Francia reclama unidad frente al terror
Cientos de miles de personas se manifiestan espontáneamente en vísperas del gran acto de París. “El terrorismo quiere dividirnos”, advierte el primer ministro Valls
Carlos Yárnoz
París, El País
Francia se ha marcado como objetivo de prioridad nacional mostrar una firme unidad frente al ataque yihadista que ha golpeado al corazón del Estado. La conmoción por la muerte de 20 personas, entre ellas los tres terroristas causantes de la tragedia, ha obligado a las más altas autoridades del país y a las organizaciones religiosas a pedir que se eviten fisuras ante el mayor desafío que sufre Francia en medio siglo. “El terrorismo quiere fracturarnos, dividirnos”, alertó este sábado el primer ministro, Manuel Valls. La respuesta más contundente y espontánea vino otra vez de la calle, donde más de 700.000 ciudadanos, según el ministerio del Interior, se manifestaron por todo el país para repudiar los ataques. La nación está en máxima alerta ante posibles nuevos atentados.
Los hasta ahora pequeños chispazos de violencia en respuesta a los yihadistas han sido un síntoma de las tensiones larvadas que conviven en la sociedad francesa. En la noche del viernes al sábado, unos desconocidos tirotearon la mezquita de la localidad de Soisson, a un centenar de kilómetros al norte de París. Es al menos el cuarto incidente similar en lugares de culto o locales musulmanes desde el ataque del miércoles a la revista Charlie Hebdo, que costó la vida a 12 personas. Varios adolescentes musulmanes se negaron el jueves a guardar un minuto de silencio en sus liceos.
En el terreno político, las fisuras han tenido su principal reflejo en el ultraderechista Frente Nacional, cuya líder, Marine Le Pen, repitió ayer que se siente “excluida” de la gran “marcha republicana” convocada hoy en París. Le Pen ha anunciado que ella y sus colaboradores más directos se manifestarán en la localidad de Beaucaire, en el departamento de Gard, cuyo alcalde, Julien Sanchez, es del FN y ha invitado a sus seguidores a sumarse a las manifestaciones convocadas en provincias, pero no a la de la capital.
Su padre y fundador del FN, el islamófobo Jean-Marie Le Pen, protagonizó otro de sus exabruptos cuando afirmó a través de un vídeo en su web: “Yo no soy Charlie. Me siento afectado por la muerte de doce compatriotas, pero no voy a luchar por defender el espíritu de Charlie, que es un espíritu anarco-trotskista”.
Son estos chispazos los que Hollande y Valls pretenden evitar. Por eso, el primer ministro pidió calma pese a que “la pena, la tristeza y la cólera están ahí”. “La respuesta más bella es la unidad”, insistió ante varios líderes políticos y religiosos, para pedir a continuación responsabilidad, respeto y tolerancia en una sociedad “multicultural y multiconfesional”.
El ataque del viernes al Hyper Casher, el mercado en el que el yihadista Amediy Coulibaly asesinó a cuatro judíos antes de ser abatido por la policía, ha supuesto un grave punto de inflexión en un país de una larvada tensión entre las comunidades musulmana y judía, integradas por cinco millones y 600.000 personas, respectivamente. Las sinagogas fueron puestas en alerta y especialmente protegidas.
Ante el desafío que sufre Francia, los líderes de esas dos comunidades también llaman a la unidad aunque son conscientes de las tensiones. “Los movimientos yihadistas en el país son fuertes, pueden dividir a la población y desestabilizar al país”, dice por teléfono Gil Taïeb, vicepresidente del Consejo Representativo de Instituciones Judías en Francia. Y añade: “El país está mal, enfermo. Hay que hacer la guerra a quienes hacen la guerra contra la libertad. Hay que decir la verdad: hay un problema de integrismo islamista”.
Anouar Kbibech, presidente de la Unión de Musulmanes de Francia, comenta también por teléfono que el islam es “todo lo contrario a la violencia” y que hará todo lo posible por lograr la unidad entre los ciudadanos franceses. “Hay que manifestarse juntos contra el odio y la barbarie”.
Esta dramática semana ha puesto de manifiesto importantes lagunas de seguridad en un país en alerta desde hace meses. Los tres terroristas que han ensangrentado Francia tenían antecedentes por actividades yihadistas. Coulibaly había sido condenado por intentar la evasión de un artificiero del GIA argelino (Grupo Islamista Armado). Los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores de la matanza en Charlie Hebdo, habían recibido entrenamiento militar en Yemen en 2011. El primero también había sido condenado en 2008 por reclutar a yihadistas.
Resulta sorprendente la cantidad de armamento que tenían. Antes de ser abatidos, los hermanos Kouachi salieron a tiro limpio de la imprenta de Dammartin armados con dos fusiles Kaláshnikov y un par de pistolas. Dentro, habían dejado un lanzagranadas.
