Policía de Hong Kong cierra último punto protesta
Hong Kong, AP
La policía de Hong Kong retiró el lunes las barricadas y desmontó las tiendas del tercer y último campamento de protestas pro democracia, poniendo fin a unas manifestaciones que bloquearon el tráfico en el enclave durante dos meses y medio.
Un negociador de la policía dio a los últimos 17 manifestantes una última oportunidad de marcharse de forma voluntaria de un tramo de carretera en Causeway Bay, antes de que los agentes empezaran a llevárselos uno a uno hasta un autobús que esperaba.
Los activistas, incluyendo ancianos y el legislador pro democracia Kenneth Chan, no ofrecieron resistencia. Antes, corearon "Volveremos" y pidieron la dimisión del jefe de la ejecutiva hongkonesa, Leung Chun-ying. Otros partidarios les animaron desde el acera. Para el mediodía, el tráfico había retomado la calle.
La operación policial se produjo después de que las autoridades cerrasen el jueves el principal campamento de los manifestantes cerca del corazón del distrito financiero de la ciudad y detuvieron a 249 personas que se negaron a irse, acusados de congregarse sin autorización.
Un último grupo de activistas reunidos en un jardín bajo la legislatura de la ciudad, cerca del campamento principal, también despejaron el lugar de forma voluntaria el lunes por la tarde. Otro punto de protesta, en el distrito de Mong Kok, fue desalojado a finales del mes pasado por la policía.
Los manifestantes de Causeway Bay lograron quedarse 79 días en el lugar, pero tras el desalojo de los otros dos puntos, se resignaron a retirarse también. Muchos ya habían recogido sus tiendas, suministros y pertenencias antes de la operación policial del lunes.
"Con la limpieza completada en la zona ocupada de Causeway Bay, la ocupación legal de Hong Kong durante los últimos dos meses ha llegado a su fin", dijo Leung, añadiendo que las industrias de turismo, comercio y convenciones, entre otras, habían sufrido pérdidas económicas "muy grandes".
Los manifestantes, encabezados por estudiantes, rechazaron el plan de Beijing de filtrar a los candidatos en las primeras votaciones que se realizarían para elegir al máximo líder de Hong Kong, pero no lograron obtener concesiones significativas por parte del gobierno.
Las protestas, conocidas como "Movimiento paraguas" por la defensa preferida de los activistas contra el gas pimienta de la policía, acapararon titulares en todo el mundo y polarizaron a la opinión pública en el enclave financiero, pero perdieron fuerza ante la estrategia del gobierno de esperar a que se desvanecieran.
Sin embargo, muchos opinan que el movimiento de protesta provocó un despertar político más amplio entre los residentes de la ciudad, especialmente los jóvenes. Los líderes se comprometieron a mantener su campaña de desobediencia civil a través de otros métodos para continuar presionando al gobierno a favor de una democracia genuina.
El legislador pro democracia Fernando Cheung, que estaba en el lugar para observar la operación policial y los posibles arrestos, dijo que el cierre del campamento no suponía el fin de la campaña de desobediencia civil.
"En el consejo legislativo lo haremos lo mejor que podamos para resistir a través de una campaña de no cooperación", indicó, por ejemplo rechazando propuestas presupuestarias y el paquete de reforma electoral del gobierno.
Aunque el movimiento no alcanzó objetivos concretos, señaló, sí consiguió algunas cosas.
"La duración y la escala de la ocupación reflejan la determinación, la fuerza, el poder detrás de la gente que pide democracia en Hong Kong. Y en segundo lugar, es el despertar de una generación joven que tiene un poder sin límites".
La policía de Hong Kong retiró el lunes las barricadas y desmontó las tiendas del tercer y último campamento de protestas pro democracia, poniendo fin a unas manifestaciones que bloquearon el tráfico en el enclave durante dos meses y medio.
Un negociador de la policía dio a los últimos 17 manifestantes una última oportunidad de marcharse de forma voluntaria de un tramo de carretera en Causeway Bay, antes de que los agentes empezaran a llevárselos uno a uno hasta un autobús que esperaba.
Los activistas, incluyendo ancianos y el legislador pro democracia Kenneth Chan, no ofrecieron resistencia. Antes, corearon "Volveremos" y pidieron la dimisión del jefe de la ejecutiva hongkonesa, Leung Chun-ying. Otros partidarios les animaron desde el acera. Para el mediodía, el tráfico había retomado la calle.
La operación policial se produjo después de que las autoridades cerrasen el jueves el principal campamento de los manifestantes cerca del corazón del distrito financiero de la ciudad y detuvieron a 249 personas que se negaron a irse, acusados de congregarse sin autorización.
Un último grupo de activistas reunidos en un jardín bajo la legislatura de la ciudad, cerca del campamento principal, también despejaron el lugar de forma voluntaria el lunes por la tarde. Otro punto de protesta, en el distrito de Mong Kok, fue desalojado a finales del mes pasado por la policía.
Los manifestantes de Causeway Bay lograron quedarse 79 días en el lugar, pero tras el desalojo de los otros dos puntos, se resignaron a retirarse también. Muchos ya habían recogido sus tiendas, suministros y pertenencias antes de la operación policial del lunes.
"Con la limpieza completada en la zona ocupada de Causeway Bay, la ocupación legal de Hong Kong durante los últimos dos meses ha llegado a su fin", dijo Leung, añadiendo que las industrias de turismo, comercio y convenciones, entre otras, habían sufrido pérdidas económicas "muy grandes".
Los manifestantes, encabezados por estudiantes, rechazaron el plan de Beijing de filtrar a los candidatos en las primeras votaciones que se realizarían para elegir al máximo líder de Hong Kong, pero no lograron obtener concesiones significativas por parte del gobierno.
Las protestas, conocidas como "Movimiento paraguas" por la defensa preferida de los activistas contra el gas pimienta de la policía, acapararon titulares en todo el mundo y polarizaron a la opinión pública en el enclave financiero, pero perdieron fuerza ante la estrategia del gobierno de esperar a que se desvanecieran.
Sin embargo, muchos opinan que el movimiento de protesta provocó un despertar político más amplio entre los residentes de la ciudad, especialmente los jóvenes. Los líderes se comprometieron a mantener su campaña de desobediencia civil a través de otros métodos para continuar presionando al gobierno a favor de una democracia genuina.
El legislador pro democracia Fernando Cheung, que estaba en el lugar para observar la operación policial y los posibles arrestos, dijo que el cierre del campamento no suponía el fin de la campaña de desobediencia civil.
"En el consejo legislativo lo haremos lo mejor que podamos para resistir a través de una campaña de no cooperación", indicó, por ejemplo rechazando propuestas presupuestarias y el paquete de reforma electoral del gobierno.
Aunque el movimiento no alcanzó objetivos concretos, señaló, sí consiguió algunas cosas.
"La duración y la escala de la ocupación reflejan la determinación, la fuerza, el poder detrás de la gente que pide democracia en Hong Kong. Y en segundo lugar, es el despertar de una generación joven que tiene un poder sin límites".