en la región árabe", manifestó Randa Slim, director del Instituto del Medio Oriente en Washington. "La consecuencia de esto para Líbano es que en algún momento los intereses chiíes de Jezbolá a nivel regional chocarán con los intereses y las demandas de sus compatriotas no chiíes, mayormente suníes".

Jezbolá tiene espacio para crecer como el abanderado de los chiíes, pero cuando Nasralá intentó hacer pronunciamientos políticos fuertes, los resultados a veces fueron contraproducentes.

El 9 de enero, Nasralá criticó duramente a Bahréin por su represión de un alzamiento encabezado por los chiíes y el arresto de un importante clérigo chií, Alí Salman. Incluso comparó a Bahréin con Israel, diciendo que estaba nacionalizando a extranjeros para que la isla del Golfo Pérsico fuese menos chií.

Acto seguido Nasralá hizo una velada advertencia a Bahréin, aunque aclarando que cualquier protesta debía ser pacífica. "Se puede enviar armas a los países más seguros. Pueden entrar combatientes y armas y pequeños grupos pueden sabotear un país", sostuvo.

Sus comentarios fueron mal recibidos en el mundo árabe y en el mismo Líbano, donde algunos chiíes dijeron que amenazar a Bahréin podría hacer que las naciones petroleras del golfo expulsen a los libaneses chiíes. El Consejo de Cooperación del Golfo, integrado por seis países, dijo que las palabras de Nasralá habían sido "hostiles a irresponsables" y la Liga Árabe lo acusó de inmiscuirse en los asuntos internos de Bahréin.

El compromiso más grande y visible de Jezbolá es con Siria, donde miles de militantes de esa organización pelean junto a las fuerzas del presidente Bashar Assad contra rebeldes mayormente suníes. Dice que su misión es impedir que extremistas suníes amenacen Líbano.

No hay semana en la que la televisión Al-Manar, de Jezbolá, no muestre los funerales de algún cuadro caído peleando en Siria.

Las posiciones de Jezbolá en Líbano, por otro lado, han sido atacadas repetidas veces por una agrupación vinculada a al-Qaida, el Frente Nusra, con sede en el lado sirio de la frontera

En Yemen, funcionarios de seguridad dicen que Jezbolá, que tiene una presencia desde hace tiempo allí, ha enviado una creciente cantidad de efectivos al país desde que los chiíes hutíes tomaron la capital Saná y luego el aeropuerto.

El analista Rami Khouri escribió recientemente en el Daily Star de Líbano que las aventuras de Jezbolá en el extranjero resultan costosas.

"Jezbolá era muy bien visto en buena parte de Líbano y en la región por encabezar la batalla para liberar el sur de Líbano de la ocupación israelí", afirmó. "Hoy, Líbano está muy dividido y algunos la ven como la salvación de la nación, mientras que otros la consideran un peligrosos caballo de Troya iraní".

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