Amedy Coulibaly, el tercer terrorista muerto que se encerró con rehenes en el mercado de comida judía en París, también tenía dos fusiles de asalto y había instalado 15 artefactos explosivos, según ha contado el fiscal de París, François Molins, pero la intervención policial que acabó con su vida impidió que los activara.
Hayat Boumedienne, de 26 años, la pareja de Coulibaly, era hasta mediodía de ayer la yihadista más buscada en Francia. El fiscal Molins aseguró que varios testigos la identificaron en compañía de Coulibaly cuando este mató a una joven agente municipal el jueves en París y que, por eso, creyeron inicialmente que la mujer también participaba en el secuestro del Hyper Casher el viernes. A media tarde de ayer, la policía sin embargo informó de que Boumedienne abandonó Francia en dirección a Siria a prinicipios de enero. Hizo escala en el aeropuerto de Madrid, procedente de París y rumbo a Estambul. Su billete de vuelta era para el pasado viernes.
Un musulmán salvador de judíos
G. C., París
La familia de Ahmed Merabet, el policía rematado en el suelo el miércoles en el asalto a Charlie Hebdo por los hermanos Kouachi, ha pedido que no se identifique su religión con los radicales. Los Merabet son musulmanes y la muerte del agente es un nítido mensaje sobre la necesidad de no mezcclar conceptos. También lo es la peripecia de Lassana, un empleado musulmán de origen maliense de 24 años del supermercado Hyper Casher. Lo ha contado Le Figaro. Lassana estaba en el sótano cuando Amedy Coulibaly asaltó el supermercado de comida judía y mató a cuatro personas. Una quincena de rehenes se refugiaron en el sótano. Lassana les acogió y les calmó. Los dejó bien escondidos cuando él y otros empleados fueron liberados por Coulibaly. En el exterior, ayudó con sus datos a la policía, que finalmente abatió al terrorista.
Coulibaly buscaba judíos como objetivo. Por eso asaltó Hyper Casher. Judías eran las cuatro personas que mató, como confirmó ayer a EL PAÍS el Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia. Se trata de Yoav Hattab, Philippe Braham, Yohan Cohen y François-Michel Saada. La matanza de Charlie Hebdo no buscaba judíos, pero uno de los atacantes, Chérif Kouachi, ha sido descrito por el Gobierno como violento antisemita. “El antisemitismo”, insistió ayer el primer ministro Manuel Valls, “es un ataque a la República”.
Carlos Yárnoz
París, El País
Francia se ha marcado como objetivo de prioridad nacional mostrar una firme unidad frente al ataque yihadista que ha golpeado al corazón del Estado. La conmoción por la muerte de 20 personas, entre ellas los tres terroristas causantes de la tragedia, ha obligado a las más altas autoridades del país y a las organizaciones religiosas a pedir que se eviten fisuras ante el mayor desafío que sufre Francia en medio siglo. “El terrorismo quiere fracturarnos, dividirnos”, alertó este sábado el primer ministro, Manuel Valls. La respuesta más contundente y espontánea vino otra vez de la calle, donde más de 700.000 ciudadanos, según el ministerio del Interior, se manifestaron por todo el país para repudiar los ataques. La nación está en máxima alerta ante posibles nuevos atentados.
Los hasta ahora pequeños chispazos de violencia en respuesta a los yihadistas han sido un síntoma de las tensiones larvadas que conviven en la sociedad francesa. En la noche del viernes al sábado, unos desconocidos tirotearon la mezquita de la localidad de Soisson, a un centenar de kilómetros al norte de París. Es al menos el cuarto incidente similar en lugares de culto o locales musulmanes desde el ataque del miércoles a la revista Charlie Hebdo, que costó la vida a 12 personas. Varios adolescentes musulmanes se negaron el jueves a guardar un minuto de silencio en sus liceos.
En el terreno político, las fisuras han tenido su principal reflejo en el ultraderechista Frente Nacional, cuya líder, Marine Le Pen, repitió ayer que se siente “excluida” de la gran “marcha republicana” convocada hoy en París. Le Pen ha anunciado que ella y sus colaboradores más directos se manifestarán en la localidad de Beaucaire, en el departamento de Gard, cuyo alcalde, Julien Sanchez, es del FN y ha invitado a sus seguidores a sumarse a las manifestaciones convocadas en provincias, pero no a la de la capital.
Su padre y fundador del FN, el islamófobo Jean-Marie Le Pen, protagonizó otro de sus exabruptos cuando afirmó a través de un vídeo en su web: “Yo no soy Charlie. Me siento afectado por la muerte de doce compatriotas, pero no voy a luchar por defender el espíritu de Charlie, que es un espíritu anarco-trotskista”.
