Rusia busca aliviar el cerco en Davos

Los ejecutivos rusos tratan de lanzar un mensaje tranquilizador a los inversores ante la masiva salida de capitales tras las sanciones de Occidente

Alicia González
DAVOS (ENVIADA ESPECIAL), El País
En los últimos años, las fiestas de los magnates rusos se encontraban entre las más cotizadas en las agendas de los ejecutivos que acuden al Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Caviar, champán, música… las celebraciones no ahorraban en gastos. Este año, de forma más discreta, también ha habido alguna celebración pero “ha sido un pequeño fracaso, la organizaron antes de que empezara el Foro y muchos empresarios e inversores tampoco querían dejarse ver con los rusos”, sostiene uno de los habituales de Davos.


Se refería a la fiesta del VTB, el segundo mayor prestamista ruso y una de las entidades financieras afectadas por las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea como represalia por el conflicto que mantiene Rusia con Ucrania.

Las sanciones han cerrado a las principales empresas y bancos rusos el acceso a los mercados de financiación internacionales y VTB ha tenido que recibir una inyección de 2.600 millones de dólares (unos 2.300 millones de euros) del banco central para hacer frente a sus vencimientos de deuda. Su presidente, Andrey Kostin, admitía este viernes en Davos que en 2015 la entidad tiene que refinanciar otros 4.300 millones de dólares “pero el banco central ha establecido un programa de asistencia para empresas y entidades financieras y eso garantiza que no habrá ningún impago. Los inversores pueden estar tranquilos”, afirmaba.

Ese es el mensaje que los ejecutivos rusos querían trasladar a los fondos de inversión que acuden a la estación suiza y explica también el significativo desembarco de ejecutivos rusos pese al aislamiento que sufren sus empresas. Cuando se levanten las sanciones, dicen los directivos rusos, el negocio seguirá como siempre, según han confirmado diversos inversores que han participado en esas reuniones.

Prevén que las sanciones no se renovarán cuando termine su vigencia, el próximo mes de julio, pero la canciller alemana, Angela Merkel, no ha dejado entrever en este foro ninguna señal de que las posiciones se vayan a suavizar en el futuro más próximo. “Las sanciones son inevitables, pero no un fin en sí mismas. Podrán ser revocadas si se devuelve, para empezar, el control de la frontera del Este de Ucrania a este país”.

La ofensiva de los últimos días sobre esa región apunta más bien en la dirección contraria pero Kostin, el presidente del banco VTB advertía: “Estamos preparados para ello con alternativas, pero si se expulsa a Rusia del Swift, el sistema de transferencias internacionales [como sucedió con Irán], eso implicará la retirada mutua de embajadores y la vuelta de la Guerra Fría”.

Los encuentros con los inversores se han mantenido, como siempre, fuera del programa oficial del Foro, en los lujosos hoteles que pueblan la pequeña estación de esquí suiza. Pero la alfombra roja bajo los focos se ha desplegado para el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko. En los últimos años, ese trato era dispensado tanto a Vladímir Putin, presidente de Rusia, como a su primer ministro, Dimitri Medvédev.

Pese a todo, el Kremlin no ha desaprovechado la oportunidad para trasladar su posición a las élites económicas. “Si Occidente cree que va a poder doblegar la voluntad del pueblo ruso por imponer sanciones económicas, está completamente equivocado. Esto nos une más”, advertía el viceprimer ministro, Igor Shuvalov, desde una tribuna del foro suizo.

Los nacionalismos siempre necesitan un enemigo exterior y las sanciones están sirviendo a Putin para esos fines, explica una analista geopolítica, la nueva profesión de moda en Davos, que apunta la coincidencia de que los países que soportan estas sanciones —Irán, Venezuela y Rusia— se están viendo seriamente dañados al mismo tiempo por la caída del precio del petróleo.

La combinación de esos factores está resultando letal para la economía rusa. Entre 2013 y finales de 2014, la exposición solo de los bancos internacionales a Rusia se ha reducido en 38.000 millones de dólares, un 20% del total, según datos del Banco de Pagos Internacionales.

Si se amplían esos movimientos a fondos de inversión o deuda privada, la cuantía se dispara, solo para 2014, hasta los 150.000 millones de dólares (133.345 millones de euros). “Es una salida de capital considerable y el perfil se ha acelerado en los últimos meses”, admite un experto del sector.

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