Poco entusiasmo en Japón ante las elecciones del domingo
Las encuestas predicen que la coalición que encabeza el PLD de Shinzo Abe renovará su mayoría absoluta
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
Con muy poco entusiasmo, Japón acude este domingo a las urnas para unas elecciones anticipadas que el primer ministro, Shinzo Abe, ha planteado como un referéndum sobre su política económica, o Abenomics. Las encuestas apuntan a que su Partido Liberal Demócrata (PLD), aliado con el más pequeño Komeito, volverá a ganar con una aplastante victoria sobre una oposición que no ha sabido organizarse a tiempo para la convocatoria.
Un sondeo que publicaba el diario Asahi Shimbun el pasado jueves apunta que la coalición conservadora actualmente en el Gobierno obtendrá 317 escaños de un total de 475 en la Cámara baja. Aunque supondría un ligero descenso respecto a los 325 con los que contaba hasta ahora, mantendría aún una holgada mayoría absoluta que le permitiría evitar posibles vetos de la Cámara alta y aprobar con comodidad las leyes que desee. En cambio el principal partido de oposición, el Partido Democrático de Japón, quedaría por debajo de los 90 escaños, una mejora insuficiente frente a los 62 que ocupa ahora.
Renovado su mandato, Abe, al que le quedaban aún dos años de legislatura antes de anticipar los comicios, tendrá mano libre para continuar adelante con sus reformas económicas y tratar de insuflar nuevas energías a una economía en recesión que, según se confirmó esta semana, se contrajo en el tercer trimestre un 0,5%, frente al 0,4% calculado inicialmente.
A lo largo de este año, las dos primeras “flechas” del primer ministro -medidas de estímulo monetario y fiscal- habían surtido el efecto buscado, la devaluación del yen. Las exportaciones se abarataron. Los precios comenzaron a crecer, lo que inyectó cierta vida a una economía plagada desde hace dos décadas por el espectro de la deflación. Pero la entrada en vigor de una subida del impuesto sobre el consumo del 5 al 8% el pasado abril tuvo un efecto negativo en el crecimiento, de modo más duradero de lo que habían anticipado los analistas. Y si las exportaciones se abarataton, las importaciones se encarecieron, lo que perjudicó sobre todo a los menos favorecidos.
Está aún por aplicar buena parte de la tercera “flecha”, las reformas estructurales. Los partidarios de Abe afirman que una reelección por amplia mayoría daría al primer ministro el respaldo suficiente para acometer medidas complicadas, como la reforma del influyente sector agrario. Sus críticos, por contra, le acusan de carecer de la voluntad política necesaria.
Una amplia victoria también daría mano libre al primer ministro para acometer otras prioridades de su agenda política mucho menos populares entre los ciudadanos. Entre ellas, el sometimiento a votación en el Parlamento japonés, o Dieta, de la reinterpretación que aprobó su Gobierno en julio de la Constitución pacifista del país, y que permitirá que por primera vez las Fuerzas de Autodefensa japonesas puedan participar en determinadas circunstancias en acciones de combate fuera de su territorio.
Pero las encuestas apuntan a que, aunque los votantes se inclinen por Abe, lo harán sin ningún entusiasmo. Un sondeo el mes pasado señalaba que la mayoría de los ciudadanos no veía que fuera necesario convocar elecciones anticipadas. Y las encuestas más recientes apuntan a que la participación rondará el 55%. En ese caso sería la menor de la historia democrática de Japón y batiría el récord de los comicios de 2012, cuando tan solo acudieron a las urnas el 59,32 de los registrados en el censo electoral.
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
Con muy poco entusiasmo, Japón acude este domingo a las urnas para unas elecciones anticipadas que el primer ministro, Shinzo Abe, ha planteado como un referéndum sobre su política económica, o Abenomics. Las encuestas apuntan a que su Partido Liberal Demócrata (PLD), aliado con el más pequeño Komeito, volverá a ganar con una aplastante victoria sobre una oposición que no ha sabido organizarse a tiempo para la convocatoria.
Un sondeo que publicaba el diario Asahi Shimbun el pasado jueves apunta que la coalición conservadora actualmente en el Gobierno obtendrá 317 escaños de un total de 475 en la Cámara baja. Aunque supondría un ligero descenso respecto a los 325 con los que contaba hasta ahora, mantendría aún una holgada mayoría absoluta que le permitiría evitar posibles vetos de la Cámara alta y aprobar con comodidad las leyes que desee. En cambio el principal partido de oposición, el Partido Democrático de Japón, quedaría por debajo de los 90 escaños, una mejora insuficiente frente a los 62 que ocupa ahora.
Renovado su mandato, Abe, al que le quedaban aún dos años de legislatura antes de anticipar los comicios, tendrá mano libre para continuar adelante con sus reformas económicas y tratar de insuflar nuevas energías a una economía en recesión que, según se confirmó esta semana, se contrajo en el tercer trimestre un 0,5%, frente al 0,4% calculado inicialmente.
A lo largo de este año, las dos primeras “flechas” del primer ministro -medidas de estímulo monetario y fiscal- habían surtido el efecto buscado, la devaluación del yen. Las exportaciones se abarataron. Los precios comenzaron a crecer, lo que inyectó cierta vida a una economía plagada desde hace dos décadas por el espectro de la deflación. Pero la entrada en vigor de una subida del impuesto sobre el consumo del 5 al 8% el pasado abril tuvo un efecto negativo en el crecimiento, de modo más duradero de lo que habían anticipado los analistas. Y si las exportaciones se abarataton, las importaciones se encarecieron, lo que perjudicó sobre todo a los menos favorecidos.
Está aún por aplicar buena parte de la tercera “flecha”, las reformas estructurales. Los partidarios de Abe afirman que una reelección por amplia mayoría daría al primer ministro el respaldo suficiente para acometer medidas complicadas, como la reforma del influyente sector agrario. Sus críticos, por contra, le acusan de carecer de la voluntad política necesaria.
Una amplia victoria también daría mano libre al primer ministro para acometer otras prioridades de su agenda política mucho menos populares entre los ciudadanos. Entre ellas, el sometimiento a votación en el Parlamento japonés, o Dieta, de la reinterpretación que aprobó su Gobierno en julio de la Constitución pacifista del país, y que permitirá que por primera vez las Fuerzas de Autodefensa japonesas puedan participar en determinadas circunstancias en acciones de combate fuera de su territorio.
Pero las encuestas apuntan a que, aunque los votantes se inclinen por Abe, lo harán sin ningún entusiasmo. Un sondeo el mes pasado señalaba que la mayoría de los ciudadanos no veía que fuera necesario convocar elecciones anticipadas. Y las encuestas más recientes apuntan a que la participación rondará el 55%. En ese caso sería la menor de la historia democrática de Japón y batiría el récord de los comicios de 2012, cuando tan solo acudieron a las urnas el 59,32 de los registrados en el censo electoral.