Son estos chispazos los que Hollande y Valls pretenden evitar. Por eso, el primer ministro pidió calma pese a que “la pena, la tristeza y la cólera están ahí”. “La respuesta más bella es la unidad”, insistió ante varios líderes políticos y religiosos, para pedir a continuación responsabilidad, respeto y tolerancia en una sociedad “multicultural y multiconfesional”.
El ataque del viernes al Hyper Casher, el mercado en el que el yihadista Amediy Coulibaly asesinó a cuatro judíos antes de ser abatido por la policía, ha supuesto un grave punto de inflexión en un país de una larvada tensión entre las comunidades musulmana y judía, integradas por cinco millones y 600.000 personas, respectivamente. Las sinagogas fueron puestas en alerta y especialmente protegidas.
Ante el desafío que sufre Francia, los líderes de esas dos comunidades también llaman a la unidad aunque son conscientes de las tensiones. “Los movimientos yihadistas en el país son fuertes, pueden dividir a la población y desestabilizar al país”, dice por teléfono Gil Taïeb, vicepresidente del Consejo Representativo de Instituciones Judías en Francia. Y añade: “El país está mal, enfermo. Hay que hacer la guerra a quienes hacen la guerra contra la libertad. Hay que decir la verdad: hay un problema de integrismo islamista”.
Anouar Kbibech, presidente de la Unión de Musulmanes de Francia, comenta también por teléfono que el islam es “todo lo contrario a la violencia” y que hará todo lo posible por lograr la unidad entre los ciudadanos franceses. “Hay que manifestarse juntos contra el odio y la barbarie”.
Esta dramática semana ha puesto de manifiesto importantes lagunas de seguridad en un país en alerta desde hace meses. Los tres terroristas que han ensangrentado Francia tenían antecedentes por actividades yihadistas. Coulibaly había sido condenado por intentar la evasión de un artificiero del GIA argelino (Grupo Islamista Armado). Los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores de la matanza en Charlie Hebdo, habían recibido entrenamiento militar en Yemen en 2011. El primero también había sido condenado en 2008 por reclutar a yihadistas.
Resulta sorprendente la cantidad de armamento que tenían. Antes de ser abatidos, los hermanos Kouachi salieron a tiro limpio de la imprenta de Dammartin armados con dos fusiles Kaláshnikov y un par de pistolas. Dentro, habían dejado un lanzagranadas.
Amedy Coulibaly, el tercer terrorista muerto que se encerró con rehenes en el mercado de comida judía en París, también tenía dos fusiles de asalto y había instalado 15 artefactos explosivos, según ha contado el fiscal de París, François Molins, pero la intervención policial que acabó con su vida impidió que los activara.
Hayat Boumedienne, de 26 años, la pareja de Coulibaly, era hasta mediodía de ayer la yihadista más buscada en Francia. El fiscal Molins aseguró que varios testigos la identificaron en compañía de Coulibaly cuando este mató a una joven agente municipal el jueves en París y que, por eso, creyeron inicialmente que la mujer también participaba en el secuestro del Hyper Casher el viernes. A media tarde de ayer, la policía sin embargo informó de que Boumedienne abandonó Francia en dirección a Siria a prinicipios de enero. Hizo escala en el aeropuerto de Madrid, procedente de París y rumbo a Estambul. Su billete de vuelta era para el pasado viernes.
Un musulmán salvador de judíos
G. C., París
La familia de Ahmed Merabet, el policía rematado en el suelo el miércoles en el asalto a Charlie Hebdo por los hermanos Kouachi, ha pedido que no se identifique su religión con los radicales. Los Merabet son musulmanes y la muerte del agente es un nítido mensaje sobre la necesidad de no mezcclar conceptos. También lo es la peripecia de Lassana, un empleado musulmán de origen maliense de 24 años del supermercado Hyper Casher. Lo ha contado Le Figaro. Lassana estaba en el sótano cuando Amedy Coulibaly asaltó el supermercado de comida judía y mató a cuatro personas. Una quincena de rehenes se refugiaron en el sótano. Lassana les acogió y les calmó. Los dejó bien escondidos cuando él y otros empleados fueron liberados por Coulibaly. En el exterior, ayudó con sus datos a la policía, que finalmente abatió al terrorista.
Coulibaly buscaba judíos como objetivo. Por eso asaltó Hyper Casher. Judías eran las cuatro personas que mató, como confirmó ayer a EL PAÍS el Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia. Se trata de Yoav Hattab, Philippe Braham, Yohan Cohen y François-Michel Saada. La matanza de Charlie Hebdo no buscaba judíos, pero uno de los atacantes, Chérif Kouachi, ha sido descrito por el Gobierno como violento antisemita. “El antisemitismo”, insistió ayer el primer ministro Manuel Valls, “es un ataque a la República”.